Florencia y Augusto están casados hace 20 años. Tienen cuatro hijas mujeres, pero a veces pareciera que para Augusto sólo existe una de ellas: la segunda. Su señora teme que esto pueda dañar a las demás.
Cuenta Florencia
Los padres, él o ella, muchas veces sin darse cuenta, tienen preferencias personales subterráneas por algún hijo, aunque digan que a todos se les quiere y se les trata igual. El problema está en que los demás hermanos sí se dan cuenta, y así los padres pueden convertirse en grandes provocadores de celos entre ellos, lo que daña la vida familiar. Cuando se trata de un hijo enfermo o más débil, puede justificarse el trato preferenciero, pero siempre hay que evitarlo, al menos en las demostraciones de cariño externo.
Los hermanos son muy sensibles a estas demostraciones, incluso cuando pueda parecer que pasan inadvertidas. Hay un modo de celebrar, de llamar la atención, de corregir, de pasar por alto pequeñas faltas, como un modo de atender, de contestar las preguntas, que los padres creen que nadie nota. Es un error: los desfavorecidos sí lo notan y se resienten. El amor inteligente debe primar sobre el amor espontáneo, y procurar hacer ver a cada hijo que tiene un sitio especial en el corazón de su padre y de su madre.
Si bien puede ser natural una preferencia secreta -hay empatías o afinidades no del todo conscientes- lo sano es no dejarse llevar por ellas. En todo caso, siempre el otro cónyuge, el que lo advierte, puede hacérselo ver “también de modo inteligente” y suplir con imaginación lo que no se da a los otros.
Permitirse el favoritismo consciente es señal de poco autodominio o de ingenuidad sobre las consecuencias. Los celos no son fáciles de tratar, y su intensidad depende también de los distintos caracteres. A unos les afecta menos que a otros. Igual se debe procurar no fomentarlos.
Este matrimonio lleva 20 años casados, por lo que se puede deducir que las hijas, al menos las mayores, no son tan chicas. Convendría saber cómo reacciona cada una a esta “debilidad” de su papá, en especial la mayor, ya que la “elegida” es la segunda.
Sugerencias para él
No es antinatural ni tampoco extraño que de modo espontáneo se sienta cierto favoritismo por uno de los hijos. Lo sensato es procurar darse cuenta a tiempo para no caer en una provocación de celos innecesarios en los demás. No se trata de intentar “querer menos” al elegido, sino hacer ver a los otros que tienen un espacio grande en tu corazón, y que también son hijos muy queridos. Cada uno, de alguna manera, es único, insustituible, original.
No es tan difícil, además, evitar demostraciones de preferencia (regalos especiales, celebraciones excesivamente entusiastas, correcciones demasiado suaves, dedicación de tiempo que no se da a los otros, etc.).
Por lo mismo, es necesario que no te dejes llevar por los dictados del amor espontáneo, que puede llevar a la injusticia o ser causa de celos. Muchos errores educativos provienen de dejarse llevar por el afecto o los movimientos del corazón. No cabe duda que quieres a tus otras tres hijas, pero no basta con quererlas de modo abstracto, sino de saber manifestar externamente ese cariño.
Te recuerdo una frase sabia de Aristóteles: “Es igualmente injusto tratar igual a desiguales, como tratar desigualmente a iguales”. Piensa en la segunda parte de esta máxima. En este sentido, las cuatro son iguales y no puedes tratarlas desigualmente.
Sugerencias para ella
Tal vez hay algo de exageración inconsciente cuando afirmas que para tu marido, de tus cuatro hijas “sólo existe una de ellas”. Otra cosa distinta es que sienta por ella un afecto casi instintivo.
Sin embargo, no está demás que se lo hagas ver, sin recriminarlo, pero advirtiéndole con mucho cariño que esas demostraciones espontáneas lo pueden llevar a ser causa de los celos de las demás, aunque no necesariamente. Es probable que la segunda tenga algo especial que sus hermanas también admiran.
Con todo, tu papel, además de ayudar a tu marido a ser más objetivo, es el de demostrar a cada una que es intensamente querida. Y una mamá tiene mucha imaginación para saber hacerlo.
También debes cuidar de no ser más dura ni distante con la segunda, porque una cosa es lo que hace su papá y otra tratar de postergarla para igualar la balanza.
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