Entrevista de Kasper a “Commonweal”: “El Papa me dijo que cree que
el 50 por ciento de los matrimonios no es válido”.
“Hay
algunos que creen que la Iglesia es para los puros. Se olvidan que la Iglesia
es una Iglesia de pecadores. Todos somos pecadores. Y estoy feliz de que sea
así, porque si no lo fuera no formaría parte de ella. Es una cuestión de
humildad… Tengo la impresión de que esto es muy importante para Papa Francisco.
No le gusta la gente que está en la Iglesia solo para condenar a los demás”.
Son las palabras del cardenal alemán Waler Kasper, autor de la relación sobre
los problemas de la familia leída en el Consistorio de febrero de este año.
Continúa, pues, la discusión sobre el que se está prefigurando como argumento
más delicado del Sínodo extraordinario sobre la familia que se llevará a cabo
en octubre: los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar por
lo civil.
Kasper respondió a algunas objeciones de sus críticos con una larga
entervista a la revista estadounidense “Commonweal”. Partiendo de la relación
que pronunció durante el consistorio y de la posibilidad de volver a admitir a
los sacramentos a los divorciados que vivan una vida cristiana y que hayan
recorrido un camino penitencial, Kasper dijo: “No puedo imaginar una situación
en la que un ser humano haya caído en un abismo y no haya vía de escape. A
menudo no se puede volver al primer matrimonio. Si esto es posible, debería
haber una reconciliación con la esposa o con el esposo, pero, a menudo, esto no
es posible”.
“En
el Credo -añadió el purpurado- decimos que creemos en el perdón de los pecados.
Si hubiera esta falta, y si existiera el arrepentimiento, ¿la absolución no
sería posible? Mi pregunta pasa a través del sacramento de la penitencia,
mediante el cual hemos accedido a la santa comunión. Pero la penitencia es la
cosa más importante: el arrepentimiento por lo que salió mal y una nueva
dirección de vida. La nueva casi familia o la nueva relación deben ser sólidas,
y hay que vivir de forma cristiana. Un tiempo de nueva orientación (metanoia)
sería necesario. No para castigar a las personas, sino para una nueva dirección
de vida, porque el divorcio es siempre una trgedia”. Después Kasper se
preguntó: “¿No es posible la absolución en este caso? Y si la absolución es
posible, ¿lo es también la santa comunión? Hay muchos argumentos de nuestra
tradición católica que podrían permitir este proceder”. El cardenal habló
también sobre las enseñanzas de la iglesia, que indican, para los divorciados
que se han vuelto a casar que quieran obtener la absolución y la comunión, que
deben abstenerse de tener relaciones sexuales, viviendo como “hermano y
hermana”. “¿Vivir juntos como hermano y hermana? Naturalmente tengo un enorme
respeto por los que están haciendo esto -dijo Kasper. Es un acto heroico, y el
heroísmo no es para el cristiano promedio. Y podría crear nuevas tensiones.
El
adulterio no es solo un comportamiento sexual erróneo. Es dejar una “Familiaris
consortio”, una comunión, y para establecer una nueva […] Yo creo que sí, que
la absolución es posible. Misericordia significa que Dios da a todos los que se
convierten y se arrepienten una nueva posibilidad”. “Quisiera decir -explicó el
cardenal alemán- que las personas deben hacer lo que sea posible en sus
situaciones. No somos capaces, como seres humanos, de alcanzar siempre un
ideal, lo mejor. Debemos hacer lo mejor posible en una determinada situación.
Una posición, esta, que se encuentra entre el rigorismo y el laxismo. El
laxismo no es posible, naturalmente, porque iría en contra de la llamada a la
santidad de Jesús. pero tampoco el rigorismo pertenece a la tradición de la
Iglesia”. “Alfonso María de Liguori -explicó Kasper- era un rigorista al
inicio. Después trabajó con gente simple en Nápoles y descubrió que no es
posible ser rigoristas. Era un confesor”.
El cardenal también aludió al llamado
“equiprobabilismo”, tesis que surgió en el terreno de la casuística jesuita y
que hicieron suyo justamente el santo napolitano y su congregación. El
principio fundamental consiste en la afirmación de que una regla moral es
realmente incierta, por lo que no sería vinculante, solo cuando las oponiones
en contra y a favor de la misma cuenten con un grado de probabilidad igual.
“Estoy de acuerdo con esto. Y, obviamente, dado que Alfonso María de Liguori es
el patrón de la teología moral, no vamos mal acompañados si nos basamos en él.
Tomás de Aquino escribió sobre la virtud de la prudencia, que no critica la
regla común, sino que se aplica en lo concreto y en una situación muy
complicada. Entonces, creo que existen argumentos en la tradición”. Kasper,
después de haber explicado que la primera unión, la única sacramentalmente
válida, debe haber fracasado verdaderamente sin ninguna posibilidad, citó el
ejemplo de la culpa en la que incurriría un cónyuge al dejar la nueva unión
civil, es decir “la ruptura de la segunda familia. Si hay niños, no se puede hacer.
Si tú te comprometiste con una nueva pareja, si diste tu palabra, no es
posible”.
