NO CULPEMOS A DIOS DE NUESTRAS CULPAS

lunes, 22 de agosto de 2011

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Hoy ya estando tranquilo en mi casa y meditando el día que va terminando, he podido leer una parte del libro de Isaías el cual comparto con ustedes, exactamente el capitulo 59, 1-13
“No, no es que el brazo de Yavé no alcance a salvar, ni que su oído esté demasiado sordo para oír.  Sino que sus maldades de ustedes han cavado un abismo entre ustedes y su Dios. Sus pecados han hecho que él vuelva su cara para no atenderlos.  Pues las manos de ustedes están manchadas de sangre, y sus dedos, de crímenes. Sus labios pronuncian la mentira y su lengua murmura la falsedad. Nadie acusa con justa razón, ni reclama con sinceridad. Toman pie de un pretexto, y andan con mentiras, conciben un mal proyecto y dan a luz la maldad.  Se echan sobre huevos de víboras y tejen telarañas; el que come sus huevos, muere, y si los aplastan, salen culebritas.  Uno no se puede vestir con sus telas, y no se vestirán con sus obras. Pues lo que hacen son obras criminales, y es sólo violencia lo que sale de sus manos.  Con sus pies corren al mal y se apresuran en derramar la sangre inocente. Sus proyectos son proyectos asesinos, por donde pasan, sólo dejan ruina y calamidades.  No conocen el camino de la paz y la justicia no se encuentra en sus empresas. Todo es chueco en sus caminos, y el que allí se mete no anda tranquilo.  Por eso la justicia no se acerca a nosotros y no nos llega la salvación. Esperábamos la luz y sólo hay tinieblas; la claridad, y andamos a oscuras.  Palpamos las paredes como ciegos y caminamos con miedo, como los que no ven. Tropezamos al mediodía como si fuera de noche, y en la fuerza de la edad, ya somos como muertos.  Todos nosotros gruñimos como osos y gemimos como palomas. Esperábamos que nos hicieran justicia, pero nada, o que llegara nuestra salvación, pero permanece lejos de nosotros.  Pues a menudo te hemos sido infieles, y nuestras propias faltas nos acusan. En efecto, tenemos siempre presentes nuestros pecados y reconocemos nuestros yerros: la rebelión e hipocresía para con Yavé, y la infidelidad a nuestro Dios, nuestras traiciones y revueltas y nuestros pensamientos y juicios injustos”. 

Muchas veces nos preguntamos porque ocurren tantas injusticias en el mundo y pareciera que a Dios no le importara. Recientemente hemos podido ver los casos de Haití y Somalia donde la gente muere de hambre, cuando alguien de nosotros pierde un familiar en un robo siendo este una persona entregada a Dios, o cuando perdemos a un hijo. Todos estas “injusticias” a muchos le hacen ver que Dios no se interesa por la humanidad.
Dios siempre está atento a lo que nos ocurre y ha sido tan bueno que nos dio a su único Hijo para nuestra salvación, pero ha sido el hombre quien se ha alejado de Dios, ha querido levantarse en contra de Él tratando de ser también un “dios”. Vemos como la mano del hombre ha intervenido y contaminado la naturaleza provocando innumerables desastres, del cual solo culpamos a Dios y no aceptamos nuestra responsabilidad. Es el pecado quien nos ha alejado de nuestro Padre y nos hace seguir viviendo en el lodo donde nos encontramos.

Queridos hermanos, Jesús vino para salvarnos y Él es el único camino y la única verdad del cual podemos fijarnos, a través de Él llegamos al Padre y nos hacemos personas llenas de amor, servicio y caridad. No culpemos a Papa Dios por nuestras culpas.


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