CÉDULA DE IDENTIDAD DE JESUCRISTO

sábado, 23 de mayo de 2015

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Si quisiéramos hacer la tarjeta de identidad de Jesús sobre la base de los datos que encontramos en los evangelios y en las demás fuentes antiguas, obtendríamos este resultado:
1. Nombre: Jesús (hebreo, Jeshü, abreviación de Jehoshüa).
2. Padre: José (hebreo, Joseph).
3. Madre: María (hebreo, Myriam).
4. Lugar de nacimiento: Belén de Judá (¿o Nazaret de Galilea?).
5. Fecha de nacimiento: en tiempos del rey Herodes (¿censo de Quirinio?).
6. Domicilio: Nazaret de Galilea (¿Cafarnaún?).
7. Estado civil: soltero (célibe).
8. Profesión: carpintero (maestro, predicador itinerante).

En esta tarjeta de identidad hay algunos datos seguros e indiscutibles, mientras que otros son vagos e inciertos. Esta situación depende de las fuentes evangélicas que parecen observar ciertas reticencias o no estar muy interesadas por este tipo de informes historiográficos.
De los cuatro evangelios canónicos sólo hay dos que hablen explícitamente de los orígenes de Jesús, Mateo y Lucas; los otros dos recogen algunas alusiones ocasionales a su familia y a su lugar de origen.

Por otra parte, como ya hemos indicado más arriba, el epistolario paulino no confirma ni contradice este cuadro, ya que en él no se refieren datos nuevos sobre los orígenes y el estado social o civil de Jesús. La única información que se puede deducir de los escritos de Pablo, además del origen judío israelita de Jesús, es el de su pertenencia al linaje de David (Rom 1, 3; cf. 2 Tim 2, 8). En la fórmula que se sitúa al comienzo de la carta a los romanos, escrita a finales de los años cincuenta, «el evangelio acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne», Pablo recoge probablemente un fragmento arcaico de profesión de fe, en el que se presupone el origen davídico de Jesús como base de su mesianidad. Pero el acento se pone en el hecho de que Jesús, a pesar de insertarse según su condición humano- histórica en la descendencia davídica, es reconocido a partir de la resurrección como Hijo glorioso de Dios, capaz de comunicar a los hombres el Espíritu santificador (Rom 1, 3-4). Por tanto, puede considerarse este texto de Pablo como el documento más antiguo sobre los orígenes históricos de Jesús.


Los actuales textos evangélicos, incluso admitiendo que reproducen tradiciones más antiguas, han sido de hecho redactados posteriormente. El opúsculo de Marcos, que se considera comúnmente en la actualidad como el primero de los evangelios sinópticos, empieza la narración de la vida de Jesús con la predicación y la actividad de Juan el bautista, con las que conecta a través del bautismo la actividad pública de Jesucristo. En un episodio ocasional el evangelista nos hace saber que Jesús en su «patria», probablemente Nazaret (Mc 1, 9), es conocido como el «carpintero», el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón, y que tiene también hermanas que residen en aquel mismo lugar (Me 6, 1. 3). El mismo autor nos había adelantado algunas noticias sobre las relaciones de Jesús con sus familiares en otra escena, en la que estos últimos parecen estar preocupados por la actividad exorbitante de Jesús: «Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: ¡Está fuera de sí!» (Mc 3, 21). Como respuesta o como reacción a esta búsqueda de sus parientes, entre los que figuran sus hermanos y su madre, Marcos recoge una sentencia programática de Jesús: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3, 34-35).
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