Dios ilumino la vida de la familia de Nazaret |
Estamos
ante un salmo de confianza individual, con elementos de súplica. Una persona,
que se ha refugiado en el templo de Jerusalén, confía plenamente en que el
Señor la declarará inocente.
Las
expresiones «¿a quién temeré?», «¿ante quién puedo temblar?» , «¡mi corazón no
temblará!» y «¡yo seguiré confiando!» muestran
que se trata de un salmo de confianza individual.
Tiene
dos partes (1-6; 7-13) y una conclusión (14). La primera (1-6) expresa la
confianza absoluta que el salmista deposita en el Señor. El fiel se sirve de
imágenes relacionadas con el ámbito militar para expresar lo que siente. Para
él, el Señor es como una fortaleza que nadie consigue destruir. Aunque sus
enemigos sean tan numerosos como un ejército y le declaren la guerra, él seguirá
confiando en Dios. También se compara a los adversarios con animales salvajes
que desgarran y devoran la carne de las personas. El salmista manifiesta su
deseo de habitar para siempre
en el templo, que recibe los nombres de «casa del Señor» , «cabaña» y «tienda» .
La
segunda parte (7-13) es una súplica nacida de la confianza. Los verbos en modo
imperativo «
¿Por
qué surgió este salmo?
El
salmista está en el templo de Jerusalén. Hay unas cuantas frases que lo
confirman. Por ejemplo: «Oigo en mi corazón: "¡Buscad mi rostro!".
-Tu rostro es lo que busco, Señor. No me escondas tu rostro» (8-9a). La
expresión «buscar el rostro del Señor» significa «consultar a Dios» en su
santuario para saber qué es lo que tiene que decir. Hay otro versículo que nos
ayuda a darnos cuenta de que el fiel ha
decidido habitar en el templo para siempre: «Una cosa pido al Señor, y sólo eso
es lo que busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar
de la dulzura del Señor y contemplar su templo».
El
salmista se siente vigilado, acechado y cercado por sus enemigos, huye y se
refugia en el templo de Jerusalén, que funcionaba como lugar de asilo, hasta recibir
una sentencia del Señor, por medio de uno de los sacerdotes que echaban las
suertes.