La
respuesta es sí y no. Ya veremos porque.
Los
judíos podían comer pescado, pero no cualquiera. El libro de Levítico (11,9-12)
nos dice que “podéis comer todos los
animales del agua cuantos tengan aletas y escamas. Pero considerareis abominables
a todos los que carecen de aletas y escamas, sean de mar o de río. Los tendréis
por abominables, no comeréis su carne y tendréis sus cadáveres como abominables,
considerareis abominable a todo cuanto vive en las aguas y carece de aletas y
escamas”. Se prohíben los animales acuáticos que no tienen
aletas ni escamas por su semejanza con las serpientes, como las anguilas.
Hay
también una razón que los científicos han dado a tal prohibición de Dios de
comer peces sin aletas y escamas, ya que los mismos son los medios por los cuales las excrecencias
de los peces son eliminadas, lo mismo que en los animales por la transpiración.
Pocas enfermedades se han conocido por comer esta clase de pescado, pero lo que
no tienen aletas ni escamas, producen en los climas cálidos los desórdenes más
malignos cuando son comidos, en muchos casos tiene un veneno mortal.
Además,
en general, los peces que nadan cerca del fondo del mar o los lagos son los que
se comen los desechos o lo inmundo en el agua. Naturalmente, todos los
excrementos o lo muerto termina en el fondo marino y es allí donde aparecen los
peces sin escamas ni aletas para mantener el medio limpio. Cumplen la misma función
que el cerdo en el mundo terrestre.
Los
pescados con aletas y escamas eran considerados puros por lo tanto se podían
comer y los que no lo tenían eran considerados impuros. Por eso, después de pescar
había que tomarse el trabajo de separar
los peces permitidos de los prohibidos. Esto se puede observar en la parábola de la red donde “el Reino de los Cielos es semejante a una
red en la que se echa en el mar y se captura toda clase de peces, y cuando está
llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen en cestos los buenos, al
tiempo que se tiran los malos” (Mt
13,47-48).
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