El
obispo de la localidad bogotana de Fontibón, monseñor Juan Vicente Córdoba,
encendió una gran polémica en Colombia al defender abiertamente la
homosexualidad y asegurar: "no sabemos si alguno de los discípulos (de
Cristo) era 'mariconcito'".
El
obispo dejó claro que la homosexualidad "no es pecado" y remarcó:
"un homosexual puede ser santo, un heterosexual puede ser santo o no
santo".
Luego
de estas declaraciones tan infames y fuera de orden, el obispo de Bogotá y
exsecretario de la Conferencia Episcopal de Colombia se disculpo en una nota
aclaratoria que reproduzco más abajo.
La
pregunta que yo me hago es de donde sacó esta locura este obispo, de la Biblia
no es porque creo que tiene muchos años que no la lee, luego de encender la polémica
viene y se disculpa de todo lo que dijo, es decir se contradice plenamente.
Quiero aclararle a este obispo que la Iglesia Católica no rechaza al
homosexual, por el contrario repudia el
acto homosexual porque es considerado por Dios como una “abominación” hb. “תֹּועֵבָה
toevah” que significa abominable, abominación, idolatría, ídolo.
Solamente citare dos textos, pero son muchos de los que
se puede hablar.
Lv 18,22 No te acostarás con varón como con mujer; es abominación.
Lv 20,13 Si alguien se acuesta con varón, como se hace
con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá
sobre ellos.
Si a este obispo le parece estos dos textos fuera de
contexto, entonces que se lea el pasaje de Sodoma y Gomorra.
Estas declaraciones son muy alarmantes ya que deja
entrever ciertas posturas que contradicen lo dicho por Dios en la Biblia.
NOTA ACLARATORIA DE MONS. JUAN
VICENTE CÓRDOBA VILLOTA, OBISPO DE FONTIBON
Fontibón,
15 de mayo de 2015 Los medios de comunicación, nacionales e internacionales,
han reproducido ampliamente algunos apartes de mi reciente intervención en un
foro convocado por la Fundación Buen Gobierno, la Universidad de Los Andes y la
Fundación Colombia Diversa. Con el fin de evitar interpretaciones erróneas,
quiero manifestar a los fieles católicos y a la opinión pública lo siguiente:
1. Acojo plenamente, con firme y plena convicción, la doctrina moral de la
Iglesia Católica sobre la homosexualidad que, aunque como mera inclinación
sexual no constituye pecado, es justamente considerada como una tendencia
"objetivamente desordenada" (cfr. Catecismo, n. 2358). 2. De igual
modo, como he repetido en diversas ocasiones, considero “que los actos
homosexuales son también intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley
natural. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No
pueden recibir aprobación en ningún caso” (cfr. Catecismo, n. 2357). En efecto,
“las personas homosexuales están llamadas a vivir la castidad. Mediante virtudes
de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el
apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental,
pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”
(cfr. Catecismo, n. 2359). 3. Reitero, por tanto, que las afirmaciones
realizadas durante el mencionado foro académico no han tenido la intención de
controvertir o modificar esta sólida e inamovible posición moral de nuestra
Iglesia. La intención de mis afirmaciones no era otra que la de expresar al
público asistente, en su mayoría formado por líderes y miembros de la comunidad
LGBTI, el respeto que la Iglesia Católica tiene por toda persona humana. Con
amor de madre, la Iglesia acoge a todos los hombre y mujeres sea cual sea su
condición, consciente de que más allá de sus inclinaciones sexuales -e incluso
de su comportamiento sexual- toda persona tiene la misma dignidad fundamental
ante Dios y ante el Estado. Los hombres y mujeres con tendencias homosexuales
"deben ser acogidos siempre con respeto, compasión y delicadeza. Se
evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta" (cfr.
Catecismo, n. 2358). 4. Para ilustrar a los asistentes sobre dicha realidad
-desconociendo la presencia de medios de comunicación en la sala- me permití
utilizar algunas expresiones coloquiales que, fuera del contexto del encuentro
académico y del diálogo establecido con los asistentes, resultan claramente
desafortunadas. Pido sinceras disculpas a quienes pudieron sentirse
escandalizados o heridos por estas lamentables expresiones a las que no puede
dárseles ningún valor teológico o moral. 5. A pesar de la polémica suscitada,
algo importante hay que resaltar en este acontecimiento. Este primer encuentro
oficial y público de un Obispo colombiano con la comunidad LGBTI, demuestra que
si es posible acercarse a quien piensa distinto para establecer un diálogo
sincero y franco que nos lleve a derribar los muros y a descubrirnos mutuamente
como hermanos. En ese sentido, como Obispo y como sacerdote, me siento
satisfecho de haber cumplido este importante paso de acercamiento que, espero,
abra el camino para otros encuentros futuros. 6. Quiero agradecer, por último,
la comprensión y la oración de mis fieles, de mis sacerdotes y de mis hermanos
Obispos, que han sabido interpretar la finalidad pastoral de mis afirmaciones y
han valorado mi esfuerzo por llevar a los hijos de Dios, en ocasiones alejados
de la Iglesia, el rostro de la misericordia y del amor divinos. Dios los
bendiga a todos,
+ Juan Vicente Córdoba Villota, S.J. Obispo de Fontibón
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