Antes
del gran acontecimiento del nacimiento (Mt 1,18-24), Mateo nos presenta la
genealogía de Jesús (Mt 1,1-17) donde su intención es mostrar a un Jesús
“propiedad “del pueblo judío. Por su parte Lucas invierte el orden de la
genealogía (3, 23-38) y empieza por José terminando en Adán hijo de Dios. Lucas
no comparte la visión de Mateo y para él Jesús es el fruto del plan divino para
la salvación universal.
El
nacimiento de Jesús se inicia en Mateo de forma milagrosa, María “queda embarazada estando comprometida con
José por obra del Espíritu Santo” (Mt 1,18). Según el derecho matrimonial
judío, “los esponsales (que siempre tenían lugar ante testigos) constituían en
realidad verdadero matrimonio en cuanto a sus consecuencias legales. La
prometida recibía, pues, el nombre de «esposa» de su prometido (cf. v.
19.20.24), quedaba «viuda» en el caso que éste muriera y sólo podía ser
abandonada por su esposo mediante el libelo de repudio. Quedaba luego d acto
formal de la conducción de la «prometida» a la casa de su marido, lo cual
tratándose de una muchacha soltera, tenía lugar poco después de un año. Con
ello pasaba la prometida de la potestad de su padre a la de su esposo. La época
normal para los esponsales era, en las mujeres, la edad del desarrollo, esto
es, entre los 12 y los 13 años y medio, y la recepción en la casa del marido y
el comienzo de la convivencia matrimonial tenían lugar, por tanto, entre los 13
años y medio y los 14. A esto se refiere Mateo al hablar de «vivir juntos». El
v. 18 supone que el momento de la concepción de María tuvo lugar, por lo menos,
unos tres meses antes1”.
Mateo
nos dice que José era un hombre “justo” y que no quería denunciarla y pensó
dejarla en secreto. En El NT la palabra
“justo” (gr. dikaíos) es aplicada a Dios, Jesucristo y los hombres. Justo es el
hombre que busca a Dios y que sujeta su vida a la voluntad de Dios (Dt
22,20-21). Justo es el hombre que cumple la ley con todo su corazón y con
intensa alegría, como el devoto autor del salmo 118.
a) Dios
Jn 17,25; Ro 3,26; 2Ti 4,8; 1Jn 1,9; Ap 16,5
b)
Jesucristo Mt 27,19; Lc
23,47; Hch 3,14; 7,52; 22,14; 1Pe 3,18; 1Jn 2,1,29; 3,7b
c) hombres
Mt 1,19; 5,45; 9,13; 10,41; 13,17,43,49; 23,28,29,35; 25,37,46; Mc 2,17; 6,20;
Lc 1,6,17; 2,25; 5,32; 14,14; 15,7; 18,9; 20,20; 23,50; Hch 10,22; 24,15; Ro
1,17; 2,13; 3,10; 5,7,19; Gál 3,11; 1Ti 1,9; Tit 1,8; Hb 10,38; 11,4; 12,23; St
5,6,16; 1Pe 3,12; 4,18; 2Pe 2,7,8; 1Jn 3,7a; Ap 22,11
Existen muchos comentarios acerca de si María había comunicado su estado de gravidez
a José. Entre los que opinan que si le habia comunicado su estado puedo nombrar
a: Antonio Rodríguez Carmona
(Predicación Evangelio de Mateo 1986, pág. 7) “Sí, a la luz de la reacción
que toma, ya que por ser "justo" o cumplidor de la voluntad de Dios,
según el sentido que tiene esta palabra en Mt, decide quitarse de en medio en
silencio, sin publicidad, dejando libre a su esposa, en la que Dios ha
realizado una concepción maravillosa. Cree que es esto lo que Dios le pide y
está dispuesto a obedecer”. Por su parte Silvano Fausti (una Comunidad que lee el Evangelio de
Mateo, 2007, pag. 19) dice que José pensó en dejarla “por respeto, no por
sospecha”.
Por
su parte entre los que opinan que María no le comunicó su estado tenemos: Wolfang Trilling (El Evangelio Según San
Mateo, 1980, pág. 24) opina lo contrario “El relato ahora dice de forma muy
concisa que en este tiempo resultó que María estaba encinta. José lo había
notado claramente. Lo que él no sabe, nos lo dice en seguida el evangelista
interpretando y explicando de antemano: lo que vive en ella, procede del
Espíritu Santo. Nada se dice de la turbación, de la pesadumbre, de las
cavilaciones, dudas y titubeos del esposo. No se nos cuenta lo que pasa en su
alma y lo que hace madurar la decisión. Solamente nos enteramos del resultado:
José resuelve separarse de su desposada con gran sosiego. La deshonra en que
José cree que se encuentra María, no debe ofenderla ante todo el pueblo”. Por su parte A. T. Robertson (Comentario al
texto griego del Nuevo Testamento, 2003, pag. 11) dice “Era inevitable el descubrimiento
de que María estaba embarazada, y está claro que no se lo dijo a José. «Se
halló que estaba encinta» (heurethë en gastri echousa). Esta manera de
expresarlo, el modismo griego usual, muestra claramente que este descubrimiento
fue un golpe para José”. El evangelio
apócrifo del Pseudo Mateo afirma que
“Y, al tercer día, mientras tejía la púrpura con sus manos, se le presentó un
joven de inenarrable belleza. Al verlo, María quedó sobrecogida de temor, y se
puso a temblar. Pero el visitante le dijo: No temas, ni tiembles, María, porque
has encontrado gracia a los ojos de Dios, y de Sl concebirás un rey, que
dominará no sólo en la tierra, sino que también en los cielos, y que prevalecerá
por los siglos de los siglos. Y, en tanto que ocurría todo esto, José, que era
carpintero, estaba en Capernaum, al borde del mar, ocupado en sus trabajos. Y
permaneció allí nueve meses. Y, vuelto a su casa, encontró a María encinta. Y
todos sus miembros se estremecieron, y, en su desesperación, exclamó: Señor
Dios, recibe mi alma, porque más vale morir que vivir”.
