El primer testimonio que se tiene de la estructura para la Eucaristía del Domingo proviene de Justino, filósofo y mártir, en su Primera Apología, escrita alrededor del año 150. Justino se refiere al día “llamado el sol” en el cual los cristianos se reúnen en el mismo lugar; bien sea que residan en la ciudad o en las afueras.
Una vez congregados, leen las Actas de los Apóstoles y de las Escrituras de los Profetas Hebreos tanto como el tiempo se los permita. Cuando el lector ha finalizado las lecciones, el presidente ofrece un discurso de admonición a la asamblea para que repita aquellos sagrados ejemplos dados en las lecturas. Luego, todos los miembros de la asamblea se levantan y comienzan las oraciones de la comunidad (peticiones de la comunidad). El beso de la paz sigue y lleva a la presentación de las ofrendas: pan, vino y agua. El Agua era utilizada para diluir el vino fuerte. El presidente entonces comienza con la Gran Oración de Acción de Gracias “de acuerdo con sus habilidades”. Al final de la Eucaristía la gente aclama todo lo que ha sido implorado con un gran “Amén”. La Comunión es entonces distribuida y los diáconos llevan la Eucaristía a los que no pueden estar presentes. Finalmente, los que desean y están dispuestos son invitados a hacer una ofrenda que es recogida y entregada al presidente que luego vela por su distribución entre los miembros más necesitados de la comunidad: huérfanos y viudas, los enfermos, los pobres, prisioneros, visitantes de paso por la ciudad.
En esta estructura primitiva del siglo II podemos reconocer el patrón de la Eucaristía que nosotros los cristianos continuamos celebrando dos mil años después.
gracias por tan buena informacion, la eucaristia casi identica a lo que celebramos hoy
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