EL GOCE ANTICIPADO DE UN FUTURO CELESTIAL “ARRABON”

lunes, 13 de julio de 2015

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El significado de “arrabon” tiene uno de los trasfondos más interesantes y humanos de todas las palabras del NT. Únicamente Pablo la utiliza, y, al parecer, es una de sus palabras favoritas porque la usa tres veces y siempre con relación a lo mismo. En 2 Co 1,22, dice que Dios nos ha dado el  “arrabon” del Espíritu Santo en nuestros corazones. En 2Co 5,5; habla también del  “arrabon” del Espíritu Santo, y, en Ef 1,14, se refiere al Espíritu Santo como el  “arrabon” de nuestra herencia. En los dos primeros casos la Biblia de Jerusalén los traduce como "arras", mientras que en Efesios como “prenda”
En el griego clásico,  “arrabon” significa regularmente la señal en dinero que un comerciante tenía que depositar por anticipado cuando cerraba un trato, dinero que perdía si la operación no se llevaba a cabo. Era la primera entrega o plazo que se pagaba en señal y, a la vez, garantía de que el resto sería amortizado a su debido tiempo.
La palabra es muy común en los papiros, relacionada con documentos comerciales y contratos. Milligan cita algunos usos muy interesantes de ella. Cierta mujer estaba vendiendo una vaca y recibió mil dracmas como  arrabon de que el resto del precio sería pagado. Determinadas bailarinas fueron contratadas para las fiestas de un pueblo; se les adelantó una cierta cantidad en dracmas como  arrabon y se estipuló que dicha cantidad sería tenida en cuenta cuando, tras la representación, cobraran. En el griego secular contemporáneo del NT,  arrabon es normalmente la parte de un pago que se da como seguridad y garantía de que el resto se liquidará después; es una entrega o plazo, pagado por adelantado que es prueba y señal de que la suma total será abonada a su debido tiempo.
Ahora bien, Pablo siempre usa la palabra en conexión con el Espíritu Santo. Por tanto, lo que Pablo está diciendo es que la donación que Dios nos hace del Espíritu Santo, aquí y ahora, es un plazo o entrega, una garantía, un goce anticipado de la vida que el cristiano vivirá, algún día, junto a él.
Las palabras del Apóstol tenían un trasfondo judío. Para un judío, el Espíritu Santo de Dios tenía dos grandes funciones. (a) Dios se dirigía al hombre a través de su Espíritu Santo. El profeta habló porque el Espíritu Santo del Señor estaba sobre él. Fue el Espíritu Santo de Dios quien reveló a Simeón que, antes de morir, vería al Ungido del Señor (Lc 2,25). (b) Pero, también, era el Espíritu Santo quien, morando en el corazón del hombre, capacitaba a éste para reconocer la verdad de Dios cuando la oía. Los judíos creían que el Espíritu Santo de Dios operaba desde  fuera del hombre, trayéndole la verdad,  y, desde  dentro, capacitándolo para reconocerla. El Espíritu Santo, para ellos, era a la vez revelador y piedra de toque de la verdad.

Por eso, cuando Pablo usa la palabra  “arrabon” respecto del Espíritu Santo, su pensamiento es que el conocimiento imperfecto que los hombres poseen ahora es como el primer plazo de todo el conocimiento que un día poseerán; que lo que Dios les ha dicho ahora es la señal y garantía de que un día les dirá todo; que el gozo que viene al hombre ahora, en el Espíritu, es la señal del perfecto gozo que habrá en los cielos. El Espíritu Santo, para el Apóstol, es la garantía que Dios nos da de que, aunque ahora veamos por espejo, oscuramente, algún día veremos cara a cara, y de que, aunque ahora sólo conozcamos en parte, un día conoceremos como fuimos conocidos (1Co 13,12).
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