La
raíz de muchos conflictos, peleas, discusiones
estriba en la clase de oyente que somos al llamado del Señor a través de
su palabra.
La
parábola del Sembrador (Mt 13) relata perfectamente la manera como nosotros
captamos el mensaje, la palabra de nuestro Señor. Puedo decir resumiendo esta
parábola, que existen dos clases de oyente, el primero que permanece
indiferente, parece como si no escuchara y se hacen los sordos, permanecen
incrédulos con el corazón embotado, es decir endurecido para recibir el
mensaje, este tipo de persona que hace que no escucha se quedará sin recibir el
mensaje y sin ser transformados por Él, quieren seguir viviendo en el estado
tan podrido donde se encuentran, no le quieren abrir el corazón a nuestro
Señor, su conciencia no está en el cielo, sino en la tierra apegada a todos las
cosas materiales, siguen viviendo como si Dios no existiera y se alejan por
completo de su Misericordia. Quieren administrar su existencia, y el mundo por
su propia cuenta, prevalece en ellos el rencor, odio, ira, soberbia y se han
desviado del verdadero camino que es Jesucristo pues “es el camino, la verdad y
la vida”.
El
segundo tipo de oyente es aquel que se esfuerza por captar el mensaje Divino y
este recibe abundantes bendiciones y es transformado por Él.
Cuantas
personas hoy en día no expresan la alegría de vivir conforme al evangelio,
cuando antes su vida era un mar de tinieblas, la luz del Señor les ha hecho ver
la luz como dice Salmo 35.
Los
que escuchan con atención la palabra “se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das de beber del torrente de tus
delicias, porque en ti esta la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz”.
Jesús
en la parábola del sembrador Mt 13,3-9 dice que el sembrador salió a sembrar y
esparció la semilla en 4 partes 1). Una
parte cayó en el camino llegaron las aves y se las comieron. 2). Otra parte
cayó en piedra, donde no había mucha tierra, esta semilla broto pero la tierra
no era muy honda y el sol la quemo y como no tenia suficiente raíz se seco. 3).
Otra parte cayo entre espinas, estas crecieron y la ahogaron. 4). La otra
semilla si cayó en buena tierra donde dio buena cosecha, algunos dieron cien
gramos por semilla, otros setenta, otros treinta etc.
Luego
Jesús en Mt 13,18-23 explica esta Parábola:
1. Semilla que cayó en el camino; son los
oyen el mensaje del reino y no lo entienden porque el maligno robo lo sembrado
en su corazón. No lo entienden porque o no se lo explicaron bien, sea por falta
de preparación o bien por andar en otras religiones o sectas que lo que hacen
es confundir y crear un mar de preguntas
que la religión católica puede contestar, pues es la verdadera Iglesia fundada
por Jesucristo sobre el apóstol Pedro.
2. Semilla que cayó en piedra: Jesús dice “que estos son los que
oyen el mensaje y lo reciben con gusto pero no tienen la raíz suficiente y no
permanecen firmes” (Mt 13,20-21). Al anterior fue el maligno quien le arrebato
la palabra del Señor a través de sus trampas, a este se la arrebato fue la
inconstancia, la cobardía, la pereza.
3. Semilla que cayó entre espinas:
Representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les
preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña, todo esto ahoga el
mensaje y no le deja dar fruto (Mt 13,22). En 1ra de Timoteo 6,10 dice “que el
amor al dinero es la raíz de toda clase de males y hay quienes por codicia se
han desviado de la fe”. Este tipo de oyente confía en sus riquezas más no en la
palabra del Señor, son más importantes sus bienes, casas, carros, que toda la
riqueza inagotable que se encuentra en la Santa Biblia.
4. Semilla sembrada en buena Tierra:
Representa a los que oyen el mensaje y lo entienden y dan una buena cosecha (Mt
13,23 ), aquel que escucha y pone en
práctica la palabra del Señor ese le será grato y será mirado con buenos ojos.
San Agustín en sus confesiones 10,26 dice “El buen siervo de Dios es el que se
preocupa menos de oír lo que quiere, que de querer lo que de Dios oyere”. Hay
que preocuparse solamente por saber que es lo que Dios quiere de nosotros,
debemos escuchar atentamente su palabra para de esta manera empezar a dar
fruto, no sentir miedo ni temor de predicar, puesto que no hacerlo es sentir
pena, duda, vergüenza de nuestro Señor y el que teniéndolo todo vino a la tierra
sin nada solo con una Madre, un Padre y las ganas de morir por todos nosotros
para poder cargar con todos nuestros pecados.
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