El cardenal también afrontó el tema de la falta de fe en los
matrimonios religiosos. “Este es un verdadero problema. He hablado con el Papa
sobre esto, y me dijo que cree que el cincuenta por ciento de los matrimonios
no son válidos. El matrimonio es un sacramento. Un sacramento que presupone la
fe. Y si la pareja desea solo una ceremonia burguesa en una Iglesia porque es
más bonito, más romántico con respecto a una ceremonia civil, hay que
preguntarse si hay fe y su fueron realmente aceptadas todas las condiciones
para la validez sacramental del matrimonio”, que son la unidad de los esposos,
la exclusividad de su relación y su indisolubilidad. “Muchos canonistas
-continuó Kasper- me dicen que hoy, en nuestra situación plural no podemos
presuponer que las parejas den su consetimiento verdaderamente a lo que la
Iglesia exige. A menudo hay mucha ignorancia. Por lo tanto hay que subrayar y
reforzar la catequesis prematrimonial. A menudo se hace de forma muy
burocrática. Y, por el contrario, debemos hacer catequesis… Debemos hacer mucho
más en la catequesis prematrimonial, porque no podemos presuponer que todos los
que son formalmente cristianos tengan la fe.
No sería realista”. Kasper
respondió directamente a las críticas del arzobispo de Bologna, el cardenal
Carlo Caffarra, que le había preguntado: “Y entonces, ¿qué pasa con el primer
matrimonio?”. “El primer matrimonio es indisoluble -responde Kasper-, porque el
matrimonio no es solo una promesa entre dos partes; es también una promesa de
Dios, es lo que Dios hace y ha hecho en todos los tiempos. Por lo tanto, el
vínculo del matrimonio permanece. Naturalmente, los cristianos que dejan su
primer matrimonio han fracasado. Esto está claro. El problema es cuando no hay
manera de salir de tal situación. Si vemos la acción de Dios en la historia de
la salvación, vemos que Dios da a su pueblo una nueva posibilidad. Esta es la
misericordia. El amor de Dios no se agota porque un ser humano haya fracasado,
si se arrepiente. Dios ofrece una nueva posibilidad, sin anular las exigencias
de la justicia: Dios no justifica el pecado. Pero justifica al pecador. Muchos
de quienes me critican no entienden esta diferencia. Dicen: de esta manera nosotros
queremos justificar el pecado. No, nadie quiere esto. Pero Dios justifica al
pecador que se convierte. Esta diferencia aparece desde Agustín”. “No niego
-continúa el cardenal alemán- que el vínculo del matrimonio permanezca. Pero
los padres de la iglesia tenían una imagen estupenda: si hay un naufragio, tú
no obtienes una nueva nave para salvarte, sino una chalupa que te permitirá
sobrevivir. Esta es la misericordia de Dios, darnos una barquita que nos
permita sobrevivir. Este es mi enfoque para el problema. Yo respeto a los que
tienen una postura diferente, pero, por otra parte, hay que ver cuál es la
situación concreta de hoy. ¿Cómo podemos ayudar a las personas que luchan en
estas situaciones? Sé que estas personas, a menudo mujeres, están muy comprometidas
en la vida parroquial; hacen todo lo posible por sus hijos. Conozco a una mujer
que estaba preparando a su hija para la primera comunión. El párroco dijo que
la chica podía ir a recibir la santa comunión, pero la mamá no. Se lo conté al
Papa y el me dijo: ‘No, esto es imposible’”. En cuanto a las segundas nupcias
celebradas por lo civil, Kasper afirmó: “El segundo matrimonio, naturalmente,
no es un matrimonio en el sentido cristiano. Y yo estaría en contra de
celebrarlo en una Iglesia. Pero hay algunos elementos del matrimonio. Quisiera
comparar esta situación con la forma en la que la Iglesia católica ve a las
demás Iglesias. La Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, pero hay
otras Iglesias que tienen elementos de la verdadera Iglesia, y nosotros
reconocemos estos elementos. De la misma manera, podemos decir: el verdadero
matrimonio es el sacramental; el segundo no es un matrimonio en el mismo
sentido, pero tiene elementos del primero: la pareja se cuida recíprocamente,
están vinculados exclusivamente uno al otro, pretenden permanecer en este
vínculo, cuidan a los niños, llevan una vida de oración, y así… No es la mejor
situación. Es la mejor situación posible”. “De ninguna manera puedo negar la
indisolubilidad del matrimonio sacremantal -aclaró Kasper en la entrevista.
Sería estúpido. Debemos hacer que se respete, y ayudar a las personas a que la
entiendan y a que la vivan. Esta es una tarea de la Iglesia. Pero debemos
reconocer que los cristianos pueden fracasar, y entonces tenemos que ayudarlos.
A todos los que dicen que viven en una situación de pecado, les respondería que
Papa Benedicto XVI ya dijo que estos católicos pueden recibir la comunión
espiritual. Comunión espiritual significa estar unido con Cristo. Pero si yo
estoy unido con Cristo, no puedo vivir en una situación de pecado grave. Y
entonces, si pueden recibir la comunión espiritual, ¿por qué no pueden recibir
la comunión sacramental? Creo que hay muchos problemas también con la posición
tradicional, y Papa benedicto reflexionó mucho sobre esto: me dijo que estas
personas deberían tener medios de salvación y de comunión espiritual […] Estar
en comunión espiritual con Cristo significa que Dios ha perdonado a esta
persona. Y lo mismo la Iglesia -concluyó el cardenal-, mediante el sacramento
del perdón, debería ser capaz de
perdonar si Dios lo hace. De lo contrario habría una oposicion entre Dios y la
Iglesia, y este sería un enorme problema”.
ANDREA TORNIELLI
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