En el Evangelio de hoy (Jn 10,31-42) Jesús, ante los ataques de la gente, reacciona con tranquilidad. Vemos que querían matarlo, le lanzaban piedras. Jesús quiere recurrir al dialogo, pregunta el motivo de aquella agresión. Es muy interesante que nosotros también nos acostumbremos al dialogo. Somos muy intolerantes y respondemos de manera agresiva cuando nos sentimos intimidados.
Jesús nos enseño que debe prevalecer el dialogo, la comunión entre los hermanos. El sentarnos a hablar y resolver pacíficamente las dificultades debe ser la mejor forma de resolver distensiones y problemas.
A Jesús no le dieron la oportunidad de defenderse porque muchos no creían que Él era el Mesías esperado por la humanidad.
Se cerraron y no tuvieron una mentalidad abierta. También en la vida diaria suceden estas cosas. Es tiempo de ver como Jesús, al punto de entregar su vida por nosotros y pasar innumerables humillaciones. En la cruz se queda callado porque el mundo no lo comprendió y rechazo su plan de amor.
Debemos creer en la Palabra de Dios y que ellas queden plasmadas en el corazón, solo así podemos cambiar este mundo tan racionalista y violento.
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