Un día, un hombre sabio y piadoso
clamó al cielo por una respuesta. El hombre aquel encabezaba un grupo de
misioneros que oraban por la paz del mundo, para lograr que las fronteras no
existieran y que toda la gente viviera feliz. La pregunta que hacían era: ¿Cuál
es la clave, Señor, para que el mundo viva en armonía?
Entonces, los cielos se abrieron y
después de un magnifico estruendo, la voz de Dios les dijo: Comodidad
Todos los misioneros se veían entre
si, sorprendidos y extrañados de escuchar tal término de la propia voz de Dios.
El hombre sabio y piadoso preguntó de nuevo: ¿Comodidad Señor? ¿Qué quieres
decir con eso?
Dios respondió: La clave para un mundo
pleno es: Como di, dad. Es decir, así como yo les di, dad vosotros a vuestro
prójimo. Como di, dad vosotros fe; como di, dad vosotros esperanza; como di,
dad vosotros caridad; como di, sin limites, sin pensar en nada mas que dar, dad
vosotros al mundo... y el mundo, será un paraíso. Sigamos la clave de COMO DI,
DAD
DAR Y RECIBIR
Cuando alguien te de una rama con
espinas, en vez de tomarla con indignación y correr el riesgo de pincharte las
manos, recíbela con serenidad y plántala en el jardín de tu vida. Mas, cuando
recojas las rosas, no te olvides de mandar por lo menos una para ese alguien.
Al fin de cuentas, fue ese alguien quien te dio la rama.
Cuando alguien te dé un puntapié, en
vez de devolvérselo, recuerda que diste un paso al frente, en tanto que él
quedó un paso atrás.
Cuando alguien te grite, no respondas
con otro grito, para no correr el riesgo de quedarte también ronco.
Cuando alguien te escupa, recuerda que
un poco de agua y saliva harán que quedes aún más limpio que antes, mientras
que el escupidor perdió un poco de saliva que actuaría benéficamente en su
digestión.
Cuando al fin, alguien se ría de ti,
sonríe a ese alguien. Al final, él precisa mucho una sonrisa.
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