Sus
argumentos pertenecen a la vanguardia científica del mundo. Sus objetivos:
descubrir y cultivar el talento de los niños. Su estrategia: una mirada
positiva de la vida y del ser humano. La
risa de Nuria Pedrals se escucha desde su oficina. Es una
risa que le sale del alma y que asombra a quien la escucha.
Ya que nadie imaginaría que esta mujer frágil sea capaz de cortar el aire con una sola carcajada.
Ya que nadie imaginaría que esta mujer frágil sea capaz de cortar el aire con una sola carcajada.
Sin
embargo, mientras habla y explica en qué cree, qué la mueve y qué quiere hacer
cada día de su vida, uno comprende que esa risa es su himno: la identifica
plenamente en su cruzada por influir desde una visión positiva de la vida y del
ser humano, de la crianza y de la educación, para una mayor felicidad de la
personas.
Nuria
Pedrals, casada y madre de dos hijas, ocupó durante diez años el cargo de
Directora General Estudiantil de la Universidad Católica.
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Ahí hicimos varios estudios sobre cómo llegaban los novatos a la universidad:
con altos niveles de estrés y muchos con
depresión. Al preguntarnos cómo prevenir esto, nos encontramos con las
investigaciones de Martin Seligman sobre psicología positiva y con el trabajo
de muchos otros investigadores que desde la neurociencia estaban confirmando su
teoría acerca del bienestar emocional.
¿Qué le impactó de la teoría de
Martín Seligman?
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Muchas cosas, entro otras, él fue quien describió y comprobó el concepto de
“desesperanza aprendida”. Señala que niños y adultos sometidos a situaciones
que creen que no pueden cambiar, sufren tal indefensión que se resignan y no
siguen luchando. Frente a esto, Seligman señala que la salida está en enseñarle
a esos niños y adultos a visualizar y potenciar sus fortalezas. Eso es mucho
más importante que visualizar y empequeñecerse frente a las debilidades. Sobre
todo porque es a través del autoconocimiento de las propias fortalezas que la
persona puede sentir bienestar. Seligman prefiere usar “bienestar auténtico”
que el término de felicidad.
Usted en sus conferencias insiste
en que hoy la ciencia está abocada a investigar sobre la felicidad. ¿Qué se ha
descubierto al respecto?
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La neurociencia ha descubierto cosas maravillosas de nuestro cerebro: el
cerebro es plástico, cambia en función de la conducta. Por ello, una persona
capaz de ejercer hábitos tan simples como agradecer, ser más generoso, no
rumiar todo lo malo que le pasa…, predispone su cerebro a lo positivo. Si haces
eso día a día, el área y las vías del cerebro más vinculadas a las emociones
positivas se van haciendo más fuerte, por decirlo de un modo sencillo. Por otro
lado, se ha descubierto que el cerebro no hace tantas distinciones entre la
violencia física y la verbal, por eso es tan importante cuidar el lenguaje, el
trato. Incluso se han hecho descubrimientos acerca de la importancia de la
mirada porque hace posible la empatía emocional entre las personas. También se
ha avanzado mucho en el conocimiento de las neuronas espejo, que permiten
ponerse en el lugar del otro y sentir dolor empático, por ejemplo.
¿Qué relación tienen las fortalezas
con la felicidad?
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Martin Seligman, junto con el investigador de la Universidad de Michigan,
Christophefer Peterson hicieron una investigación en muchos países y culturas y
concluyeron que todos los seres humanos, independientes de su raza y credo,
valoran las mismas virtudes. Ellos identificaron virtudes universales, que se
viven o concretan a través de determinadas
fortalezas. Cada persona tiene distintas fortalezas, pero lo importante
es que van asociadas a una suerte de llamado interior en cada persona. La
felicidad tiene que ver con hacer caso a ese llamado interior.
¿Qué aportes entrega esta teoría a
la crianza de los hijos?
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¡Tantas cosas! Primero, a mi me fascinó que estos grandes investigadores y
padres de la psicología positiva tienen consideración con la naturaleza de cada
cual. Es una mirada hermosa del ser humano centrada en sus fortalezas y no en
sus debilidades.
¿La educación hoy ayuda a que los
niños conozcan sus fortalezas?
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No, creo que no. Porque la educación está centrada en los resultados y eso mata
algo muy básico que es la motivación intrínseca del amor por el
conocimiento. Todos nacemos con
curiosidad y con ganas de aprender, es algo propio del ser humano. Pero lo que
más enfatizamos como papás, como profesores y como país, es qué nota se saca, en que ranking está, que
carrera puede estudiar con esto. Ese esquema educativo privilegia el logro,
pero la educación tiene que ver también con
el proceso y tiene que ver no sólo con qué aprendes, sino cómo lo
aprendes y qué habilidades vas adquiriendo a medida que aprendes.
¿Qué países han aplicado en su
sistema educativo la teoría de Seligman y Peterson?
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En Australia, contrataron a este equipo y la experiencia es impactante. Su
teoría se ha cristalizado en un proyecto que se llama PERMA y que se enseña a
los profesores. Es una sigla que en inglés se refiere a las emociones positivas
que sientes al trabajar o estudiar; involucramiento en lo que haces; relaciones
que construyes; significado trascendente de tu actuar y logros, entendidos como
capacidad de visualizar objetivos y perseverar hasta conseguirlos. PERMA
demuestra como el compromiso con tus fortalezas es lo que conduce a un proyecto
de vida que da bienestar.