ANTECEDENTES DEL DILUVIO EN LA VERDAD SIN TAPUJOS #4

lunes, 28 de julio de 2014

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JESÚS LLORA POR EL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ. Ya van más de mil quinientos muertos en este conflicto donde los que pagan son los más pobres y los que nada tienen que ver. No terminan de ponerse de acuerdo estos dos pueblos hermanos. El Papa Francisco ha hecho un llamado al cese de la violencia. 

En el Evangelio de Lucas 19,41-44 al acercarse Jesús y divisar la ciudad de Jerusalén dijo llorando (gr. eklausen) “Ojalá tú también reconocieras hoy lo que te conduce a la paz”. La paz queridos hermanos se construye reconociendo al otro, con sus defectos y virtudes, aceptando el dialogo, pero sobre todo hay que buscarla. El mundo permanece indolente ante las pérdidas humanas que se han producido y que seguirán si no se ponen de acuerdo. Es necesario orar y pedirle a Dios que colme al mundo entero de su paz. EL CRISTIANO DEBE TENER ESPERANZAS. Ante la violencia, muertes, desastres naturales y toda calamidad en esta vida, el cristiano se apoya esencialmente en un acontecimiento, la resurrección de Jesús en la que la fe reconoce la intervención del poder de Dios. Lo que el Padre ha hecho con Jesús, el primogénito de entre los muertos, lo hará también con nosotros. Este hecho exige de cada uno de nosotros la disposición de acoger y extender el reino de Dios. EL CONFUCIANISMO Y SU FUNDADOR. El confucianismo es la única tradición «religiosa» que hoy carece de templos, de clero, de voz institucional que la represente. Además, haya sido o no el confucianismo una ideología política, los confucianos jamás organizaron un partido político, ni realizaron una revolución, ni se hicieron con el poder, aunque el llamado neoconfucianismo (mediados del s. x d.C. y ss.) fuera una reacción contra el taoísmo y sobre todo contra el budismo, que le impulsaron a una cierta síntesis potenciadora de las especulaciones metafísicas, así como a una peculiar sensibilidad hacia lo «místico» y a la armonía del hombre con el Tao, ausentes anteriormente en lo confuciano. Su fundador fue Confucio nacido de familia noble pero empobrecida, huérfano de padre a los tres años y de madre a los 10 años de edad, tenía 19 años cuando se casó; fue padre de un hijo y de una hija; a los 21 años de edad desempeñó un cargo bajo (intendente de graneros) en la carrera administrativa del ducado de Lu (actual Shan-dong). A los 50 años comenzó sus enseñanzas. Viajaba solo de un lado a otro instruyendo a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres tradicionales, pronto se propagó por el principado de Lu, y luego a toda China. LA RELIGION DE LOS PATRIARCAS. En el relato de la vocación de Moisés (Ex 3 - 4) se insiste en que el Dios «Yahvé» que se le revela en la zarza ardiente no es otro que el Dios que ya antes habían adorado los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob (cf. Ex 3, 6.13.15) . Según esta versión, la religión «yahvista» se proyecta hacia una época anterior: Yahvé es, sencillamente, el Dios de los patriarcas, como se afirma a cada paso en los textos de Gn 12 - 50. Eso quiere decir que la religión de Israel empieza propiamente con el mandato de Yahvé a Abrahán de que abandone su tierra (Gn 12,1-3) . Y ensanchando aun más esa perspectiva, el libro de Josué (Jos 24,2) añade que, en Mesopotamia, los antepasados de Israel dieron culto a dioses extraños. Las narraciones sobre los patriarcas (Gn 12 - 50) cuentan los comienzos del pueblo de Israel bajo el aspecto de una historia familiar; por eso, no es extraño que se acumulen en ellas las vivencias religiosas y los esquemas de interpretación que eran habituales en el seno de la familia. De ahí que la «religión de los patriarcas» se pueda entender como una forma de religiosidad personal o como una religiosidad típicamente familiar, según se deduce del análisis de otros muchos textos. Se podría, pues, afirmar que los transmisores de la tradición, al narrar los acontecimientos y los contenidos religiosos de las familias de sus antepasados, les atribuían principalmente lo que ellos conocían y consideraban importante de la religiosidad familiar de su propio tiempo, aunque es lógico suponer que también disponían de un conocimiento bastante exacto de lo que en tiempos primitivos era típico de la familia. LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. Nuestra Iglesia celebra este 06 de agosto esta fiesta, en nuestra página estaremos colocando un especial para que pueda conocer el contexto, homilía de San Agustín y la actualización a nuestra vida diaria. No se lo pierdan. LECTORES DE LA PALABRA. Actualmente estoy dictando un curso de Lectores de la Palabra en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, allí estamos formando un grupo de personas que van ofrecer lo mejor de si por presentar con dignidad y amor la palabra de Dios a todos los fieles y hermanos. En el curso se  ha hecho hincapié que ser lector es una vocación, una misión, un derecho y un servicio. ANTECEDENTES DEL DILUVIO. Los relatos anteriores al diluvio son escasos y enigmáticos. Se afirma que el pecado de los hombres se extendió. Pero ¿a qué pecados se refiere? El libro del Génesis nos da luces al respecto aunque para muchos poco entendible. Dice “Cuando los hombres se fueron multiplicando  sobre la tierra y engendraron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas del hombre eran bellas, escogieron algunas como esposas y se las llevaron” (Gn 6,1-3). Luego más adelante el relato habla de los gigantes que habitaban la tierra y la maldad del hombre crecía.  Un libro etíope apócrifo llamado HENOC nos dice: “En aquellos días,  cuando se multiplicaron  los hijos  de  los hombres,  sucedió  que  les  nacieron  hijas  bellas  y  hermosas.  Las  vieron  los ángeles,  los hijos  de los  cielos,  las  desearon  y  se dijeron: Escojámonos  de entre  los  humanos  y  engendremos  hijos. Y  tomaron mujeres;  cada  uno se  escogió  la  suya  y  comenzaron  a convivir  y a  unirse  con  ellas,  enseñándoles  ensalmos  y  conjuros  y adiestrándolas  en  recoger  raíces  y plantas.  Quedaron  encinta  y  engendraron  enormes  gigantes  de  tres mil  codos  de  talla  cada uno. Consumían  todo  el  producto  de  los hombres,  hasta  que  fue  imposible a  éstos  alimentarlos.  Entonces  los gigantes  se  volvieron  contra  ellos  y se  comían  a  los  hombres.   Comenzaron a pecar  con aves,  bestias,  reptiles  y  peces,  consumiendo  su  propia  carne  y  bebiendo  su  sangre. Entonces  la  tierra  se  quejo  de  los inicuos”. Según el relato del libro de Henoc, los ángeles enseñaron a los hombres a fabricar espadas, cuchillos, espadas, los adiestraron en astrología, encantamientos. Al final de todo esto, “los  hombres  clamaron  en  su  ruina  y  llego  su  voz al  cielo”. Dios escucho el clamor. A muchos ángeles que cometieron la perversión los encadenaron y se eliminó toda la maldad de la tierra enviando Dios el diluvio. Lo importante del relato del diluvio en el libro del Génesis es que Dios aborrece la maldad, toda perversión no viene de él sino del corazón del hombre que en muchas ocasiones ha querido ser un dios....Hasta la próxima.  
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