"Dame, Señor, a conocer y entender qué
es primero, si invocarte o alabarte, o si es antes conocerte que invocarte. Mas
¿quién habrá que te invoque si antes no te conoce? Porque, no conociéndote,
fácilmente podrá invocar una cosa por otra. ¿Acaso, más bien, no habrás de ser
invocado para ser conocido? Pero ¿y cómo invocarán a aquel en quien no han creído?
¿Y cómo creerán si no se les predica?
Ciertamente, alabarán al Señor los que le buscan, porque los que le buscan le
hallan y los que le hallan le alabarán. Que yo, Señor, te busque invocándote y
te invoque creyendo en ti, pues me has sido ya predicado. Te invoca, Señor, mi
fe, la fe que tú me diste, que tú me inspiraste por la humanidad de tu Hijo y
el ministerio de tu predicador".
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