¿CUAL ES TU ÁRBOL DE PREOCUPACIONES?

martes, 14 de junio de 2011

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Queridos hermanos nadie puede vivir sin problemas, y hay días en  que parece que vienen en cadena, uno tras otro, sin darnos un pequeño respiro, parece que nos asfixian.
Es importante  ponerlos en su sitio, los problemas no deben agobiarnos hasta el punto de no encontrar ninguna salida, así como vienen se van, el Señor está muy pendientes de nuestras luchas para darnos la fuerza necesaria para salir delante. El salmo 55 (54), 22 nos dice “Pasa tus cargas y cuidados al Señor”.
La siguiente parábola nos proporciona la forma correcta de dejar nuestros problemas sin agobiar a nuestros familiares, para ello al final de la lectura debes escoger también el árbol donde colgar tus preocupaciones y dificultades. Ese árbol puede ser una persona, una cita que has encontrado en un libro, una oración, el crucifijo etc.
El señor Crasta estaba amueblando su nueva casa y había encargado la tarea a un joven carpintero. Uña mañana el mozo llegó tarde. Había tenido problemas en un paso a nivel y le pilló una congestión de tráfico.
En pleno trabajo el taladro le falló y, por mucho que trató e arreglarlo, tuvo que llevarlo al servicio técnico. Otro rato que estuvo ausente y nueva pérdida de tiempo… y de dinero, ya que se le pagaba por horas. Más tarde, tuvo que arrastrar otros problemas. Los paneles no estaban cortados correctamente y no encajaban entre sí. El joven carpintero acabó el día agotado y descorazonado. Y ya, para colmo de males, cuando se montó en su coche descubrió que tenía una rueda pinchada.
El señor crasta, que  había sido testigo de las frustraciones repetidas del pobre hombre, se ofreció a llevarlo a su casa. Al llegar, el carpintero le invitó a que entrara a conocer a su familia.
Había un pequeño árbol a la entrada. El carpintero se paró ante él y, con ambas manos, toco las ramas. N cuanto se abrió la puerta todo su ser pareció transformarse. Su rostro se ilumino con una sonrisa alegre, beso a su mujer y sus hijos. Nadie hubiera sospechado el dia que dejaba atrás.
Al volver al coche, el señor Crasta le preguntó sobre el significado del gesto que había tenido con el árbol.
-“Éste es mi árbol de las preocupaciones. Doy por descontado que siempre hay problemas pero-me dije un día- no tengo derecho a abrumarles con ellos a mi mujer y a mis hijos. Por eso, al volver a casa, primero cuelgo todos los disgustos y preocupaciones en el árbol. A la mañana siguiente los vuelvo a recoger”.
Luego añadió con una sonrisa pícara:
-“Lo sorprendente es que cuando vengo a recogerlos a la mañana, no quedan ni a la mitad de los que dejé colgados. Por lo visto la noche se encarga de ellos”.

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