He podido conversar con muchas personas que reniegan de alguna manera de su imperfección, sin embargo, también muchas han afrontado sus problemas y se han aliado a Jesús y han podido salir de la “oscuridad donde se encontraban”.
Algunas madres sufren por la condición de sus hijos, bien sea porque son violentos, cometen delitos, han nacido con algún defecto etc. En cada caso la medicina es la misma, sanar con el amor que Jesús nos tiene a cada uno de nosotros, es preciso orar sin cesar para que la situación cambie. Pude conocer a una joven hermosa que tenía una vida por delante, sin embargo en un descuido de su hermano con un arma, está se disparo y la joven queda ciega para siempre. Muchas personas pensaban que ella no iba a salir del trance, sin embargo su madre que era el único sostén del hogar, se aferró a Jesús y la lleno de amor tanto a ella como a su hermano. Al cabo de unos años la joven que había quedado ciega trabajaba en otro estado y estudiaba. En la joven se manifestó el relato del ciego de nacimiento Jn 9,1-3 en la que Jesús le responde a los discípulos “Ni él peco, ni sus padres, es para que se manifiesten en él las obras de Dios”. Que cada imperfección, cada problema, sea una ocasión para que se manifieste en nosotros el poder de Dios, porque “Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá” Sal 27,10
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios