El diacono es uno de los ministerios eclesiales más antiguos y más
nuevos. Más antiguos, porque aparece ya en la Iglesia en el Nuevo Testamento.
Más nuevos, porque es con la renovación del Vaticano II como hemos venido a
redescubrirlo cual ministerio permanente, aunque ya circulaba antes de la
Segunda Guerra Mundial la idea de restablecer el diaconado como un grado
permanente pero como proyecto se desarrolló después de 1945, sobre todo en los
países de lengua alemana. El desafío de responder a las necesidades pastorales
de las comunidades, mientras los sacerdotes debían afrontar el encarcelamiento,
la dispersión o la muerte, llevó a considerar seriamente esta idea. Diversos
especialistas redactarán bien pronto estudios sobre los aspectos teológicos e
históricos del diaconado. Algunos hombres que pensaban en una vocación al
diaconado fundarán incluso un grupo denominado «Comunidad del diaconado». Una
teología renovada de la Iglesia, surgida en los movimientos bíblico, litúrgico
y ecuménico, abrirá ampliamente el camino a la posibilidad de restaurar el
diaconado como un orden estable de la jerarquía.
El diacono viene a ser una personificación oficial publica y
jerarquizada de la diaconía eclesial y de la diaconía cristiana. El diacono no
se define por estar por estar por encima o por debajo de nadie, sino por haber
sido constituido persona significante
privilegiada (por el sacramento del orden).
Referencias Bíblicas: La palabra diakonos apenas se encuentra en el Antiguo
Testamento, contrariamente a la palabra presbyteros que aparece con suma frecuencia. En
los Setenta, en los pocos casos en que aparece la palabra diakonos, ésta significa
mensajero, correo, servidor. La Biblia latina (Vulgata) traduce dicha
palabra en un sentido general por minister o, en un sentido específico y
transliterando la palabra griega, por diaconus.
Pero los términos minister,
ministerium, ministrare corresponden
igualmente a otros términos griegos, como hyperetes,
leitourgos. En la Vulgata se
encuentra tres veces el uso de diaconus. En los otros casos la palabra griega
se traduce por minister.
El primer dato pertinente y fundamental del NT es que el verbo diakonein designa la misión misma de Cristo en
cuanto servidor (Mt 10,45 par; cf. Mt 12,18; Hch 4,30; Flp 2,6-11). Esta
palabra o sus derivadas designan también el ejercicio del servicio hecho por
sus discípulos (Mc 10,43ss; Mt 20,26ss; 23,11; Lc 8,3; Rom 15,25), los
diferentes géneros de servicio en la Iglesia, sobre todo el servicio apostólico
de predicar el Evangelio, y otros dones carismáticos.
El diakonos puede significar el sirviente de la
mesa (Jn 2,5.9), el servidor del Señor (Mt 22,13; Jn 12,26; .Mc 9,35; 10,43; Mt
20,26; 23,11), el sirviente de un poder espiritual (2 Cor 11,14; Ef 3,6; Col
1,23; Gál 2,17; Rom 15,8; 2 Cor 3,6), el servidor del Evangelio, de Cristo, de
Dios (2 Cor 11,23); las autoridades paganas están también al servicio de Dios
(Rom 13,4); los diáconos son los sirvientes de la Iglesia (Col 1,25; 1 Cor
3,5). En el caso en el que el diácono pertenezca a una de las Iglesias, la
Vulgata no utiliza la palabra minister,
sino que conserva la palabra griega diaconos.
Este hecho muestra bien cómo en Hch 6,1-6 no se trata de la institución del
diaconado.
Los Padres de la Iglesia y el
Diaconado
ü San Romano Clemente; «Los Apóstoles nos anunciaron el Evangelio de parte del Señor
Jesucristo; Jesús, el Cristo, fue enviado de parte de Dios. Así pues, Cristo de
parte de Dios, y los Apóstoles de parte de Cristo». Los dos envíos sucedieron
ordenadamente conforme a la voluntad de Dios (egenonto oun amphotera
eutaktos ek thelematosTheou). Por tanto, después de recibir el mandato,
plenamente convencidos por la resurrección de nuestro Señor Jesucristo y
confiados en la Palabra de Dios, con la certeza del Espíritu Santo partieron
para anunciar la Buena Nueva de que el reino de Dios iba a llegar.
Consiguientemente, predicando por comarcas y ciudades, establecían (kathistanon)
sus primicias y los probaban por el Espíritu para hacer de ellos obispos y
diáconos (eis episkopous kai diakonous) de los futuros creyentes. Pero
esto no era nada nuevo (ou kainos), pues acerca de los obispos y
diáconos se escribió (egegrapto peri episkopon kai diakonon) hace mucho
tiempo. En efecto, en algún lugar la Escritura dice así: «Estableceré a sus
obispos en justicia y a sus diáconos en fe».
ü Didache: «Así pues, elegíos obispos y diáconos, dignos del Señor, hombres
mansos, desinteresados, veraces y probados, pues ellos también desempeñan el
ministerio de los profetas y de los doctores»
ü San Ignacio de
Antioquía: «Reverencien todos a los diáconos como
a Jesucristo, así como al obispo que es figura del Padre y a los presbíteros
como al senado de Dios y como a la asamblea de los apóstoles. Sin ellos no
puede hablarse de Iglesia». Y aún: «Seguid todos al obispo, como Jesucristo al
Padre, y al presbiterio como a los apóstoles; en cuanto a los diáconos,
respetadlos como al mandamiento de Dios».
üSan Justino: «A continuación se
trae ante quien preside la asamblea de hermanos pan, vino y agua [...] una vez
acabadas las oraciones y la acción de gracias, el pueblo presente expresa su
acuerdo respondiendo Amén [...] Cuando el presidente de la
asamblea ha acabado la oración de la acción de gracias (Eucaristía) y todo el
pueblo ha dado su respuesta, aquellos a quienes denominamos diáconos (oi
kaloumenoi par’emin diakonoi) dan parte a cada uno de los asistentes del
pan y del vino mezclado con agua sobre los que se ha dicho la oración de acción
de gracias (Eucaristía), y se encargan de llevárselo a los ausentes».
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