El Resucitado se manifiesta en los caminos de los hombres, en la Palabra, en el compartir y en la Iglesia que confirma su presencia. Sin embargo para confirmar la presencia de Jesús vivo la comunidad eclesial necesita tener experiencia del Resucitado, es lo que sucede en el relato.
La misión de todos los
creyentes es anunciar a todos el testimonio de Jesús, de modo que el Resucitado
no es propiedad de nadie. La misión de la Iglesia es señalarlo en todo momento,
con la intención de que lo reconozcan, y, en la libertad, se decidan o no a
seguirlo.
El texto nos dice “Entonces
les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. Necesitamos
del Espíritu Santo para digerir y comprender todas las enseñanzas de la Biblia
ya que con nuestro intelecto es insuficiente y se corre el riesgo de
convertirse en una ideología individual y no en una Palabra que trae salvación
a nuestras vidas.
Al final del Evangelio se
habla de los elementos esenciales del Kerigma:
1. Lo que Jesús tenía que
padecer, es decir su muerte (Is 53,7-12; Zac 13,7; Sal 22).
2. Que había de resucitar
(Sal 116,8-11; Hech 2,25-28).
3. La necesidad de volverse
a Dios (Jr 31,34; Hech 13,47).
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