"El
Evangelio no es un museo, no es un código penal, no es un código de doctrinas y
mandamientos. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que
caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Algunos
cardenales temen que haya un efecto dominó y que, si se cambia un punto, todo
colapse."
Cuando
faltan tres días para el comienzo del sínodo extraordinario de obispos sobre
los desafíos de la familia, marcado al rojo vivo por la cuestión de los
divorciados vueltos a casar, el cardenal alemán Walter Kasper, favorable a una
apertura, dijo en una entrevista con la nación que "hay miedo a un debate
abierto". Y subrayó que, si bien "la doctrina no puede cambiar, la
disciplina sí puede".
Kasper
es un teólogo de gran prestigio internacional y muy cercano a Francisco, que en
su primer Angelus elogió el libro sobre la misericordia que escribió y que le
había regalado durante el cónclave. Recientemente fue atacado por un grupo de
cardenales conservadores que, en un libro que significativamente sale a la
venta el 1° de octubre (titulado Permanecer en la verdad de Cristo. Matrimonio
y comunión en la Iglesia Católica), rechazan en forma tajante su apertura hacia
los divorciados vueltos a casar. Según Kasper, después de un camino
penitencial, bajo la supervisión de un sacerdote y luego de su absolución,
éstos podrían ser readmitidos a la comunión.
Durante
la entrevista en un departamento lleno de libros del Vaticano, Kasper,
presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad
Cristiana, lamentó que, debido al revuelo sobre este tema, se haya reducido el
sínodo a la cuestión de los divorciados vueltos a casar. "Ése es un
problema, pero no el único. La agenda del sínodo es mucho más amplia y tiene
que ver con los desafíos pastorales de la vida de la familia de hoy. Algunos
medios dicen que habrá un gran avance y empezaron una campaña para eso. Yo
también espero que haya una apertura responsable, pero es una cuestión abierta,
que deberá ser decidida por el sínodo. Pero hay que ser prudentes, porque si
después no sucede, la reacción será de gran desilusión".
-Algunos cardenales y obispos
parecen asustados ante esa posibilidad y la rechazan incluso antes del comienzo
del sínodo. ¿Por qué cree que hay tanto miedo a una evolución de la disciplina
de la Iglesia?
-Creo
que temen un efecto dominó, que si uno cambia un punto, todo colapse. Ése es su
miedo. Todo esto se vincula con la ideología, una interpretación ideológica del
Evangelio, pero el Evangelio no es un código penal. Como el Papa dijo en la
exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", citando a Santo Tomás de
Aquino, el Evangelio es una gracia del Espíritu Santo que se manifiesta en la
fe que obra por el amor. Ésa es una interpretación distinta. No es un museo. Es
una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el
pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Luego, debemos hacer un
discernimiento a la luz del Evangelio, que no es un código de doctrinas y mandamientos.
No podemos simplemente tomar una frase del Evangelio de Jesús y de ahí
deducirlo todo. Hace falta una hermenéutica para entender todo el mensaje del
Evangelio y luego diferenciar qué es doctrina y qué disciplina. La disciplina
puede cambiar. Por eso me parece que acá tenemos un fundamentalismo teológico
que no es católico.
-¿Usted dice entonces que no se
puede cambiar la doctrina, pero sí la disciplina?
-La
doctrina no puede cambiar. Nadie niega la indisolubilidad del matrimonio. Pero
la disciplina sí puede cambiar y ya ha cambiado varias veces, como vemos en la
historia de la Iglesia.
-¿Cómo se sintió cuando se enteró
de que se estaba por publicar un libro de cinco cardenales que atacan su
postura?
-Todo
el mundo es libre de expresar su opinión, no es un problema para mí. El Papa
quería un debate abierto, y creo que esto es una novedad y es algo sano que
ayuda mucho a la Iglesia.
-¿Hay miedo entre algunos
cardenales porque, como dijo el Papa, hay una construcción moral que podría
colapsar como un castillo de naipes?
-¡Sí,
es una ideología, no es el Evangelio!
-¿Hay miedo a una discusión abierta
en el sínodo?
-Sí,
porque temen que todo pueda colapsar. Pero, primero de todo, vivimos en una
sociedad abierta y plural, y es bueno para la Iglesia que haya una discusión
abierta, como tuvimos en el Concilio Vaticano II (1962-65). También es bueno
para la imagen de la Iglesia, porque una Iglesia cerrada no es una Iglesia
sana. Por otra parte, cuando debatimos sobre matrimonio y familia, debemos
escuchar a la gente que vive esta realidad. Hay un sensus fidelium [el sentido
de los fieles]. No puede ser decidido sólo desde arriba, desde la jerarquía de
la Iglesia, y especialmente no se pueden citar viejos textos del último siglo,
hay que observar la situación de hoy, hacer un discernimiento del espíritu y
llegar a resultados concretos. Yo pienso que ésta es la aproximación del Papa,
mientras que muchos otros parten de la doctrina y usan después un método más
deductivo.
-En una entrevista con un medio
italiano usted dijo que el blanco verdadero de los ataques de los cinco
cardenales conservadores no es usted, sino el Papa...
-Quizá
fui imprudente. Pero mucha gente lo está diciendo, se puede oír en la calle
todos los días. No quiero juzgar a nadie, pero es obvio que hay gente que no
está totalmente de acuerdo con este papa, algo que no es nuevo y ya sucedió
durante el Concilio Vaticano II, cuando muchos estaban en contra al
aggiornamento de Juan XXIII y Pablo VI.
-Muchos analistas piensan que no es
una coincidencia que este libro salga justo en vísperas del sínodo...
-Sí,
es un problema. No recuerdo una situación semejante, en la que de forma tan
organizada cinco cardenales escribieran semejante libro. Es como se manejan los
políticos, pero creo que en la Iglesia no deberíamos portarnos así.
-¿Qué espera del sínodo?
-Creo
que mucho depende de cómo el mismo Papa abrirá el sínodo. Él no puede darnos
una solución al principio, pero sí una perspectiva, una dirección. Espero que
haya una discusión serena y amistosa de todos los problemas vinculados a la
familia, no sólo uno. Y creo que lograremos un gran consenso, como tuvimos en
el Concilio Vaticano II.
-En los últimos días, el Papa habló
varias veces de la misericordia, dijo que hay que captar los "signos de
los tiempos", que los pastores deben estar cerca de la gente, por lo que
parece muy claro qué es lo que quiere...
Sí,
leer los signos de los tiempos fue fundamental durante el Concilio Vaticano II.
No puedo imaginarme que la mayoría del sínodo en este punto pueda oponerse al
Papa.
-Sobre la cuestión de los
divorciados vueltos a casar: ¿la comunión es un premio para quien es perfecto o
es una ayuda al pecador?
-La
comunión tiene un efecto sanador. Y especialmente la gente que vive en
situaciones difíciles necesita la ayuda de la gracia y necesita los
sacramentos.
-Otra solución sería anular en
forma más rápida los matrimonios.
-Hay
situaciones en las que la anulación es posible. Pero tome el caso de una pareja
con diez años de matrimonio, con chicos, que en los primeros años tuvo un
matrimonio feliz, pero por diversas razones fracasa. Este matrimonio era una
realidad y decir que era canónicamente nulo no tiene sentido.