Recientemente
acudí al hospital para realizarme un chequeo médico debido a problemas que he
confrontado con la vista. En el Hospital conocí a una Señora como de 45 años y
entable una conversación con ella sobre Dios. Resulto ser una hermana
protestante, la charla duró bastante tiempo mientras nos llamaban para el
respectivo chequeo. En la conversación hubo muchos temas, los principales fue
el amor de Dios, el estudio a profundidad de la Biblia, el ser generoso, sin
embargo hubo uno en el que me detuve a
conversar con ella más tiempo de lo habitual: Las Maldiciones
Generaciones. No salía de mi asombro oír a esta hermana hablar todo lo que un
supuesto “Pastor” le había metido en su cabeza respecto al tema. Me dijo que
ella sufría de una enfermedad de “Migraña” y que eso se debía a una maldición
en la familia por muchas generaciones. Según ella las cosas
adversas que nos suceden se deben a maldiciones que nos llegaron por pertenecer
a un grupo familiar cuyo árbol genealógico fue infectado por la iniquidad, es
decir que los delitos de una persona son genéticamente transferidos a todos sus
descendientes. Realmente con mucha ternura le dije que eso era una locura y que
esa era una mala interpretación del texto bíblico.
Le
aclare el tema y creo que se fue bien convencida que Dios no maldice a nadie,
que él es amor (1 Jn 4,8), y que cada quien es responsable de sus actos.
Este
tema lo han tomado muchos “locos” que creen conocer a Dios y dicen que está
bien explicito en la Biblia porque dice: “No te harás ídolos, no te harás
figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo o aquí debajo en la
tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. Ante ellas no te
hincarás ni les rendirás culto; porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso,
que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me odian. Pero
mantengo mi favor por mil generaciones a los que me aman y guardan mis
mandamientos” (Dt 5,8-9). No quiero
hacer una exegesis del tema puesto que me extendería demasiado y las líneas son
escasas, sin embargo quiero hacer unas conclusiones que nuestra Iglesia
Católica siempre ha declarado:
1.
El hombre tiene libre albedrío: Dios
nos ha permitido escoger el camino, si el del bien o el del mal “Entren por la puerta angosta, porque ancha
es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que
pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que
conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran” (Mt
7,13-14).
2. Dios es amor y misericordia:
El ser humano tiene un Padre que ama inimaginablemente hasta el punto que “Le dio al Hijo Único, para que quien cree
en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo
para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él” (Jn
3,16-17).
3. Por nuestras obras seremos
juzgados: El que dice ser cristiano debe ser un hombre y una
mujer que han adoptado el modelo de vida de Jesús, su única meta es el servir
con amor a los demás, no se dice que se es cristiano de palabra, debe
demostrarse con hechos, por eso el apóstol Pablo dice “Si tu
corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un
gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez.
El pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Dará vida eterna a quien haya
seguido el camino de la gloria, del honor y la inmortalidad, siendo constante
en hacer el bien; y en cambio habrá
sentencia de reprobación para quienes no han seguido la verdad, sino más bien
la injusticia” (Rom 2,5-8).
4. Cada quien es responsable de sus
actos: La verdad es que estamos bien grandecitos para
estar echándole la culpa a nuestros ancestros y al diablo de todas las cosas
que consideramos mala en nuestra vida, pero que no entendemos que “Dios dispone todas las cosas para bien de
los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado” (Rom 8,28). En el
libro del profeta Jeremías está bien claro:
“Y del mismo modo que me preocupé por arrancarlos, destruirlos, demolerlos,
acabarlos y perjudicarlos, así también estaré atento para edificarlos y
plantarlos, dice Yavé. Entonces no
andarán diciendo más: «Los padres comieron uvas agrias y los hijos sufren
dentera», sino que cada uno morirá por
su propio pecado. El que coma uvas agrias sufrirá dentera” (Jer 8,28-30).
5. El punto de quiebre:
Quienes afirman la locura de las maldiciones generacionales, ni siquiera
entienden el pecado que están cometiendo ya que al afirmar la trasmisión de
pecados entre familiares no se dan cuenta que están hablando mal del propio
Jesús, puesto que en su línea genealógica se encuentra “Rahab la prostituta” (Mt 1,5; cf. Jos 6,17), es decir que según
para ellos también Jesús tiene algo de maldiciones en su vida.
Lo
cierto del caso que no debemos creer en los inventos de muchos que no entienden
que Dios no maldice sino que siempre nos está bendiciendo.
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