Muchas
veces al ocurrirnos alguna situación dolorosa en nuestra vida nos desesperamos
y perdemos la cordura. El desespero no es buena consejera, en cambio la
paciencia es la madre de todas las virtudes.
La
Carta de Santiago que en la actualidad, muchos biblistas piensan que se trata de una obra pseudónima, escrita
hacia finales del siglo I nos habla de la importancia de cultivar la paciencia “Ya
saben que, cuando su fe es puesta a
prueba, ustedes aprendan a tener paciencia, que la paciencia los lleve a la
perfección, y así serán hombres completos y auténticos, sin que le falte nada”
(St 1, 3-4).
“Paciencia
viene del griego “hupomoné” y se usa treinta
veces en el NT, y el verbo correspondiente, hupomonein, unas quince. La
traducción normal es “paciencia”, y el verbo significa “soportar”, “resistir”,
pero, cuando examinemos detalladamente sus usos, descubriremos ciertas verdades
magníficas que nos serán de auténtica inspiración.
(I)
Hupomoné se emplea frecuentemente en conexión con la “tribulación”. La
tribulación produce paciencia (Ro 5,3). El cristiano debe probarse a sí mismo
en mucha “paciencia” y en las “aflicciones” (2 Co 6,4). Los tesalonicenses son
encomiados por su “paciencia” y fe en las “persecuciones” y “tribulaciones” (2
Ts 1,4). El cristiano debe ser paciente (hupomonein) en la “tribulación”. Esta
forma de usar la palabra es especialmente frecuente en el Apocalipsis, que es
el libro característico del mártir (Ap 1,9; 3,10; 13,10).
(II)
Hupomoné se utiliza en conexión con la “fe”. La prueba de la fe produce
“paciencia” (Stg 1,3). Hupomoné perfecciona a la fe.
(III)
Hupomoné es usada en conexión con la “esperanza”. La tribulación engendra
“paciencia”, y la paciencia engendra experiencia y, la experiencia, “esperanza”
(Ro 5,3). La “paciencia” y la consolación producen “esperanza” (Ro 15,4, 5). En
1 Ts 1,3 se alaba la “constancia” de la “esperanza” de los tesalonicenses.
(IV)
Hupomoné está relacionada con el “gozo”. La vida cristiana lleva en sí el
distintivo de la “paciencia” y de la longanimidad con gozo (Col 1,11).
(V)
Hupomoné está relacionada, más que con alguna otra cosa, con la gloria y la
grandeza futuras. Las referencias son demasiado numerosas para citarlas todas
(Lc 21,19; Ro 2,7; Hch 10,36; 12,1; 2 Ti 2,10, 12; Stg 1,12; 5,11).
Ahora
ya estamos en condiciones de ver la esencia y característica de esta gran
virtud que es hupomoné. No es la paciencia del que se sienta y agacha la cabeza
con derrotismo, presto a soportar hasta que pase la tormenta que se avecina
sobre él. Es el espíritu que puede sobrellevar las cargas por su esperanza
inflamada, no por simple resignación; no es el espíritu del que se sienta donde
le pilla la tragedia, dispuesto a soportar estáticamente, sino el que conlleva
la adversidad porque sabe que está siguiendo un camino que conduce a la gloria;
no es la paciencia del que aguarda ceñudamente el fin, sino del que espera
radiantemente un nuevo y mejor amanecer. Esta clase de paciencia, fruto de la
esperanza, ha sido llamada “constancia viril bajo la desgracia”. San Juan
Crisóstomo dice que hupomoné es “raíz de todos los bienes, madre de la piedad,
fruto que nunca se pudre, fortaleza inexpugnable, puerto que no sabe de
tormen-tas”1.
Ahora
bien, el autor de la carta luego de hablar de la paciencia habla de la “sabiduría”,
pero no de una sabiduría que viene del hombre si no la que viene de Dios, por
eso dice “Si algunos de ustedes la falta sabiduría, pídala a Dios, y la
recibirá, porque él da a todos generosamente y sin reproches. Pero que pida con
confianza y sin dudar” (St 1,5).
La
sabiduría en griego se traslitera por “sofía” (Mt 11,19;12,42; 13,54;Mc 6,2; Lc
2,40,52; 7,35; 11,31,49; 21,15; Hch 6,3,10; 7,10,22; Ro 11,33; 1Co 1,17,19,20,
21,22,24,30; 2,1,4,5,6,7,13; 3,19; 12,8; 2Co 1,12; Ef 1,8,17; 3,10; Col 1,9,28;
2,3,23; 3,16; 4,5; St 1,5; 3,13,15,17; 2Pe 3,15; Ap 5,12; 7,12; 13,18; 17,9) y no
consiste en tener muchos conocimientos,
simplemente es ponerse los “lentes del Evangelio para tomar conciencia y salir
airosos en los momentos de tentaciones espirituales y sociales”2.
Cuando
tenemos paciencia y pedimos sabiduría a Dios estemos seguros que Dios nos hará
caminar por lugares seguros aunque muchas veces creamos lo contrario. El pueblo
de Israel duró 40 años para llegar a la tierra prometida, hoy día recorriendo
el mismo camino una persona puede llegar en 30 días aproximadamente. Dios no
les permitió entrar en la tierra prometida hasta que sus corazones, en la
mayoría de ellos estuvieran purificados. El mismo Jesús con paciencia y la sabiduría de su Padre tuvo
que pasar por la muerte, venciéndola y resucitando para que tengamos “vida y
vida en abundancia” (Jn 10,10).
1.
Barclay, Willian, Palabras Griegas del
Nuevo Testamento, 9na Edición, p 58-59.
2.
La Biblia de Nuestro Pueblo, San Pablo, 9na Edición, p 1943.
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