Reciente conversando con un amigo de otro país me comentaba por la situación en mi país, y me preguntaba que me parecía mi presidente. Aunque por lo general evito hablar sobre política, le respondí con una cita bíblica del libro de Sirácida que dice “Un sabio dirigente educa a su pueblo, el gobierno del hombre sensato es bien ordenado. Así como es el jefe así serán los ministros, así como es el gobernador de una ciudad así serán sus habitantes. Un rey sin sabiduría es la ruina de su pueblo, una ciudad prospera gracias a la inteligencia de sus jefes…Él envía en el momento preciso el hombre que conviene” (Sir 10, 1-5).
Confieso que no soy adepto ni al partido ni al Presidente Chávez, aunque reconozco que ha hecho algunas obras meritorias, sin embargo como dice el texto “un dirigente educa a su pueblo”, pero lo educa en el amor, en la unión, en la paz, no en la guerra constante de unos a otros. También es “ordenado”, en nuestro país existe un completo desorden sobre todo en lo referente en las instituciones del estado, los tribunales no funciona, en fin. El dirigente de un pueblo debe ser “sabio” pero no de una sabiduría que venga de los hombres, sino de Dios.
Al final de mi exposición le dije a este amigo que nosotros tenemos al gobernante que nos merecemos, y que a pesar de todo considero que la presencia de Chávez ha sido necesaria para que el país se una más y nos demos cuenta primeramente, de las carencias que tenemos si no tenemos a Dios y segundo, que somos un país con una riqueza material que no hemos sabido aprovechar, solo para algunos.
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