El abrazo en familia es uno de los programas más exitosos que tiene el episcopado venezolano. Nació con el único objetivo de servir y ayudar a cada una de nuestras familias a ser lo que todos aspiramos: un oasis de paz, de convivencia y amor, de servicio y ayuda a crecer en el cultivo de una vida sana, esperanzada, abierta a todos. En tus manos está el presente y futuro de la sociedad, dice el lema de este año. No quiere ser una frase más, sino una tarea permanente en la que todos debemos involucrarnos. Pensamos en muchas cosas, y con frecuencia, aquellas que son más importantes, las dejamos de lado. Nos preparamos para todo, menos para aprender a convivir, respetar, amar y servir.
El mes de noviembre está dedicado desde hace 21 años a dar inicio a la campaña del Abrazo en Familia. Recordemos que desde la familia se aprenden, se internalizan los deberes del compromiso y participación social que nos capacitan para crear una sociedad más humana, solidaria, respetuosa, generadora de vida y paz.
Para que no se quede en palabras, se ha preparado un material sencillo y asequible para meditarlo y estudiarlo en torno a los seres queridos con quienes compartimos las angustias y los gozos de cada día. La familia es generadora de vida. Valorar la dignidad de la persona humana y reconocer la vida como don de Dios, lleva a ser padres responsables, a querer a los hijos, dándoles el pan material pero sobre todo el espiritual, que es el que nos acompañará toda la vida con actitudes de bien y respeto a los demás.
La familia tiene un rol educativo y formativo. Tiene importancia asumir la educación para el amor y la sexualidad de los hijos y de la pareja. Se aprende a amar y a hacer uso de la sexualidad no como un animal que se mueve exclusivamente por instintos, sino por motivaciones racionales y espirituales. De allí la necesidad de descubrir la importancia del proyecto de vida para la realización personal, matrimonial, familiar y la dimensión social, de cara a los demás.
Estos materiales los puedes conseguir en tu parroquia para que los trabajes en la casa o en grupos de amigos o vecindad. Y para que sintamos la necesidad de orar juntos. En el abrazo de cada día, en la bendición que pedimos a nuestros mayores recibimos y damos ese pequeño regalo que nos ayuda a ser fuertes y capaces de superar los obstáculos que nos presenta la vida cotidiana. (Mons. Baltazar Porras)
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