SIGNIFICADO DE LA "CRUZ GLORIOSA"

lunes, 20 de enero de 2014

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Jesús pagó nuestros pecados en la cruz
No se puede ignorar su significado ya que equivaldría a perdernos la oportunidad de participar más directamente del misterio del Amor cristiano: “Amaos como yo os he amado” (Jn. 13,34) pero ¿cómo nos ha amado el Señor? “Cuando éramos sus enemigos” (Rom.5, 6-10).

No fue hasta el siglo IV cuando la cruz se convirtió en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación. Fue gracias a Constantino y a su madre Elena cuando la atención de los cristianos a la cruz fue creciendo, de tal modo que desde el siglo V en Oriente y desde el VII en Occidente se celebra el 14 de septiembre la fiesta de la Exaltación de la Cruz. 

En un principio las representaciones artísticas ofrecían a un Cristo glorioso, vestido con larga túnica y corona real; aún estando en la cruz él es el Vencedor. Más adelante, con la espiritualidad de la Edad Media, se le representará en su estado de sufrimiento y de dolor. Varios artistas han recogido toda la tradición artística de la cruz para representar a un Cristo crucificado por nuestras culpas, como lo profetizó Isaías en su visión del “Siervo de Yavhé” (Is. 53) pero al mismo tiempo vencedor sobre las mismas, de tal modo que el que crea sea salvo, como insiste San Pablo en toda su teología de la salvación en la epístola a los Romanos.

La cruz que se debería usar en general es una cruz alzada, elevada, a diferencia de otras cruces que podemos encontrar en las Iglesias adosadas al presbiterio o situadas encima del altar, o incluso en suspensión sobre el mismo. Es una cruz también procesional, que permite encabezar con ella el rito de entrada en las ocasiones más solemnes. Pero ¿Qué significado encierra el hecho de ser alzada? ¿Es casualidad o tiene una importancia determinada que ignoramos?

Una de las respuestas la encontramos en el libro de los Números, en un relato en el que los Israelitas son atacados por serpientes enviadas por Dios para castigar la murmuración de su pueblo, fruto de su rebeldía. Moisés, intercediendo por el pueblo, pide a Dios un remedio que permita sobrevivir a los que han sido mordidos, y el Señor le responde:”Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá” (Num 21,8). De la misma manera que todo Israelita que mirara la serpiente colgada del mástil quedaba salvo así todo aquel que mira la cruz levantada recibe la salvación, porque experimenta dentro de su ser el perdón de los pecados. 
Es por tanto propicio que la cruz pueda ser visible para toda la asamblea, con una cierta elevación, que permita el descubrimiento del amor de Dios Padre para con el hombre, siendo su Hijo, en la cruz, el camino que nos lleva al Padre. 
La Cruz, sobre la que Cristo reina, tiene una dimensión mucho más trascendente de la que podamos imaginar. El hecho de ser alzada tiene también una cierta relación con otro personaje de la historia sagrada: Jacob. Como relatan las Escrituras, Jacob, en un momento de su vida tiene una revelación en forma de sueño. La escalera que él vislumbra en este sueño (Gn 28,12) por la que suben y bajan los ángeles es una imagen fiel reflejo de la cruz de Cristo. Así como la escalera del sueño de Jacob unía el cielo y la tierra del mismo modo la cruz de Cristo “rompe el velo” que separaba al hombre de Dios (Lc 23, Mc 15, Mt 27), y le permite contemplar y gustar de su amor y misericordia. Cristo, siervo de los siervos, ha reunido lo que en un principio estaba unido y quedó separado por la caída de Adán y Eva. La distancia y la incomunicación que había aparecido entre el hombre y Dios, por el pecado de nuestros padres, fue salvada por la Cruz. 

Cristo en la cruz ha cumplido enteramente el Shemá: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Haz esto y vivirás” Con la lanzada que traspasó su costado amó a Dios con todo su corazón, y de él salió sangre, imagen de la vida terrena, y agua, imagen del Bautismo y de la vida inmortal. Amó al Señor con toda su mente, crucificando su razón con una corona de espinas, que expresan el dolor del sinsentido del sufrimiento, de la historia de cada uno. Y amó al Señor con todas sus fuerzas, porque sus brazos y manos, con los que trabajaba y hacía fuerza, fueron brutalmente clavados sin él oponer resistencia, mostrando al mundo la no resistencia al mal y la aceptación del otro sin medida, pues el que extiende las manos es para expresar su deseo de obedecer y amar.
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