El
Sínodo extraordinario sobre la familia afronta plenamente la cuestión de los
divorciados que se han vuelto a casar. Siguiendo el orden del “Instrumentum
laboris”, el documento base, los padres sinodales se ocuparon del tema (que ya
había surgido en las discusiones anteriores) a partir de ayer por la tarde.
En el aula, ha habido un «“crescendo” de participación, pasión e involucración», explicó el padre Federico Lombardi, director de la Sala de prensa vaticana, y se delinearon dos líneas: una a favor y la otra en contra de la admisión, en ciertos casos, a la comunión; ambas, como sea, fieles a las enseñanzas de Jesús, tanto en relación con la misericordia como en relación con la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Todavía no es momento para hacer cálculos oficiales, subrayó Lombardi: en el Sínodo no se hacen cuentas.
En el aula, ha habido un «“crescendo” de participación, pasión e involucración», explicó el padre Federico Lombardi, director de la Sala de prensa vaticana, y se delinearon dos líneas: una a favor y la otra en contra de la admisión, en ciertos casos, a la comunión; ambas, como sea, fieles a las enseñanzas de Jesús, tanto en relación con la misericordia como en relación con la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Todavía no es momento para hacer cálculos oficiales, subrayó Lombardi: en el Sínodo no se hacen cuentas.
Surgieron,
pues, dos líneas, dijo Lombardi en la rueda de prensa cotidiana: una que «dice
con mucha decisión que el anuncio del Evangelio sobre el matrimonio exige, si
el vínculo es válido, que no sea válida la admisión a los sacramentos, por
coherencia de la doctrina con la fidelidad a las palabras del Señor»; la otra,
en cambio, recuerda que «Jesús ve las situaciones vividas desde la clave de la
misericordia» y «sale al encuentro» de las «diferentes situaciones
específicas», por lo que se ha llegado a plantear la hipótesis de, en ciertos
casos, permitir el acceso a la Eucaristía. De cualquier manera, indicó
Lombardi, «las personas más preocupadas por la doctrina no son ajenas a los sufrimientos
de las personas en dificultades» y los que proponen la apertura «no niegan de
ninguna manera la indisolubilidad del matrimonio».
Estas
dos tendencias se pueden apreciar en la síntesis de las discusiones de ayer por
la tarde y hoy por la mañana, difundida hoy por la Sala de prensa de la Santa
Sede y en la que no se indica quién afrontó cuál argumento. Durante el debate
de ayer, «se insistió con fuerza en que es necesaria una actitud de respeto
hacia los divorciados que se han vuelto a casar, porque, a menudo, viven
situaciones de disgusto o injusticia social, sufren en silencio y tratan, en
muchos casos, mediante un recorrido gradual, de llegar a participar más
plenamente en la vida eclesial. La pastoral debería ser, pues, no represiva,
sino totalmente misericordiosa». Durante la discusión libre de ayer por la
tarde se dijo que «es importante evitar atentamente dar un juicio moral, hablar
de “estado permanente de pecado”, y tratar, por el contrario, de hacer
comprender que la no admisión al sacramento de la Eucaristía no cancela
completamente la posibilidad de la gracia de Cristo y que se debe, más bien, a
la situación objetiva de la permanencia de un vínculo sacramental indisoluble
anterior. Con esta óptica, se insitió en varias ocasiones en la importancia de
la comunión espiritual. De cualquier manera, se insistió en que estas
propuestas también manifiestan límites y que no hay soluciones “fáciles” a
estas problemáticas». Hoy por la mañana el debate retomó la «cuestión del
acceso al sacramento de la Eucaristía para los divorciados que se han vuelto a
casar». Se subrayó la indisolubilidad del matrimonio, pero también se afirmó
que «hay que ver cada uno de los casos». Se recordó nuevamente que el hecho de
que los divorciados que se han vuelto a casar no puedan comulgar no quiere
decir que no pertenezcan a la comunidad eclesial.
Según
Lombardi, no se puede hablar de mayorías o minorías, porque «en el Sínodo no se
hacen cuentas» y «es absolutamente imposible hacer cuentas según las
intervecniones», puesto que el Sínodo está llevando a cabo su recorrido de
«conocimiento recíproco» y todos escuchan respetuosa e interesadamente. Entre
ayer y hoy, aclaró el padre Thomas Rosica, responsable de la comunicación para
los periodistas de lengua inglesa, «las intervenciones fueron intensas, bellas
y vividas», y los padres sinodales hablaron dirigiéndose «no solo a la mesa de
la presidencia, sino directamente a los demás padres sinodales».
Participó
también en la rueda de prensa el cardenal Francesco Coccopalmerio, presidente
del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, quien explicó que son tres
las hipótesis que está estudiando la comisión creada por Papa Francisco en
agosto (presidida por mons. Pio Vito Pinto) «para tratar de hacer más simple y
veloz del procedimiento para las nulidades matrimoniales»: «la anulación de la
doble sentencia conforme», actualmente en vigor, la anulación de la petición de
un «juez colegiado» y el procedimiento administrativo, es decir la anulación
erogada directamente por el obispo local en el caso de que el matrimonio sea
«ciertamente nulo» y el obispo lo conozca y tenga la certeza de su
credibilidad. No se trata, pues, de introducir el divorcio católico.