Los
sacerdotes casados “están en mi agenda”, dijo ayer jueves el Papa en un
encuentro con miembros del clero de Roma en El Vaticano,
aunque no explicó en qué sentido intervendrá y admitió que se trata de una “situación difícil”.
aunque no explicó en qué sentido intervendrá y admitió que se trata de una “situación difícil”.
En
su anual encuentro con los sacerdotes de la capital italiana, en el Aula Pablo
VI, el líder católico respondió una serie de preguntas, entre otras una que le
dirigió Giovanni Cereti, quien dejó el sacerdocio para casarse.
Cereti
le cuestionó si podría ser readmitido al sacerdocio pese a tener mujer. El
Pontífice explicó que se trata de un problema de no fácil solución, que es una
cuestión importante para la Iglesia y que la Congregación para el Clero del
Vaticano lo está estudiando.
Entonces
reveló que el martes 10 de febrero, en su misa matutina en la capilla de la
Casa Santa Marta, estuvieron presentes siete sacerdotes que festejaban 50 años
de ministerio y otros cinco que dejaron el sacerdocio porque están casados.
Y
luego dirigiéndose a Ceretti, que hizo referencia a la praxis de los sacerdotes
católicos de rito oriental (los cuales pueden conducir su ministerio pese a ser
casados), contestó: “El problema está presente en mi agenda”.
Actualmente
la Iglesia católica mantiene el requisito del celibato sacerdotal para el rito
latino, es decir la mayoría de los curas del mundo. Pero se trata de una norma
disciplinar y no de un dogma, por lo tanto la doctrina no impediría una
modificación al respecto.
Según
algunas informaciones de buena fuente, desde la elección del Papa y a causa de
la percepción generalizada de que impulsará cambios drásticos, comenzaron a
llegar al Vaticano decenas de cartas de sacerdotes casados pidiendo ser
readmitidos en el ministerio.
Su
encuentro de este jueves con los sacerdotes romanos, Francisco lo dedicó a
ofrecer algunas recomendaciones sobre los sermones y la forma en celebrar la
misa.
Señaló que las homilías no deben
ser “sofisticadas” ni un “show”, sino mostrar la capacidad de los ministros de
entrar en comunión con el pueblo de Dios.
Estableció
que si una homilía está bien hecha puede atraer a los fieles más distraídos,
que sólo van a misa cuando hay un funeral o un matrimonio, y pueden interesarse
en la palabra de Dios en lugar de quedarse fuera de la iglesia fumando.
Asimismo,
advirtió que ante la carencia de vocaciones al sacerdocio, los obispos deben
tener mucho cuidado para que no entren a los seminarios personas que eligen ese
camino para esconder “desequilibrios psíquicos”.
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