NURIA PEDRALS: CÓMO EDUCAR PARA LA FELICIDAD

domingo, 31 de agosto de 2014

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Sus argumentos pertenecen a la vanguardia científica del mundo. Sus objetivos: descubrir y cultivar el talento de los niños. Su estrategia: una mirada positiva de la vida y del ser humano. La risa de Nuria Pedrals se escucha desde su oficina. Es una risa que le sale del alma y que asombra a quien la escucha.

Ya que nadie imaginaría que esta mujer frágil sea capaz de cortar el aire con una sola carcajada.

Sin embargo, mientras habla y explica en qué cree, qué la mueve y qué quiere hacer cada día de su vida, uno comprende que esa risa es su himno: la identifica plenamente en su cruzada por influir desde una visión positiva de la vida y del ser humano, de la crianza y de la educación, para una mayor felicidad de la personas.

Nuria Pedrals, casada y madre de dos hijas, ocupó durante diez años el cargo de Directora General Estudiantil de la Universidad Católica.
- Ahí hicimos varios estudios sobre cómo llegaban los novatos a la universidad: con altos niveles de  estrés y muchos con depresión. Al preguntarnos cómo prevenir esto, nos encontramos con las investigaciones de Martin Seligman sobre psicología positiva y con el trabajo de muchos otros investigadores que desde la neurociencia estaban confirmando su teoría acerca del bienestar emocional.

¿Qué le impactó de la teoría de Martín Seligman?
- Muchas cosas, entro otras, él fue quien describió y comprobó el concepto de “desesperanza aprendida”. Señala que niños y adultos sometidos a situaciones que creen que no pueden cambiar, sufren tal indefensión que se resignan y no siguen luchando. Frente a esto, Seligman señala que la salida está en enseñarle a esos niños y adultos a visualizar y potenciar sus fortalezas. Eso es mucho más importante que visualizar y empequeñecerse frente a las debilidades. Sobre todo porque es a través del autoconocimiento de las propias fortalezas que la persona puede sentir bienestar. Seligman prefiere usar “bienestar auténtico” que el término de felicidad.

Usted en sus conferencias insiste en que hoy la ciencia está abocada a investigar sobre la felicidad. ¿Qué se ha descubierto al respecto?
- La neurociencia ha descubierto cosas maravillosas de nuestro cerebro: el cerebro es plástico, cambia en función de la conducta. Por ello, una persona capaz de ejercer hábitos tan simples como agradecer, ser más generoso, no rumiar todo lo malo que le pasa…, predispone su cerebro a lo positivo. Si haces eso día a día, el área y las vías del cerebro más vinculadas a las emociones positivas se van haciendo más fuerte, por decirlo de un modo sencillo. Por otro lado, se ha descubierto que el cerebro no hace tantas distinciones entre la violencia física y la verbal, por eso es tan importante cuidar el lenguaje, el trato. Incluso se han hecho descubrimientos acerca de la importancia de la mirada porque hace posible la empatía emocional entre las personas. También se ha avanzado mucho en el conocimiento de las neuronas espejo, que permiten ponerse en el lugar del otro y sentir dolor empático, por ejemplo.

¿Qué relación tienen las fortalezas con la felicidad?
- Martin Seligman, junto con el investigador de la Universidad de Michigan, Christophefer Peterson hicieron una investigación en muchos países y culturas y concluyeron que todos los seres humanos, independientes de su raza y credo, valoran las mismas virtudes. Ellos identificaron virtudes universales, que se viven o concretan a través de determinadas  fortalezas. Cada persona tiene distintas fortalezas, pero lo importante es que van asociadas a una suerte de llamado interior en cada persona. La felicidad tiene que ver con hacer caso a ese llamado interior.

¿Qué aportes entrega esta teoría a la crianza de los hijos?
- ¡Tantas cosas! Primero, a mi me fascinó que estos grandes investigadores y padres de la psicología positiva tienen consideración con la naturaleza de cada cual. Es una mirada hermosa del ser humano centrada en sus fortalezas y no en sus debilidades.

¿La educación hoy ayuda a que los niños conozcan sus fortalezas?
- No, creo que no. Porque la educación está centrada en los resultados y eso mata algo muy básico que es la motivación intrínseca del amor por el conocimiento.  Todos nacemos con curiosidad y con ganas de aprender, es algo propio del ser humano. Pero lo que más enfatizamos como papás, como profesores y como país,  es qué nota se saca, en que ranking está, que carrera puede estudiar con esto. Ese esquema educativo privilegia el logro, pero la educación tiene que ver también con  el proceso y tiene que ver no sólo con qué aprendes, sino cómo lo aprendes y qué habilidades vas adquiriendo a medida que aprendes.

¿Qué países han aplicado en su sistema educativo la teoría de Seligman y Peterson?

- En Australia, contrataron a este equipo y la experiencia es impactante. Su teoría se ha cristalizado en un proyecto que se llama PERMA y que se enseña a los profesores. Es una sigla que en inglés se refiere a las emociones positivas que sientes al trabajar o estudiar; involucramiento en lo que haces; relaciones que construyes; significado trascendente de tu actuar y logros, entendidos como capacidad de visualizar objetivos y perseverar hasta conseguirlos. PERMA demuestra como el compromiso con tus fortalezas es lo que conduce a un proyecto de vida que da bienestar.
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