En
nuestro artículo de la Verdad sin Tapujos N°6 escribía sobre la delicada
situación que vive en nuestro país producto de la idolatría. Quiero ampliar un
poco más este comentario reflexionando con el libro de Sabiduría 14,12-31.
El
autor del libro critica las estatuas que representan a los seres humanos
convertidos en ídolos, de allí parte la desgracia de todo pueblo, por eso dice:
“La invención de los ídolos fue el
comienzo de la perversión; esa invención corrompió la vida. Porque al comienzo
no existían, ni durarán para siempre. La vanidad humana los introdujo en el
mundo y por eso su destrucción está decidida” (Sab 14,12-14). Nuestro país,
desgraciadamente en estos últimos años se ha visto inmerso en un culto a la
personalidad del Presidente de la Republica, es increíble como ahora se le
reza, se le lleva en estampitas y para algunos Chavez es su santo, de hecho he
podido ver algunas familias que le han colocado un altar. Un verdadero hombre santo no divide al pueblo, lo une para
hacerlo más fuerte, busca de Dios en todo momento, no en las circunstancias
difíciles, no maldice a los pueblos los bendice etc etc etc.
En
estos últimos 15 años se ha querido sacar a Dios de nuestras vidas por un
Hombre Mesías que al fin y al cabo cumplió una labor nada encomiable digna de
todo rechazo. En esta etapa “revolucionaria” se han visto cosas degradantes,
muertes que nunca se habían visto en cuanto a su crueldad, corrupción por
doquier, infamias y peleas queriendo distraer al venezolano siempre con el tema
de la política y dejando a Dios de lado. La Iglesia Católica tiene que ser más
decidida, pronunciarse con firmeza en contra de lo que atente contra la
dignidad del pueblo. No hay que permanecer mudo dejando que la intolerancia y
el odio se acreciente cada vez más.
El
libro de la Sabiduría habla de las consecuencias de aquellos pueblos que caen
en la idolatría, y tal pareciera que se refiere a nuestro país: “Por todas partes sólo hay sangre y muerte,
robos, fraudes, corrupción, mala fe, revueltas, perjurios, confusión en la
gente buena, olvido de los favores, escándalos, prácticas antinaturales,
desórdenes en el matrimonio, adulterio, libertinaje” (Sab 14,25-26).
Sin
lugar a dudas que los grandes males que acechan a nuestro país se derivan de
este culto idolátrico “El culto a los
ídolos, que ni siquiera merecen tal nombre, es el comienzo, la causa y el fin
de todo mal” (Sab 14,27). Es hora que como pueblo regresemos a Dios, es
hora de decidir nuestro futuro, debemos sacar de nuestro corazón toda palabra y
acción que atente contra el hermano, en el trabajo digno y no limosnero podemos
encontrar las bases de un país que necesita un viraje cuyo capitán sea Dios.