EL LEPROSO ES EL PRIMER APÓSTOL DE JESÚS (Mc 1,40-45)

miércoles, 11 de febrero de 2015

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El relato del  leproso se encuentra en los tres sinópticos (Mc 1,40-45; cf. Mt 8,1-4; Lc 5,12-16). Se le acerco a Jesús “suplicando” (παρακαλῶν gr. parakalon) y arrodillándose (γονυπετῶν gr. gonupeton) le dice: “Si quieres puedes sanarme”. La palabra “sanarme” es utilizada en el evangelio solo en los tres relatos de los sinópticos (καθαρίσαι gr. katharisai del verbo katharizo que traduce por hacer (limpio, desaparecer, purificar).  Jesús se “compadeció” (σπλαγχνισθεὶς gr. splagchnistheis. En otras traducciones dice “airado”. Particularmente prefiero el verbo compadecer ya que encaja mucho mejor en el contexto), extendió la mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, quedas limpiado”. El leproso según el Levítico 13,45-46 debía ir gritando “impuro, impuro”, debía de vivir apartado y su morada debía ser fuera del campamento. Ni al leproso ni a Jesús le importaba lo que prescribía la ley, para Jesús lo importante es la persona, para el leproso es su sanación, los dos quedaron impuros y envueltos en pecado (Lv 5,3-6).
Al momento de pronunciar las palabras de aceptación por parte de Jesús para ser curado el leproso inmediatamente se le fue la “lepra” (λέπρα) y quedo “sano” (ἐκαθαρίσθη gr. ekatharísthe. Verbo aoristo pasivo). Jesús lo despide y le advierte que no se lo cuente a nadie. El secreto mesiánico debe mantenerse bien guardado, todavía es muy temprano para que las personas entiendan a que verdaderamente vino Jesús, su mensaje empezará a ser comprendido luego de su muerte.
El leproso fue enviado a presentarse al “sacerdote” (ἱερεῖ gr. hierei), y a presentar para la purificación la “ofrenda” (προσένεγκε gr. prosénenke) que prescribió  Moisés para que sirva de “testimonio “(μαρτύριον gr. martúrion) a ellos.   El libro del Levítico en el capítulo 14 habla sobre la purificación de los enfermos de lepra:
·        1 Yavé habló a Moisés y le dijo: 2 «Esta es la ley para el día de la purificación del leproso, cuando lo lleven al sacerdote. 3 El sacerdote saldrá fuera del campamento para examinarlo y comprobar que la llaga de la lepra ha sido sanada. 4 El sacerdote mandará traer para el que ha de ser purificado dos pájaros vivos y puros, madera de cedro, escarlata e hisopo. 5 Después mandará sacrificar uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua fresca. 6 Tomará luego el pájaro vivo, la madera de cedro, la escarlata y el hisopo, y los mojará, incluso el pájaro vivo, en la sangre del pájaro inmolado sobre el agua fresca. 7 Rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, y tras declararlo puro, soltará en el campo el pájaro vivo. 8 El que ha sido purificado lavará sus vestidos, se afeitará todo su pelo, se bañará en agua y quedará puro, y luego volverá al campamento. Pero tiene que quedarse primero siete días fuera de su tienda, 9 y es al día séptimo  cuando se afeitará todo el pelo, la cabellera, la barba y las cejas, es decir, se afeitará todo su pelo; lavará también sus vestidos, bañará su cuerpo en agua y quedará limpio. 10 El día octavo tomará dos corderos sin defecto y una oveja de un año sin defecto; y como oblación tres décimas de flor de harina amasada con aceite y un cuartillo de aceite. 11 El sacerdote que hace la purificación presentará a la persona que se purifica, junto con todas esas cosas, a la entrada de la Tienda de las Citas, delante de Yavé. 12 El sacerdote tomará uno de los corderos para ofrecerlo como sacrificio por el delito, además del cuartillo de aceite, y lo mecerá como ofrenda ante Yavé. 13 Luego sacrificará el cordero en el lugar donde se sacrifica el sacrificio por el pecado y el holocausto, en lugar puro; porque la víctima por el pecado, tanto como la víctima por el delito, pertenece al sacerdote: es una cosa muy santa. 14 Después el sacerdote tomará sangre de la víctima de  reparación y mojará el lóbulo de la oreja derecha del que se está purificando, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. 15 Y, tomando el cuartillo de aceite, el sacerdote echará parte del aceite en la palma de su mano izquierda. 16 Después untará el dedo de su mano derecha en el aceite que tiene en su mano izquierda, y con su dedo hará siete aspersiones de aceite delante de Yavé. 17 Con el aceite restante que tiene en su mano, el sacerdote untará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho, sobre la sangre de la víctima de reparación. 18 Y el aceite que quede en la mano del sacerdote, lo echará sobre la cabeza del que se purifica haciendo en esta forma la expiación por él ante Yavé. 19 El sacerdote ofrecerá el sacrificio por el pecado y hará su reparación por el que se purifica de su impureza; después inmolará el  holocausto, 20 y ofrecerá sobre el altar el holocausto y la oblación. De esta manera el sacerdote hará la súplica por él y quedará limpio. 21 Si el leproso es demasiado pobre para pagar todo eso, tomará un solo cordero como sacrificio de reparación, como ofrenda mecida para hacer reparación por él, y además como oblación una décima de flor de harina amasada con aceite, un cuartillo de aceite 22 y dos tórtolas o dos pichones, según sus recursos, uno como sacrificio por el pecado y otro como holocausto. 23 Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la entrada de la Tienda de las Citas, para su purificación delante de Yavé. 24 El sacerdote tomará el cordero del sacrificio por el delito y el cuartillo de aceite, y los mecerá como ofrenda ante Yavé. 25 Después de haber sacrificado el cordero del sacrificio por el delito,  el sacerdote tomará sangre de la víctima de reparación y mojará el lóbulo de la ore ja derecha del que se purifica y el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. 26 Luego derramará parte del aceite sobre la palma de su mano izquierda; 27 con un dedo de su mano derecha hará ante Yavé siete aspersiones con el aceite que tiene en la palma de la mano izquierda; 28 untará con el aceite que tiene en su mano el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el del pie derecho, en el lugar donde puso la sangre de la víctima por el delito. 29 Derramará el resto del aceite que le quede en la mano sobre la cabeza del que se purifica, haciendo reparación por él ante Yavé. 30 Luego sacrificará una de las tórtolas o pichones, 31 según los recursos del que ofrece, uno como sacrificio del pecado y otro como holocausto, además de la oblación. De este  modo el sacerdote hará la expiación ante Yavé por aquel que se purifica. 32 Esta es la ley de purificación para el leproso de escasos recursos.»
 A pesar de ser advertido por Jesús de no divulgar su sanación, él salió y se puso a proclamarlo por todas partes, el leproso es el primer apóstol de Jesús, debido a su proclamación Jesús no podía presentarse en público y se quedaba fuera en lugares despoblados (ἐρήμοις gr. erémois. También lugares solos).

