El Papa Francisco inició hoy domingo el Sínodo de los Obispos. aqui les presentamos sus palabras. "El
profeta Isaías y el Evangelio de hoy usan la imagen de la viña del Señor. La
viña del Señor es su «sueño», el proyecto que él cultiva con todo su amor, como
un campesino cuida su viña.
La vid es una planta que requiere muchos cuidados.
La vid es una planta que requiere muchos cuidados.
El
«sueño» de Dios es su pueblo: Él lo ha plantado y lo cultiva con amor paciente
y fiel, para que se convierta en un pueblo santo, un pueblo que dé muchos
frutos buenos de justicia.
Sin
embargo, tanto en la antigua profecía como en la parábola de Jesús, este sueño
de Dios queda frustrado. Isaías dice que la viña, tan amada y cuidada, en vez
de uva «dio agrazones» (5,2.4); Dios «esperaba derecho, y ahí tenéis:
asesinatos; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos» (v. 7). En el Evangelio,
en cambio, son los labradores quienes desbaratan el plan del Señor: no hacen su
trabajo, sino que piensan en sus propios intereses.
Con
su parábola, Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del
pueblo, es decir, a los «sabios», a la clase dirigente. A ellos ha encomendado
Dios de manera especial su «sueño», es decir, a su pueblo, para que lo
cultiven, se cuiden de él, lo protejan de los animales salvajes. El cometido de
los jefes del pueblo es éste: cultivar la viña con libertad, creatividad y
laboriosidad.
Pero
Jesús dice que aquellos labradores se apoderaron de la viña; por su codicia y
soberbia, quieren disponer de ella como quieran, quitando así a Dios la
posibilidad de realizar su sueño sobre el pueblo que se ha elegido.
La
tentación de la codicia siempre está presente. También la encontramos en la
gran profecía de Ezequiel sobre los pastores (cf. cap. 34), comentada por san
Agustín en su célebre discurso que acabamos de leer en la Liturgia de las
Horas. La codicia del dinero y del poder. Y para satisfacer esta codicia, los
malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables,
que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23,4).
También
nosotros estamos llamados en el Sínodo de los Obispos a trabajar por la viña
del Señor. Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y
originales, o para ver quién es más inteligente... Sirven para cultivar y
guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor
por su pueblo. En este caso, el Señor nos pide que cuidemos de la familia, que
desde los orígenes es parte integral de su designio de amor por la humanidad.
También
nosotros podemos tener la tentación de «apoderarnos» de la viña, a causa de la
codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre se
enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos «frustrar» el
sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da
esa sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera
libertad y humilde creatividad.
Hermanos,
para cultivar y guardar bien la viña, es preciso que nuestro corazón y nuestra
mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera todo
juicio», como dice san Pablo (Flp 4,7). De este modo, nuestros pensamientos y
nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que
le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios (cf. Mt 21,43)".