A muchos hijos se les olvida que su padre también fue niño y que creció en medio de tantas dificultades de este mundo. Los padres son un potencial de sabiduría, los años le han hecho ver la vida de una forma muy diferente a como lo ven los hijos.
Uno de los mandamientos de Dios es “Honrar padre y madre” y ese honrar también significa que nos identifiquemos con los consejos y la sabiduría de nuestros padres. Muchos hijos han desviado su camino y han hecho sus vidas un desastre tan solo por no seguir sus consejos.
El libro de los Proverbios nos da un excelente consejo a todos los hijos cuando dice: “Hijo mío, haz caso de mi experiencia, pon atención a mi inteligencia, así sabrás ser discreto y tus labios guardarán el saber” (Pr 5,1-2).
La experiencia es cierto que nos las da el caminar por la vida nosotros mismos, pero el camino se nos hace más fácil cuando tenemos unos padres que ya lo han recorrido y saben dónde pueden estar las piedras que nos hagan tropezar. Por eso hay que amar a nuestros progenitores con toda la fuerza del mundo porque ellos han dado su vida por nosotros
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