Apenas
se supo de la muerte del gran actor Robín Williams por suicidio, inmediatamente
las personas que les gusta juzgar dijeron: “Se condenó”. Solo Recordemos que no
debemos juzgar, debemos amar, aunque a veces cueste. Él estar con Dios no
solamente depende de nosotros (fe, actitudes, hechos etc).
Es por su gracia y porque nos amó primero que algún día estaremos con Él.
Es por su gracia y porque nos amó primero que algún día estaremos con Él.
Los
que se quitan la vida, tienen una última oportunidad de arrepentimiento en el
momento de la muerte. Es conocida la anécdota de Santa Teresa de Jesús al
respecto. Cuando se enteró de que un joven por quien rezaba se había suicidado
tirándose por el puente al río, la santa se encaró con el Señor, y oyó la
respuesta divina: “Teresa, Teresa, ¿acaso
no sabías que entre en puente y el río estaba Yo?”. Al parecer se
arrepintió a tiempo.
Esa
oportunidad la tienen todos, aunque la forma de muerte sea mucho más
instantánea. En el momento supremo de rendir cuentas de la vida, el tiempo no
cuenta: todo es instantáneo. De ahí que en ningún caso se puede asegurar la
condena eterna de nadie. De todas formas, hay que reconocer que quien se
suicida en su sano juicio movido por la desesperación todavía cuenta con una
oportunidad, pero ciertamente se lo pone difícil a sí mismo. Aunque, por
supuesto, hay que rezar por quien ha hecho una cosa así.
Dios
por supuesto no quiere que nadie atente contra su vida y contra los demás, sin
embargo es mucho mejor no juzgar y que sea el mismo Dios quien tenga esa
potestad.