Mi
opinión particular es que María no le había comunicado su estado por varias
razones:
·
Se dice que José era un
hombre Justo (Mt 1,19).
·
No quería denunciarla
públicamente (Mt 1,19).
·
Pensó en abandonarla en
secreto (Mt 1,19).
·
Y la frase más
importante para esclarecer el tema es que “ya lo tenía decidido” (Mt 1,20).
·
Y por último es el
Ángel del Señor quien le comunica en
sueños que no tema y que tome a María por esposa, su hijo es obra del Espíritu
Santo (Mt 1,20-21).
El
evangelio apócrifo del Pseudo Mateo afirma
que “Y, al tercer día, mientras tejía la púrpura con sus manos, se le
presentó un joven de inenarrable belleza. Al verlo, María quedó sobrecogida de
temor, y se puso a temblar. Pero el visitante le dijo: No temas, ni tiembles,
María, porque has encontrado gracia a los ojos de Dios, y de Sl concebirás un
rey, que dominará no sólo en la tierra, sino que también en los cielos, y que
prevalecerá por los siglos de los siglos. Y, en tanto que ocurría todo esto,
José, que era carpintero, estaba en Capernaum, al borde del mar, ocupado en sus
trabajos. Y permaneció allí nueve meses. Y, vuelto a su casa, encontró a María
encinta. Y todos sus miembros se estremecieron, y, en su desesperación,
exclamó: Señor Dios, recibe mi alma, porque más vale morir que vivir”.
Ahora
bien, muchos hablan que María podía ser lapidada si José la repudiaba, pero no
es el caso de ella, primero porque no
tuvo contacto con hombre alguno y segundo que no fue sorprendida, el
Deuteronomio dice que “Si una joven está
prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y
se acuesta con ella, los llevarán a los dos y los apedrearán hasta que mueran:
la joven porque no gritó y no pidió ayuda, estando en la ciudad, y el hombre,
porque deshonró a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en
medio de ti” (Dt 22,23-24). Por su
parte a José le correspondía actuar como lo mandaba la “Ley de los celos” (Nm
5,1-31). José pensó en dejarla porque si la llevaba al sacerdote y se le
comprobaba su culpa, ella seria signo de maldición entre el pueblo. “Yavé dijo a Moisés: «Manda a los hijos de
Israel que echen del campamento a todos los leprosos, a los que están impuros
por flujo seminal y a todos los están impuros por haber tocado algún muerto. Ya
sean hombres o mujeres, los echarán fuera del campamento para que no lo hagan
impuro, pues yo habito en medio de ustedes.» Así lo hicieron los hijos de
Israel: los echaron fuera del campamento, tal como Yavé lo había mandado a
Moisés. Yavé dijo a Moisés: «Di a los
hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometa algún pecado en perjuicio de
otro, ofendiendo a Yavé, será reo de delito.
Confesará el pecado que ha cometido y restituirá exactamente el objeto
del delito, añadirá una quinta parte más y se la devolverá al que fue
perjudicado. Y si no hay personas a
quien devolver la cosa, se la darán a Yavé. El culpable se la dará al
sacerdote, además del carnero de reparación que se ofrece por él. Asimismo, la
mejor parte de todas las primicias que ofrecen los hijos de Israel pertenece al
sacerdote. Los sacrificios que cada cual ofrece le pertenecen, a excepción de
lo que entrega en manos del sacerdote.»Yavé dijo a Moisés: «Habla a los hijos
de Israel respecto del caso siguiente. Un hombre tiene una mujer que se porta
mal y lo engaña; otro hombre ha tenido
relaciones con ellas en secreto y ella supo disimular este acto impuro de tal
manera que nadie lo ha visto y no hay testigos.
