“HAY QUE ATESORAR RIQUEZAS EN EL CIELO” (Lc 12,32-48)

viernes, 9 de agosto de 2013

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El v.32 de Lucas es propio de este evangelista “o temas, pequeño rebaño, porque ha tenido a bien vuestro Padre a darles el Reino”. En la perícopa anterior se habló de la confianza en Dios, el cual conoce nuestras necesidades y está pendiente de ellas, con tal de que nuestro esfuerzo esté centrado en lo único que cuenta, que es el Reino de Dios.

El “rebaño” es una imagen clásicamente bíblica para designar a Israel, pueblo de Dios, que es su pastor. Actualmente, este rebaño es pequeño, débil insignificante, circunstancia que podría aumentar sus temores, pero ellos están protegidos por una seguridad que supera todas las deficiencias humanas.


El resto de la pericopa (Lc 12,33-34) es común a los dos evangelistas, pero con ciertas diferencias. Mt la tiene en el sermón de la Montaña, pero todo lo dicho, es evidente que su contexto histórico es éste de Lucas.

La enseñanza de Lucas es que hay que hay que atesorar “en el cielo”, es decir en Dios. Ningún accidente puede echar a perder lo que allí se deposita. Mateo no dice que es esto; sabemos por Lucas (12,33) que es la limosna, mejor dicho, los bienes materiales convertidos en limosna.


La presente segunda parte del texto de Lucas  (12,35-48) es una unidad sólo de carácter literario construida desde el punto de vista de la idea del juicio. Contiene una serie de pasajes y frases de Jesús que miran hacia la parusía, la nueva venida de Cristo. Éste es el motivo por el que Mateo los ha insertado, en su mayor parte, en su discurso de la parusía. El hecho de que también en su texto aparecen en la misma composición en igual orden es una prueba de que no ha sido Lucas quien los ha reunido para formar una unidad. En primer lugar, los v. 35-38 forman por sí solos una perícopa completa, en la que se exhorta, en lenguaje figurado, a la vigilancia con vistas a lo incierto de la hora del juicio. A ello se une, por su afinidad de contenido, en el v. 39 la parábola del dueño de casa junto con su aplicación (v. 40); la pregunta de Pedro que sigue, en cambio (v. 41), y la respuesta de Jesús (v. 42-46), no van referidas a los v. 39s, sino que retroceden a los v. 37s. Los v. 47-48a, en fin, y el v. 486 vuelven a formar respectivamente un logion independiente, unidos ambos con lo que precede por la palabra nexo «criado» o por asociación de ideas.
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1 comentarios:

  1. Amigo orlando. Como me alegra ver su trabajo y su filosofia juntas en un modelo de vida. Un abrazo. Y las bendiciones de dios tE sigan acompanando.

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