La
Eucaristía es Jesucristo vivo, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que se hace
presente cuando el sacerdote consagra el pan y vino en la Santa Misa. Estos
elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor
(Transubstanciación). Recibir la Eucaristía (Comunión) es recibir a Jesucristo.
La Eucaristía, explica el Papa León XIII, contiene "en una variedad de
milagros, todas las realidades sobrenaturales" (Encíclica Mirae
Caritatis).
Los
Padres de la Iglesia han manifestado un amor inmenso por la santa eucaristía y
dicen:
San Ignacio de Antioquía (Siglo I):
Llama por primera vez "Eucaristía" al Santísimo Sacramento. San
Ignacio utiliza la terminología de San Juan para enseñar sobre la Eucaristía, a
la que llama "la carne de Cristo", "Don de Dios", "la
medicina de inmortalidad". Llama a Jesús "pan de Dios" que ha de
ser comido en el altar, dentro una única Iglesia.
"No
hallo placer en la comida de corrupción ni en los deleites de la presente vida.
El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, de la semilla de David; su
sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible. Reuníos en una sola fe y
en Jesucristo.. Rompiendo un solo pan, que es medicina de inmortalidad, remedio
para no morir, sino para vivir por siempre en Jesucristo"
San
Ignacio denuncia a los herejes "que no confiesan que la Eucaristía es la
carne de Jesucristo nuestro Salvador, carne que sufrió por nuestros pecados y
que en su amorosa bondad el Padre resucitó".
San Justino:
«A nadie le es lícito participar de la Eucaristía sino al que crea que son
verdad las cosas que enseñamos, y se haya lavado en aquel baño que da el perdón
de los pecados y la nueva vida, y lleve una vida tal como Cristo enseñó»
San Agustín:
"Los mártires, al derramar su sangre por sus hermanos, no hicieron sino
mostrar lo que habían tomado de la mesa del Señor. Amémonos, pues, los unos a
los otros, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros." (Lit Horas,
miércoles santos).
«Si
vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es
puesto sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis
“Amén” a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir
“el Cuerpo de Cristo”, y respondes “amén”. Por lo tanto, se tú verdadero
miembro de Cristo para que tu “amén” sea también verdadero»
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios