El
relato del leproso se encuentra en los
tres sinópticos (Mc 1,40-45; cf. Mt 8,1-4; Lc 5,12-16). Se le acerco a Jesús
“suplicando” (παρακαλῶν gr. parakalon) y arrodillándose (γονυπετῶν gr. gonupeton)
le dice: “Si quieres puedes sanarme”. La palabra “sanarme” es utilizada en el
evangelio solo en los tres relatos de los sinópticos (καθαρίσαι gr. katharisai
del verbo katharizo que traduce por hacer (limpio, desaparecer, purificar). Jesús se “compadeció” (σπλαγχνισθεὶς gr. splagchnistheis.
En otras traducciones dice “airado”. Particularmente prefiero el verbo
compadecer ya que encaja mucho mejor en el contexto), extendió la mano, lo tocó
y le dijo: “Quiero, quedas limpiado”. El leproso según el Levítico 13,45-46
debía ir gritando “impuro, impuro”, debía de vivir apartado y su morada debía
ser fuera del campamento. Ni al leproso ni a Jesús le importaba lo que
prescribía la ley, para Jesús lo importante es la persona, para el leproso es
su sanación, los dos quedaron impuros y envueltos en pecado (Lv 5,3-6).
Al
momento de pronunciar las palabras de aceptación por parte de Jesús para ser
curado el leproso inmediatamente se le fue la “lepra” (λέπρα) y quedo “sano” (ἐκαθαρίσθη
gr. ekatharísthe. Verbo aoristo pasivo). Jesús lo despide y le advierte que no
se lo cuente a nadie. El secreto mesiánico debe mantenerse bien guardado, todavía
es muy temprano para que las personas entiendan a que verdaderamente vino Jesús,
su mensaje empezará a ser comprendido luego de su muerte.
El
leproso fue enviado a presentarse al “sacerdote” (ἱερεῖ gr. hierei), y a
presentar para la purificación la “ofrenda” (προσένεγκε gr. prosénenke) que
prescribió Moisés para que sirva de
“testimonio “(μαρτύριον gr. martúrion) a ellos.
El libro del Levítico en el
capítulo 14 habla sobre la purificación de los enfermos de lepra:
·
1 Yavé habló a Moisés y le dijo: 2 «Esta es la ley para el día de la purificación
del leproso, cuando lo lleven al sacerdote. 3 El sacerdote saldrá fuera del campamento para
examinarlo y comprobar que la llaga de la lepra ha sido sanada. 4 El sacerdote mandará traer para el que ha de
ser purificado dos pájaros vivos y puros, madera de cedro, escarlata e hisopo. 5 Después mandará sacrificar uno de los pájaros
sobre una vasija de barro con agua fresca. 6 Tomará luego el pájaro vivo, la madera de
cedro, la escarlata y el hisopo, y los mojará, incluso el pájaro vivo, en la
sangre del pájaro inmolado sobre el agua fresca. 7 Rociará siete veces al que ha de ser
purificado de la lepra, y tras declararlo puro, soltará en el campo el pájaro
vivo. 8 El que ha sido purificado lavará sus vestidos,
se afeitará todo su pelo, se bañará en agua y quedará puro, y luego volverá al
campamento. Pero tiene que quedarse primero siete días fuera de su tienda, 9 y es al día séptimo cuando se afeitará todo el pelo, la
cabellera, la barba y las cejas, es decir, se afeitará todo su pelo; lavará
también sus vestidos, bañará su cuerpo en agua y quedará limpio. 10 El día octavo tomará dos corderos sin defecto
y una oveja de un año sin defecto; y como oblación tres décimas de flor de
harina amasada con aceite y un cuartillo de aceite. 11 El sacerdote que hace la purificación
presentará a la persona que se purifica, junto con todas esas cosas, a la
entrada de la Tienda de las Citas, delante de Yavé. 12 El sacerdote tomará uno de los corderos para
ofrecerlo como sacrificio por el delito, además del cuartillo de aceite, y lo
mecerá como ofrenda ante Yavé. 13 Luego sacrificará el cordero en el lugar donde
se sacrifica el sacrificio por el pecado y el holocausto, en lugar puro; porque
la víctima por el pecado, tanto como la víctima por el delito, pertenece al
sacerdote: es una cosa muy santa. 14 Después el sacerdote tomará sangre de la
víctima de reparación y mojará el lóbulo
de la oreja derecha del que se está purificando, el pulgar de su mano derecha y
el de su pie derecho. 15 Y, tomando el
cuartillo de aceite, el sacerdote echará parte del aceite en la palma de su
mano izquierda. 16 Después
untará el dedo de su mano derecha en el aceite que tiene en su mano izquierda,
y con su dedo hará siete aspersiones de aceite delante de Yavé. 17 Con el aceite restante que tiene en su mano,
el sacerdote untará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el
pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho, sobre la sangre de la víctima
