En
el texto Jn 6,60-69 se hace distinción entre los “discípulos” y los “doce”,
los primeros son discípulos en sentido
amplio (seguidores, simpatizantes, adictos).
Luego
del discurso sobre “el pan de vida” (Jn 6,22-59) por parte de Jesús, muchos discípulos
que lo habían escuchado comentaban que era muy “duro” (σκληρός gr. sklerós) el
“discurso” (λόγος gr. palabra, mensaje, enseñanza).
Jesús
sabiendo que los discípulos murmuraban les dijo que si esas palabras eran “escándalo”
(σκανδαλίζει gr. skandalízei de skandalízo que denota hacer tropezar, ofender),
sin embargo les dice que lo mejor aun no habian visto: “¿Y cuando veáis al Hijo
del hombre subir adonde estaba antes?” (Jn 6, 62). Jesús es tajante al decirles
que El Espíritu es el que “vitaliza” (ζωοποιοῦν gr. zoopoioun), mientras que la
carne para nada es “útil” (ὠφελεῖ gr. ofelei. También provecho, beneficioso).
En
las quejas de los discípulos salió a relucir la poca fe de ellos, él sabía quién
lo iba a traicionar. Desde ese momento muchos discípulos abandonaron al Señor.
El
v. 67-69 nos relata el encuentro de Jesús con los “doce”, por eso les dice: “También
ustedes quieren irse”, a lo que Simón Pedro en nombre de todos:¿ A quién
iremos? “Tú tienes palabras de vida eterna”. La palabra “Vida” (ζωῆς gr. zoes) en
este contexto indica vida sobrenatural, y “eterna” (αἰωνίου gr. aioníou de aiónios)
significa lo perpetuo, lo que no tiene fin. Sigue Pedro y exclama: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente”.
Pedro
respondió en nombre de todos, se ve que él se considera y que otros lo
reconocen como el principal del grupo. Quizás le había preguntado a todos,
ellos no abandonaran al Señor, no se irán a ninguna parte.
Es
el momento propicio para preguntarnos también nosotros si hemos abandonado al
Señor. Muchos a la más pequeña difícil situación dejan a un lado a Jesús, quizás
por miedo, comodidades, falta de fe, pero sobre porque no han comprendido el
mensaje que trae salvación.
El
mundo se encuentra en una debacle, hace falta más compromiso y testimonio,
debemos salir a expandir el Evangelio, nos hemos vueltos cristianos
domingueros, creemos que con ir a la misa dominical ya hemos cumplido con Dios,
apenas es el inicio de una gran cruzada que debe emprenderse. Es el Espíritu de
Dios quien debe guiarnos, no la carne. El apego a las cosas materiales ha
esterilizado al hombre de buenas obras, se ve al otro muchas veces como algo
sin importancia, incluso, muchas veces como enemigo.
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