El
Libro apócrifo de Henoc que fue escrito entre el siglo III a.C y el III d.C nos
habla del capítulo 6 del Génesis sobre el pecado de los hombres. El libro ha tenido cierto influjo en los
escritores cristianos de los primeros años.
La epístola de Bernabé (16,4
= 89,56) y
Tertuliano (De cultu
femin. 1,2,1; 2,10 =
8, 1-3) citan a 1 Hen
expresamente como «Escritura». Es el origen del mal con la
historia de los
ángeles caídos, junto
con la procedencia
de los demonios, lo
que parece interesar más
a estos escritores.
Resonancias y citas expresas de
los caps. 6-9
encontramos en Justino (2 Apol.
5); Taciano (Or.
adv. Graecos, 8.20);
Atenágoras (Leg. 24s);
Ireneo (Adv. Raer. 1,15,16; 4,36,4); Tertuliano
(De idol. 9); Clemente de
Alejandría (Strom. 3,9; 5,1);
Comodiano (lnstructiones, Migne
PL 5,203-204); Cipriano de
Cartago (De hab.
virgo 14).
Los
capítulos del 6 al 36 fueron escritos antes del 160 a.C, es interesante ver lo
que dice el libro acerca del pecado de los hombres antes de la destrucción de
la tierra con el diluvio.
La
Biblia de Jerusalén 1976 nos narra el capitulo 6,1-7
Gén
6,1 Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse
sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas,
Gén
6,2 vieron los hijos de Dios que las hijas de los
hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre
todas ellas.
Gén
6,3 Entonces dijo Yahveh, «No permanecerá para
siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean
120 años.»
Gén
6,4 Los nefilim existían en la tierra por aquel
entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de
los hombres y ellas les daban hijos, estos fueron los héroes de la antigüedad,
hombres famosos.
Gén
6,5 Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía
en la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal
de continuo,
Gén
6,6 le pesó a Yahveh de haber hecho al hombre en
la tierra, y se indignó en su corazón.
Gén
6,7 Y dijo Yahveh, «Voy a exterminar de sobre la
haz del suelo al hombre que he creado, - desde el hombre hasta los ganados, las
sierpes, y hasta las aves del cielo - porque me pesa haberlos hecho.»
Los
nefilim son los “caídos o gigantes”, ahora bien solo aquí se habla de nefilim,
mientras que 5 veces se hace alusión en el AT a los “gigantes” y aparecen en:
Núm 13,33 Hemos visto también gigantes, hijos de Anaq,
de la raza de los gigantes. Nosotros nos teníamos ante ellos como saltamontes,
y eso mismo les parecíamos a ellos.»
Jdt 16,6 Que no fue derribado su caudillo por jóvenes
guerreros, ni le hirieron hijos de Titanes, ni altivos gigantes le vencieron;
le subyugó Judit, hija de Merarí, con sólo la hermosura de su rostro.
Sab 14,6 También al principio, mientras los soberbios
gigantes perecían, se refugió en una barquichuela la esperanza del mundo, y,
guiada por tu mano, dejó al mundo semilla de una nueva generación.
Sir 16,7 No perdonó él a los antiguos gigantes que se
rebelaron fiados de su fuerza.
Bar 3,26 Allí nacieron los famosos gigantes antiguos,
de alta estatura y expertos en la guerra.
Ahora
entremos en detalles en lo que dice el Libro etíope de Henoc al respecto:
En aquellos días, cuando se multiplicaron los hijos
de los hombres, sucedió
que les nacieron
hijas bellas y
hermosas. Las vieron
los ángeles, los hijos de los
cielos, las desearon
y se dijeron:
-Ea, escojámonos de entre
los humanos y
engendremos hijos.
Y
tomaron mujeres; cada uno se
escogió la suya
y comenzaron a convivir
y a unirse con
ellas, enseñándoles ensalmos
y conjuros y adiestrándolas en
recoger raíces y plantas.
Quedaron encinta y engendraron enormes
gigantes de tres mil
codos de talla
cada uno. Consumían todo el
producto de los hombres,
hasta que fue
imposible a éstos alimentarlos.
Entonces los gigantes se
volvieron contra ellos
y se comían a
los hombres. Comenzaron a pecar con aves,
bestias, reptiles y
peces, consumiendo su propia carne
y bebiendo su
sangre. Entonces la tierra
se quej6 de los
inicuos. Azazel enseño a los
hombres a fabricar espadas,
cuchillos, escudos, petos, los
metales y sus
técnicas, brazaletes y adornos;
cómo alcoholar los
ojos y embellecer
las cejas, y de
entre las piedras,
las que son preciosas y
selectas, todos los
colorantes y la metalurgia. Hubo gran impiedad y mucha fornicación, erraron, y
se corrompieron sus
costumbres. Amezarak adiestró
a los encantadores
y a los que
arrancan raíces; Armaros, cómo
anular los encantamientos; Baraquiel,
a los astrólogos;
Kokabiel, los signos;
Tamiel enseñó astrología;
Asradel, el ciclo lunar.
Pero los hombres
clamaron en su
ruina y llegó su voz
al cielo.
Entonces miraron Miguel, Uriel,
Rafael y Gabriel desde el cielo, y vieron
la mucha sangre
que se derramaba
sobre la tierra,
y toda la iniquidad
que sobre ella
se cometía. Y
se dijeron:
-Clame la tierra desolada con el sonido de sus ayes
hasta las puertas
del cielo. A vosotros,
pues, santos del
cielo, se quejan
ahora las almas de
los hombres diciendo
así: «Llevad al Altísimo nuestro
pleito». y dijeron al Señor de
reyes:
-Tú eres Señor
de señores, Dios
de dioses, Rey
de reyes. Tu trono
glorioso permanece por
todas las generaciones
del universo; tú has
creado todo y en ti está el omnímodo poder; todo ante
ti está abierto y
explícito; tú lo
ves todo y
nada hay que
pueda ocultársete. Tú has
visto lo que ha hecho Azazel al enseñar
toda clase de iniquidad por la tierra y difundir los misterios eternos que se realizaban en los cielos; Semyaza, a
quien tú has dado
poder para regir a
los que están
junto con él, ha enseñado
conjuros. 8 Han ido a las hijas
de los hombres, yaciendo
con ellas: con
esas mujeres han
cometido impureza y les han revelado
estos pecados. Las
mujeres han parido
gigantes, por lo que
toda la
tierra está llena
de sangre e
iniquidad. Ahora, pues,
claman las almas de los que han
muerto, se quejan hasta las mismas puertas del cielo, y su
clamor ha ascendido y no puede cesar
ante la iniquidad que se comete sobre
la tierra. Tú sabes
todo antes de que suceda; tú sabes estas cosas
y las permites
sin decirnos nada:
¿qué debemos hacer con ellos
a causa de
esto?
Entonces el Altísimo, Grande y Santo,
dio una orden y envió a Arsyalalyur
al hijo de Lamec,
con estas palabras: Dile en mi
nombre: «Ocúltate». y
revélale el final
que va a llegar, pues va a perecer
toda la tierra, y el agua del diluvio ha de venir sobre toda ella, y
perecerá cuanto en ella
haya. Instrúyele, pues,
que escape y quede
su semilla para toda
la tierra.
Muchas
dudas han surgido frente al relato del Gen 6,1-7 sin embargo unas de las tantas
explicaciones es lo que dice en el libro de Henoc.
El
análisis crítico de la historia de este capítulo enfoca los comportamientos
negativos por lo que se ha hecho presente el mal en el mundo.
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