de reparación. 18 Y el aceite que quede en la mano del
sacerdote, lo echará sobre la cabeza del que se purifica haciendo en esta forma
la expiación por él ante Yavé. 19 El sacerdote ofrecerá el sacrificio por el
pecado y hará su reparación por el que se purifica de su impureza; después
inmolará el holocausto, 20 y ofrecerá sobre el altar el holocausto y la
oblación. De esta manera el sacerdote hará la súplica por él y quedará limpio. 21 Si el leproso es demasiado pobre para pagar
todo eso, tomará un solo cordero como sacrificio de reparación, como ofrenda
mecida para hacer reparación por él, y además como oblación una décima de flor
de harina amasada con aceite, un cuartillo de aceite 22 y dos tórtolas o dos pichones, según sus
recursos, uno como sacrificio por el pecado y otro como holocausto. 23 Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la
entrada de la Tienda de las Citas, para su purificación delante de Yavé. 24 El sacerdote tomará el cordero del sacrificio
por el delito y el cuartillo de aceite, y los mecerá como ofrenda ante Yavé. 25 Después de haber sacrificado el cordero del
sacrificio por el delito, el sacerdote
tomará sangre de la víctima de reparación y mojará el lóbulo de la ore ja
derecha del que se purifica y el pulgar de su mano derecha y el de su pie
derecho. 26 Luego derramará parte del aceite sobre la
palma de su mano izquierda; 27 con un dedo de su mano derecha hará ante Yavé
siete aspersiones con el aceite que tiene en la palma de la mano izquierda; 28 untará con el aceite que tiene en su mano el
lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y
el del pie derecho, en el lugar donde puso la sangre de la víctima por el
delito. 29 Derramará el resto del aceite que le quede en
la mano sobre la cabeza del que se purifica, haciendo reparación por él ante
Yavé. 30 Luego sacrificará una de las tórtolas o
pichones, 31 según los recursos del que ofrece, uno como
sacrificio del pecado y otro como holocausto, además de la oblación. De
este modo el sacerdote hará la expiación
ante Yavé por aquel que se purifica. 32 Esta es la ley de purificación para el leproso
de escasos recursos.»
A pesar de ser advertido por Jesús de no
divulgar su sanación, él salió y se puso a proclamarlo por todas partes, el
leproso es el primer apóstol de Jesús, debido a su proclamación Jesús no podía
presentarse en público y se quedaba fuera en lugares despoblados (ἐρήμοις gr.
erémois. También lugares solos).
ACTUALIZACIÓN
Para
recibir la sanación, el leproso tuvo que acercarse a Jesús, si no hubiera
tenido la fe en que iba a ser sanado no se hubiera producido el milagro. Contra
toda prescripción de la Ley vemos que tanto el leproso como Jesús la
desobedecen y le dan un nuevo giro a esa enfermedad donde lo más importante es
regresar a la vida a la persona enferma. Para recibir sanación de nuestras
enfermedades tanto espirituales necesitamos tomar las dos acciones del leproso;
Buscar a Jesús y arriesgarse con una fe ciega.
A
pesar de ser advertido por Jesús de no divulgar su sanación, el leproso esparció
por todos los lugares lo que había recibido, hasta el punto de que Jesús tenía
que quedarse en lugares despoblados, el leproso que es el primer apóstol de Jesús
por predicar su sanación y todo lo que había visto y oído de él, nos deja una enseñanza muy clara a los
cristianos, debemos esparcir el aroma del Evangelio por todos los lugares, se
hace necesario llegar primeramente al que tenemos al lado para luego pregonar a
todos. Hoy existen muchos “vehículos” para inculturar el Evangelio de forma rápida,
entre algunos de ellos tenemos el internet, que es un medio para llegar a
personas en masa, la música también debe aprovecharse al máximo, vemos como en
algunas parroquias tienen grupos musicales y solamente cantan en la Iglesia y
no salen a los lugares más pobres y con menos recursos para adorar a Dios.
Para
Jesús lo importante es la persona, es por ello que tenemos que mirar con ojos
de misericordia a todos nuestros hermanos, no importa el pecado en el que estén
inmersos, todos somos pecadores, no importa lo que en un momento determinado
hayamos sido, importa es lo que somos actualmente, Dios tiene muy mala memoria
y no almacena en su corazón las faltas graves que hemos cometido en contra de
él en el pasado.
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