La
Iglesia Católica parece que ahora si está pendiente de aquellos sacerdotes que
hacen todo tipo de espectáculos en Misa, y que no valoran los libros
litúrgicos. Inventan todo tipo de actos, en muchas ocasiones la realizan de una
forma rápida como para atender otras cosas. Muchas veces también se ve el
Leccionario sucio e incluso sin la tapa dura que lo protege. La noticia la ha
publicado Juanjo Romero en Infocatolica y aquí está el articulo completo.
"Sigo el caso desde hace unos meses. Más que una extrañeza
local resulta un episodio sobre el que podemos extraer algunas enseñanzas,
máxime por la intervención directa de la Congregación del Clero. Ojalá siente
precedentes.
El obispo de Belleville (Illinois), Edward Braxton, en el
ejercicio de la misión que tiene encomendada –enseñar, santificar y gobernar–,
decidió suspender al Padre William Rowe por saltarse a la torera las rúbricas e
improvisar las oraciones durante la celebración de la Santa Misa. No era un
hecho puntual, las quejas que recibía el obispo y su actuación pastoral
llevaban en marcha más de cinco años.
Con la entrada en vigor de la nueva traducción del Misal para
habla inglesa, Braxton aprovechó para recordar a todos los sacerdotes de su
diócesis que los fieles tenían derecho a asistir a una misa católica.
En julio fue efectiva la decisión de suspensión, se le retiraba
las licencias para administrar sacramentos al sacerdote, ya se le había pedido
previamente la renuncia y con el típico jueguecito de que sí pero no seguía con
sus creatividades litúrgicas.
El sacerdote apeló y el caso pasó a la Congregación del Clero que
ha dictaminado queel obispo había cometido errores procesales, pero que ha
hecho bien, que el sacerdote, si quiere, puede irse a otra diócesis:
«siempre y cuando haya reconocido su error y formalmente prometa
que se ajustará a los ritos y las rúbricas de la sagrada liturgia establecidos
por las autoridades eclesiásticas competentes»
a la vez que confirma que la «remoción» de la parroquia es correcta
La carta del cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la congregación,
dice además con gran fortaleza:
Los textos litúrgicos no sólo son una fuente fecunda para el
alimento espiritual de los fieles, sino que expresan profundamente la comunión
de la Iglesia. Cualquier desviación de las normas y textos litúrgicas aprobados
constituye un enorme daño a la vida de la Iglesia.
Contra esta resolución vaticana cabe recurso, pero el expárroco ha
declinado, dice que no lo volverá a hacer.
Este caso demuestra que cuando un obispo quiere actuar, actúa, y
que estos temas son serios. Cinco años de tomadura de pelo se me antojan de una
paciencia digna de Job. También que la Iglesia es lo suficientemente garantista
como para matizar una decisión desproporcionada (a mi no me lo pareció).
Pero también muestra el papel activo de los parroquianos, que
estaban hasta las narices de no poder asistir a una misa católica, que la
representación creativa del Padre Rowe no lo era. Y proporcionaron al obispo
las denuncias y las pruebas en la defensa de sus derechos.
Desgraciadamente somos testigos de sacerdotes que malcelebran la
misa, que se inventan las oraciones y que de nada vale decir nada porque nada
se hace al respecto. Ojalá cunda el ejemplo entre sus colegas episcopales, me
gustaría que mi obispo interviniese como lo ha hecho el estadounidense, casos
no le faltan y conocimiento de los mismos tampoco".
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