PACIENCIA Y SABIDURIA DE DIOS EN LOS MOMENTOS DIFICILES

martes, 16 de julio de 2013

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Muchas veces al ocurrirnos alguna situación dolorosa en nuestra vida nos desesperamos y perdemos la cordura. El desespero no es buena consejera, en cambio la paciencia es la madre de todas las virtudes.

La Carta de Santiago que en la actualidad, muchos biblistas piensan  que se trata de una obra pseudónima, escrita hacia finales del siglo I nos habla de la importancia de cultivar la paciencia  “Ya saben  que, cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprendan a tener paciencia, que la paciencia los lleve a la perfección, y así serán hombres completos y auténticos, sin que le falte nada” (St 1, 3-4).


“Paciencia viene del griego  “hupomoné” y se usa treinta veces en el NT, y el verbo correspondiente, hupomonein, unas quince. La traducción normal es “paciencia”, y el verbo significa “soportar”, “resistir”, pero, cuando examinemos detalladamente sus usos, descubriremos ciertas verdades magníficas que nos serán de auténtica inspiración.

(I) Hupomoné se emplea frecuentemente en conexión con la “tribulación”. La tribulación produce paciencia (Ro 5,3). El cristiano debe probarse a sí mismo en mucha “paciencia” y en las “aflicciones” (2 Co 6,4). Los tesalonicenses son encomiados por su “paciencia” y fe en las “persecuciones” y “tribulaciones” (2 Ts 1,4). El cristiano debe ser paciente (hupomonein) en la “tribulación”. Esta forma de usar la palabra es especialmente frecuente en el Apocalipsis, que es el libro característico del mártir (Ap 1,9; 3,10; 13,10).
(II) Hupomoné se utiliza en conexión con la “fe”. La prueba de la fe produce “paciencia” (Stg 1,3). Hupomoné perfecciona a la fe.
(III) Hupomoné es usada en conexión con la “esperanza”. La tribulación engendra “paciencia”, y la paciencia engendra experiencia y, la experiencia, “esperanza” (Ro 5,3). La “paciencia” y la consolación producen “esperanza” (Ro 15,4, 5). En 1 Ts 1,3 se alaba la “constancia” de la “esperanza” de los tesalonicenses.
(IV) Hupomoné está relacionada con el “gozo”. La vida cristiana lleva en sí el distintivo de la “paciencia” y de la longanimidad con gozo (Col 1,11).
(V) Hupomoné está relacionada, más que con alguna otra cosa, con la gloria y la grandeza futuras. Las referencias son demasiado numerosas para citarlas todas (Lc 21,19; Ro 2,7; Hch 10,36; 12,1; 2 Ti 2,10, 12; Stg 1,12; 5,11).

Ahora ya estamos en condiciones de ver la esencia y característica de esta gran virtud que es hupomoné. No es la paciencia del que se sienta y agacha la cabeza con derrotismo, presto a soportar hasta que pase la tormenta que se avecina sobre él. Es el espíritu que puede sobrellevar las cargas por su esperanza inflamada, no por simple resignación; no es el espíritu del que se sienta donde le pilla la tragedia, dispuesto a soportar estáticamente, sino el que conlleva la adversidad porque sabe que está siguiendo un camino que conduce a la gloria; no es la paciencia del que aguarda ceñudamente el fin, sino del que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer. Esta clase de paciencia, fruto de la esperanza, ha sido llamada “constancia viril bajo la desgracia”. San Juan Crisóstomo dice que hupomoné es “raíz de todos los bienes, madre de la piedad, fruto que nunca se pudre, fortaleza inexpugnable, puerto que no sabe de tormen-tas”1.

Ahora bien, el autor de la carta luego de hablar de la paciencia habla de la “sabiduría”, pero no de una sabiduría que viene del hombre si no la que viene de Dios, por eso dice “Si algunos de ustedes la falta sabiduría, pídala a Dios, y la recibirá, porque él da a todos generosamente y sin reproches. Pero que pida con confianza y sin dudar” (St 1,5).

La sabiduría en griego se traslitera por “sofía” (Mt 11,19;12,42; 13,54;Mc 6,2; Lc 2,40,52; 7,35; 11,31,49; 21,15; Hch 6,3,10; 7,10,22; Ro 11,33; 1Co 1,17,19,20, 21,22,24,30; 2,1,4,5,6,7,13; 3,19; 12,8; 2Co 1,12; Ef 1,8,17; 3,10; Col 1,9,28; 2,3,23; 3,16; 4,5; St 1,5; 3,13,15,17; 2Pe 3,15; Ap 5,12; 7,12; 13,18; 17,9) y no consiste  en tener muchos conocimientos, simplemente es ponerse los “lentes del Evangelio para tomar conciencia y salir airosos en los momentos de tentaciones espirituales y sociales”2.

Cuando tenemos paciencia y pedimos sabiduría a Dios estemos seguros que Dios nos hará caminar por lugares seguros aunque muchas veces creamos lo contrario. El pueblo de Israel duró 40 años para llegar a la tierra prometida, hoy día recorriendo el mismo camino una persona puede llegar en 30 días aproximadamente. Dios no les permitió entrar en la tierra prometida hasta que sus corazones, en la mayoría de ellos estuvieran purificados. El mismo Jesús  con paciencia y la sabiduría de su Padre tuvo que pasar por la muerte, venciéndola y resucitando para que tengamos “vida y vida en abundancia” (Jn 10,10).   

1. Barclay, Willian, Palabras Griegas del Nuevo Testamento, 9na Edición, p 58-59.

2. La Biblia de Nuestro Pueblo, San Pablo, 9na Edición, p 1943.
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