¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE FUMAR?

martes, 20 de enero de 2015

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La Biblia no habla directamente sobre el hábito de fumar, implícitamente nos da algunos consejos para determinadas situaciones que son contraproducentes para el hombre. Primero debemos determinar si es positivo o no fumar para luego leer algunos pasajes bíblicos que nos ayudaran a tener una perspectiva correcta sobre tal acción.
Lo primero que debo decir, es que está científicamente comprobado que el fumar es nocivo para la salud, de hecho en las cajetillas se puede leer que puede causar cáncer, sin embargo las personas con toda esta advertencia siguen fumando. El fumar es una adicción que daña a todo el cuerpo, estudios han declarado que el fumar 1 cigarrillo acorta la vida 11 minutos. Lo primero que debemos preguntarnos es si Dios te daría  11 minutos más de vida ¿Qué harías? El tiempo en esta vida es corto y si lo desaprovechamos de esa manera aun más.
Según la OMS hay casi mil millones de hombres y 250 millones de mujeres que fuman en el planeta. Se calcula que cada día empiezan a fumar alrededor de 90 mil jóvenes, muchos de ellos son menores de edad.
Es increíble los daños que sufren  los niños por la exposición involuntaria a otras personas que fuman, y las tasa son altas según la OMS. Casi la mitad de los niños que nunca habían fumado estaban expuestos al humo ajeno tanto en su casa (46,8%) como fuera de ella (47,8%). Otro dato importante, es que los niños al estar expuestos al humo del tabaco pueden aumentar 4 veces el riesgo de padecer cáncer de pulmón en la adultez y aumentar casi un 40% el riesgo de cáncer de vejiga.

Ya viendo solo algunas de las consecuencias que trae el fumar, puedo decirles que el ser humano debe cuidar su cuerpo. Dios lo proporcionó para que lo cuidara y le sirviera ya que es templo del Espíritu Santo (1 Co 6,19). