El
texto de Mt 22,34-40 tiene sus paralelos en Mc 12,28-34 y Lc 10,25-28. Mt y mc
ponen la perícopa en los últimos días de la vida de Jesús, por su parte Lc la
pone en estas primeras semanas después de la fiesta de los Tabernáculos.
Ninguno de los dos contextos parece seguro, sin embargo creo que el de Lc es más probable debido que el pasaje está más relacionado históricamente, Por un lado, el siguiente episodio nos colocará en Betania, la aldea de María y Marta, por otro lado, el alcance del mandamiento principal es ilustrado con la parábola del Buen Samaritano, cuyo escenario se capta con toda naturalidad o subiendo desde Jericó hasta Betania o mirando desde Betania a Jericó.
Ninguno de los dos contextos parece seguro, sin embargo creo que el de Lc es más probable debido que el pasaje está más relacionado históricamente, Por un lado, el siguiente episodio nos colocará en Betania, la aldea de María y Marta, por otro lado, el alcance del mandamiento principal es ilustrado con la parábola del Buen Samaritano, cuyo escenario se capta con toda naturalidad o subiendo desde Jericó hasta Betania o mirando desde Betania a Jericó.
A
Jesús le pregunta un “legista” (Mt y Lc) que en griego significa “nomikos” que
es el hombre dedicado al estudio de las leyes, es perteneciente a los fariseos.
En Mc el personaje es un “escriba”. La pregunta esta cargada de mucha malicia:
“Maestro, ¿Cuál es el precepto más importante de la Ley?” (Mt 22,36). La
intervención del “legista” viene como
una reacción al hecho de que Jesús apabullo a los saduceos con su respuesta
sobre la resurrección (Mt 22,23-33). Ellos no intervienen por el deseo de
vengar a los saduceos, nunca fueron buenos amigos, quizás su intervención está
plasmada para asegurar que ellos son más
que ellos. Hay que recordar que los fariseos contaban con 613 preceptos en la
Ley. Había que saberlos y practicarlos todos.
La
respuesta Jesús resume todo el At: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.”. Este es el precepto más
importante, sin embargo hay un segundo: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.
Jesús responde combinando Dt 6,5 con Lv
19,18
No se puede decir que
amando a Dios, se ame al prójimo
Una
de las afirmaciones que siempre hemos creído es que si amamos a Dios amamos al
prójimo, y si amamos al prójimo amamos a Dios. Hay que decir que tal afirmación
no es cierta. Son dos amores distintos, el mismo Jesús los diferencia y dice que el precepto más importante es amar a
Dios con todo nuestro ser, luego dice que hay un segundo, y se refiere al amor
al prójimo. El cristiano no puede reducir los dos mandamientos a uno solo, el
amor al prójimo, porque entonces se
elimina a Dios, para quedarse en el solo humanismo, se elimina la teología para
quedarse en la sola antropología.
Jesús
al hablar de estos solo dos mandamientos, los hace interdependientes.
Augustinovich nos dice que “el hombre debe ser amado en Dios, el amor al
prójimo, tal como Jesús lo concibe, no mira al hombre únicamente en su
dimensión natural, sino también en su relación a Dios como su norma y destino”.
Los
gobiernos comunistas y socialistas, entre sus grandes engaños se encuentra el
“amor que ellos le suelen tener al pueblo, sobre todo a los pobres”, pero lo
irónico es que la mayoría dicen no creer en Dios y el pueblo sigue siendo
pobre, más pobre.
Hemos
visto como algunas sectas dicen amar a Dios, han predicado el fin de los
tiempos, unos se han quitado la vida y otros le han dicho a sus seguidores que
regalen sus bienes, sin embargo los cabecillas de estas sectas no hacen lo
mismo.
El
ser humano ama a Dios cuando su conducta es intachable, cuando es obediente y
trata siempre de sembrar el Reino entre sus hermanos, cuando ama al prójimo en
Dios.