ACTUALIZACIÓN
Para recibir la sanación, el leproso tuvo que acercarse a Jesús, si no hubiera tenido la fe en que iba a ser sanado no se hubiera producido el milagro. Contra toda prescripción de la Ley vemos que tanto el leproso como Jesús la desobedecen y le dan un nuevo giro a esa enfermedad donde lo más importante es regresar a la vida a la persona enferma. Para recibir sanación de nuestras enfermedades tanto espirituales necesitamos tomar las dos acciones del leproso; Buscar a Jesús y arriesgarse con una fe ciega.
A pesar de ser advertido por Jesús de no divulgar su sanación, el leproso esparció por todos los lugares lo que había recibido, hasta el punto de que Jesús tenía que quedarse en lugares despoblados, el leproso que es el primer apóstol de Jesús por predicar su sanación y todo lo que había visto y oído de él,  nos deja una enseñanza muy clara a los cristianos, debemos esparcir el aroma del Evangelio por todos los lugares, se hace necesario llegar primeramente al que tenemos al lado para luego pregonar a todos. Hoy existen muchos “vehículos” para inculturar el Evangelio de forma rápida, entre algunos de ellos tenemos el internet, que es un medio para llegar a personas en masa, la música también debe aprovecharse al máximo, vemos como en algunas parroquias tienen grupos musicales y solamente cantan en la Iglesia y no salen a los lugares más pobres y con menos recursos para adorar a Dios.

Para Jesús lo importante es la persona, es por ello que tenemos que mirar con ojos de misericordia a todos nuestros hermanos, no importa el pecado en el que estén inmersos, todos somos pecadores, no importa lo que en un momento determinado hayamos sido, importa es lo que somos actualmente, Dios tiene muy mala memoria y no almacena en su corazón las faltas graves que hemos cometido en contra de él en el pasado. 
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