En la antigüedad, era muy raro que la
mujer aportara una dote en matrimonio, es decir bienes. En Israel y en las
naciones vecinas, era el marido o su padre quien pagaba al padre de la
prometida a fin de que fuera dada en casamiento (Gn 29,15-20; 34,12; Ex 22,17;
1 Sam 18,25).
El monto legal inferior parece haber
sido de 50 siclos de plata (Dt 22,29). En ocasiones el padre de la prometida le
hacía un regalo de matrimonio (Jos
15,19, 1 Re 9,16).
siclo / shekel hispano-cartaginés de finales del
siglo III a.C.
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