En el Evangelio de Lucas 18,1-8 Jesús les presenta a los discípulos la parábola del juez y la viuda, una lección acerca de la importancia de la oración.
En la parábola encontramos dos actores principales. Por un lado está el juez injusto que no teme a Dios, ni toma en cuenta a los hombres, es indiferente ante lo que Dios pueda pensar de él. Por el otro lado está una viuda que es pobre, indefensa y necesitada. Ella tiene un pleito con un adversario, aunque tiene la razón el juez le niega la misma por un tiempo, no se sabe el motivo pero los mismos pueden ser perversos. La única arma con la que cuenta la viuda para hacerle frente es la tenacidad y la perseverancia. El juez no pudo negarle más la razón y decidió finalmente hacerle justicia.
Jesús llama la atención de lo expresado por el juez y dice: “Fíjense en lo que dice el juez injusto y Dios, ¿No haría justicia a sus elegidos si claman a Él día y noche? ¿Los hará esperar? (Lc 18,6-7).
En este pasaje Jesús nos enseña la importancia de la oración para estar en contacto con el Padre y las tres cualidades más importantes que ella debe tener:
1. Debe ser perseverante: En todo momento el cristiano debe orar, no debe desmallar en su petición (Lc 11,5-8; Col 4,2; 1Pe 4,7; Ef 6,18).
2. Debe ser confiada: Por eso el apóstol Juan afirma: “Recibiremos de Él lo que pedimos, porque cumplimos sus mandatos y hacemos lo que le agrada ( I Jn 3,22). Por su parte Santiago dice que debemos “pedir con confianza y sin duda. El que duda se parece al oleaje del mar sacudido por el viento” (St 1,6).
3. Debe ser humilde: La oración debe brotar del corazón humilde tal y como lo enseña la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18, 9-11).
Ninguna oración que sube al cielo baja sin respuesta, el Señor está siempre dispuesto a escucharnos pero sobre todo lo más importante a que lo escuchemos a Él.
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