LAS ASAMBLEAS CRISTIANAS Y SUS FORMAS CULTUALES I PARTE

lunes, 7 de marzo de 2011

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Hoy trataremos en esta entrega , el primer elemento de la asamblea cristiana en tiempos de Jesús “La enseñanza de los apóstoles”.
Los cristianos de la primera generación participaron durante algún tiempo en el servicio de las sinagogas judías. Actuando de este modo, seguían el ejemplo del propio Jesús que tenía por costumbre asistir a ellas para predicar su buena nueva; costumbre continuada también por Pablo y sus compañeros (Hch 13, 14ss).
El servicio sinagogal, tal como se realizaba en la mañana de los sábados, tenía dos partes; la primera incluía la recitación del decálogo, la profesión de fe (shemá Israel compuesta de textos bíblicos: Dt 6,4-9ss; 11,13-22; 15,37-41) y una serie de dieciocho bendiciones (shemoneh esreh). La segunda parte de la reunión estaba centrada en la escucha de la Palabra de Dios; comporta la primera y la más importante lectura tomada del Pentateuco, la lectura de la torá. Después venia otra lectura más breve de los libros proféticos, llamada haftará o conclusión. Las lecturas se efectuaban desde un estrado o especie de púlpito (bimá), colocado generalmente en medio de la sinagoga. Los lectores eran elegidos  o invitados por el presidente de la reunión. En principio, cualquier miembro presente podía  actuar en la asamblea.
Una vez terminadas las dos lecturas de la Escritura, venia la predicación, que tenía como fin actualizar la Palabra leída. Esta predicación podía orientarse en dos direcciones: la halaká que buscaba en la Escritura fundamentalmente normas para la vida diaria; la haggadá, por el contrario intentaba la formación espiritual de los oyentes. El termino que designaba al predicador, darsan, es significativo, la predicación era una búsqueda hecha a partir de las Escrituras que acababan de ser leídas, para el provecho de la asamblea.
Igual que la lectura de los libros sagrados, también la predicación sinagogal podía ser realizada por cualquier miembro presente que tuviera la aptitud requerida.
Las asambleas de la comunidad primitiva leían aquellos escritos sagrados interpretándolos en una exegesis actualizadora, adaptada a la nueva situación. De este modo, la comunidad cristiana se convierte en el marco viviente de una palabra nueva, no gira ya en torno a la torá, sino que intenta anunciar la actualidad viva del Resucitado y de su palabra en el clima de la mesa familiar.
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