Puede ser que un espíritu de celos entre en el marido y que tiene
sospechas porque, de hecho, se hizo impura. Pero también puede ser que un
espíritu de celos le haya entrado y tenga sospechas, siendo que ella le ha sido
fiel. En estos casos, el hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y
presentará por ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina
de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni le pondrá incienso, pues es
ofrenda de Celos, o sea, ofrenda para recordar y descubrir una culpa. El sacerdote
hará que se acerque la mujer ante Yavé, tomará luego agua santa en un vaso de
barro y, recogiendo polvo del suelo de la Morada, lo esparcirá en el agua. Así, puesta la mujer delante de Yavé, el
sacerdote le descubrirá la cabeza y pondrá en sus manos la ofrenda para
recordar la culpa, mientras que él mismo tendrá en sus manos el agua de
amargura que trae la maldición. Entonces
el sacerdote pedirá a la mujer que
repita esta maldición: «Si nadie más que tu marido se ha acostado contigo y no
te has descarriado con otro hombre, esta agua amarga que trae la maldición
manifestará tu inocencia. Pero si te has ido con otro que no es tu marido, y te
has manchado teniendo relaciones con otro hombre... Y el sacerdote proseguirá con la fórmula de
maldición: Que Yavé te convierta en maldición y abominación en medio de tu
pueblo; que se marchiten tus senos y que se te hinche el vientre. Entren en tus entrañas las aguas que traen la
maldición, haciendo que se pudran tus muslos y reviente tu vientre.» Y la mujer
responderá: ¡Así sea, así sea! Después,
el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las lavará en el agua
amarga. Y dará a beber a la mujer estas aguas que traen la maldición. El sacerdote tomará de manos de la mujer la
ofrenda por los celos, la llevará a la presencia de Yavé y la pondrá sobre el
altar. Luego tomará un puñado de la harina ofrecida en sacrificio y la quemará
sobre el altar; finalmente, dará a beber el agua amarga a la mujer. Si la mujer
fue infiel a su marido y se hizo impura, el agua que bebió se volverá amarga en
ella, se le hinchará el vientre y se le marchitarán los senos y será mujer
maldita en medio de su pueblo. Pero si
la mujer no se hizo impura, sino que ha sido fiel, no sufrirá y podrá tener
hijos. Este es el rito de los celos,
para cuando una mujer peca con otro hombre y se hace impura; o para cuando a un
hombre le entren celos y se ponga celoso de su esposa. Entonces llevará a su
esposa en presencia de Yavé y el sacerdote cumplirá todos estos ritos. Con esto el marido estará exento de culpa y
ella pagará la pena de su pecado.»
A
las palabras del Ángel añade el evangelista, el cumplimiento de la profecía de
Isaías 7,14 donde comprueba que Jesús es el Mesías “Mira, la virgen embarazada, dará a luz un
hijo que se llamará Emanuel, que significa Dios con nosotros” (Mt
1,23).
En
el final del relato se dice que José tomó
a María como su esposa tal como se lo había ordenado el Señor y que no
tuvieron relaciones antes del nacimiento de Jesús. San Juan Crisóstomo le dice
unas palabras a Helvidio que pueden aclarar si María fue virgen antes, durante
y después del parto “En suma, te pregunto: ¿por qué José se abstuvo hasta el
día del parto? Me responderá: porque había oído al ángel: "Lo que en ella
ha nacido, de Espíritu Santo es". Luego el que tuvo fe tan grande en el
sueño que no se atrevió a tocar a su mujer, ¿es creíble que después de haber
oído a los pastores, y visto a los magos, y presenciando tantos milagros se
atreviese a acercarse siquiera a la que era templo de Dios, morada del Espíritu
Santo y Madre de su Señor? (Catena aurea ES 3124).
ACTUALIZACIÓN
Jesús
nació por obra del Espíritu Santo, hoy también quiere nacer en nuestros
corazones Él ha prometido estar con nosotros siempre (Mt 28,20)
El
mundo se encuentra lleno de injusticia, desigualdad, rencor y falta de hermandad, debemos de impregnarlo con la justicia que
viene de Dios así como José cuya vocación principal fue proteger y dar lo mejor
de sí a aquel que “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21).
Todos
tenemos necesidad del Salvador, San Hilario le dice a los herejes “Por eso el mismo Señor ofreció como signo
de nuestra salvación al Emmanuel que nació de la Virgen (Is 7,14), para indicar
que era el mismo Señor que nos salvaba, ya que por nosotros mismos no éramos
capaces de salvarnos. Por eso Pablo describió de esta manera la debilidad del
ser humano: "Sé que nada bueno habita en mi carne" (Rm 7,18), para
indicar que el bien de nuestra salvación viene de Dios y no de nosotros. Igualmente:
"¡Qué miserable soy! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Rm
7,24), y en seguida presenta al Liberador: "Gracias a Jesucristo nuestro
Señor" (Rm 7,25). Isaías escribe algo semejante: "¡Afírmense las
manos débiles y las rodillas vacilantes, animaos, pusilánimes de corazón, tened
valor y no temáis! He aquí que nuestro Dios ejercerá el juicio y hará justicia.
Vendrá y nos salvará" (Is 35,3-4). Es claro: nosotros no podemos salvarnos
sino con la ayuda de Dios. (Ireneo, Contra herejes Liv.3 ch.20).
1.
Schmid, Josef, El Evangelio Según San Lucas, Herder 1973, pag 64
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios