Muchos
nos desesperamos cuando vemos que hemos
pedido "algo" al Señor y
no obtenemos su respuesta. Pensamos a la
primera que Dios se ha olvidado de nuestra suplica, incluso que ni voltea su
mirada hacia nosotros.
Muchas
veces le suplicamos al Señor por algún familiar enfermo, por un hijo que anda
por mal camino, por una buena relación familiar, por un hogar donde
albergarnos, en fin, son peticiones que Dios estará a gusto de concedernos,
solo que a su debido momento.
El
profeta Habacuc le pregunta a Dios el porqué permite tanta violencia y
opresión. Eran tiempos de violencia cuando Asiria está en decadencia y una
Babilonia renaciente. Sin embargo el profeta dice que "ocupara su puesto
de guardia, oteando para ver lo que me dice, lo que me responde a mi
querella" (Ha 2,1).
El
profeta sabe que tiene que estar atento para poder recibir la respuesta de
Dios, por eso tiene que mirar de lo alto para descubrir los planes de Dios.
Muchos
de nosotros queremos una respuesta de Dios al instante y en la forma más
grandiosa posible, pero poco hacemos para percibir lo que el Señor quiere
verdaderamente de nosotros. No sabemos distinguir los signos de los tiempos.
La
respuesta de Dios no se hizo esperar, le dice al profeta "escribe la
visión, ponla clara en tablillas para que pueda leerse de corrido, porque tiene
su fecha y no defrauda, sise atrasa espérala, pues vendrá sin retaso" (Ha
2,2-3)
La
comunicación divina debe ser cuidadosamente conservada. Debe establecerse en
nuestro corazón. Nuestras suplicas y pedidos acordes al plan de Dios tienen su
fecha y hora. Nosotros creemos que tarda, pero no es así, viene a su debido
momento, solo hay que insistir en la oración y la perseverancia en la acción.
No hay que cruzarse de brazos para esperar pasivamente la intervención de Dios.
Su proyecto es eterno y su fidelidad es por todas las edades, pero hay que
recordar que en el proyecto de Dios está contemplada la intervención activa del
hombre que debe ponerse siempre a construir una sociedad que espera como fruto
de la fidelidad de Dios.
Toda
persona que se acoja a los planes de Dios él le dará "pies como
cierva" (Ha 3,19). Recordemos que la cierva es un animal que puede coordinar
su rebano, a ella la siguen en función de su edad, es decir, ella forma parte
dominante de un rebano matriarcal. Así como la cierva, el hombre que se
encuentra conectado con el plan de Dios siempre debe ir delante de los demás,
aun cuando parezca que estamos
rezagados. Debemos recordar siempre que nuestro camino debe ser espiritual y no
seguir los pasos que este mundo tan hostil nos ofrece.
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