El
Apocalipsis fue escrito entre los años 90 y 100. No se sabe el año exacto. Para
facilitar las cosas, vamos a decir que fue escrito en el año 95. Era una época
de persecución. Después de la muerte y resurrección de Jesús, el Evangelio se
esparció rápidamente. En todas partes surgían pequeñas comunidades. En poco tiempo
la Buena Nueva de Jesús traspasó las
fronteras de Palestina. Entró en los límites del Imperio Romano: Asia Menor,
Grecia, Italia. No fue un camino fácil. Hubo muchas dificultades y
persecuciones, pero el sol brillaba a pesar de todo. El viento era favorable. Sin
embargo, el cielo fue cubriéndose poco a poco de nubes. Una tempestad se
avecinaba. La escuela del Imperio Romano enseñaba que el emperador era el Señor
del mundo (13,4.14). Y los cristianos decían lo contrario: “Jesús es el Señor
de Señores!” (17,14; 19,16). ¡Y no era una pelea sólo de palabras! El imperio
tenía sus dioses (2,14) y era en nombre de estos falsos dioses, en el que el emperador
se declaraba Señor del mundo. Todos debían rendirle culto (13,8-15). Así,
ayudado por la religión, el emperador había conseguido un sistema para
controlar la vida del pueblo (13,16-17) y para explotar a los pobres, para
aumentar el lujo de los grandes (18,3.9.11-19).Para los cristianos, Dios es uno
solo. Y si Dios es uno solo y Padre de todos, ¡entonces todos somos hermanos!
Por esto los cristianos procuraban vivir como hermanos en nombre de su fe.
Ponían en común sus bienes (Hch 2,44-45; 4,32-34). Decían que todos eran igual
(Gál 3,28; 1 Cor 12,13; Col 3,11) Condenaban a los ricos que explotaban a los
trabajadores (Sant 5, 1-6). No querían apoyar el sistema injusto del Imperio
Romano (18,4).
Por
tanto, no era una pelea sólo de palabras, ni una discusión sobre los dioses
allá en el cielo. Se trataba también de la organización de la vida del pueblo
aquí en la tierra. La nueva organización iniciada y anunciada por los
cristianos, amenazaba el sistema del imperio. Tarde que temprano esto iba a
traer un conflicto abierto. De hecho, treinta años después de la muerte de
Jesús, el emperador Nerón decretó la primera gran persecución. Sucedió en el
mes de julio del año 64 y fue el inicio de los males. Volvió la paz después de
Nerón. Pero no era paz. Era solamente un tregua. Todos sabían que el imperio no
iba a permitir a las comunidades que creciesen y se expandiesen. Las
comunidades eran como hormigas. Ponían de cabeza al sistema del imperio desde
dentro. Por eso el emperador Domiciano decretó una nueva persecución alrededor
del año 90, esta vez más violenta y mejor organizada. Domiciano torturaba a los
cristianos para forzarlos a abandonar su fe. Por eso al llegar el fin del
primer siglo, parecía haber llegado también el fin de la marcha de las comunidades.
Las puertas estaban cerradas. Todo el poder del mundo se volvía contra los
cristianos. Muchos abandonaban el Evangelio por miedo y se pasaban al lado del
imperio. En la comunidad se decía: “¡Jesús es el Señor!” Pero fuera, el
emperador de Roma era quien mandaba realmente como Señor todopoderoso. Y es en
este fin del primer siglo, época de persecución, cuando fue escrito el Apocalipsis.
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