Al leer la genealogía de Jesús muchas veces nos aburrimos, sin embargo en ella hay una gran enseñanza. El
Evangelio de Mateo nos habla de los familiares de Jesús. El autor sigue con la
costumbre oriental que consiste en comenzar por la genealogía del personaje
principal para situarlo así socialmente.
La
genealogía se divide en tres ciclos de catorce generaciones correspondientes a
los tres periodos de la historia de Israel; periodo patriarcal, periodo
monárquico y la época posterior al exilio. Mateo parte de Abrahán hasta llegar
a Jesús.
En
la genealogía de Jesús se mencionan cinco mujeres, tres de ellas son pecadoras (Tamar,
Rahab, Betsabe), solo Rut y María tienen
una notable pureza. Una lectura superficial de
de la historia de estas cuatro mujeres nos revela que la misión
salvadora de Jesús ha salido de una raza pecadora, y que las mismas también
eran extranjeras.
Tamar:
De origen cananea. Casada primero con Er, primogénito de Judá, y posteriormente con su hermano Onán, muertos
ambos sin sucesión, su historia revela la ansiedad de Judá por mantener su
linaje. La familia parecía destinada a extinguirse, Tamar, decidida a tener
descendencia, aprovechó una coyuntura favorable y consiguió ser fecundada por
su suegro, sin que este lo supiera, de esta unión nacieron dos hijos, Fares y
Sara (Gen 38,6-30).
Rahab:
Prostituta cananea de Jericó, cuya casa se hallaba en la misma muralla de la
ciudad, dio hospitalidad a los espías enviados por Josué, salvándoles la vida
al esconderlos y facilitándoles la huida por una ventana que tenía abierta
sobre la muralla (Jos 2,1-24). Vino a ser la esposa de Salmón y madre de Booz,
figurando así como antepasada del rey David.
Betsabe:
Esposa de Urías heteo. Fue seducida por el rey David durante la ausencia de su
marido, en el frente de Rabah (2 Sam 11,4), el cual, posteriormente puesto en
el lugar de mayor peligro murió. Tuvo un hijo del adulterio con David que
enfermó de gravedad y murió (2 Sam 12,15-18). Después de la muerte de Urías,
David la tomó por esposa y fue madre de Salomón y de otros hijos de David.
Rut:
Joven moabita que se casó de primeras con Mahlón de Belén, hijo de Elimelec y
de Noemí. A su muerte, Rut abandonó Moab, acompañando a su suegra Noemí a
Belén. Allí se dedico a espigar en los campos de Booz, pariente de Elimelec,
que la acogió con benevolencia y con quien se casaría.
En
el judaísmo próximo al NT consideraba realmente que era el Espíritu Santo el
que guiaba a aquellas mujeres en sus peripecias, a fin de que fueran
instrumentos providenciales para la venida del mesías y permaneciesen fieles a
su tarea, a pesar de sus muchas dificultades; esto vale también para Rut, la
cual (se decía en los ambientes judíos) era estéril y fue curada por obra del
Espíritu del Señor. En cierto sentido, por consiguiente, en aquellas cuatro
mujeres había tenido lugar una intervención del Espíritu Santo como anuncio de la
maternidad de María y de la situación de José.
El
incluir a estas mujeres en la descendencia de Jesús por parte de Mateo significa que la salvación es para todos, no
hay exclusión, la salvación también viene de una descendencia extranjera y
pecadora. Jesús va enseñando el camino para que todos puedan entender su plan
de salvación. No hay que jactarse de decir “yo soy judío, yo soy católico,
Jesús vino por mí”, no, Jesús vino por todos, y esos “todos” son los pecadores
donde estamos tú y yo.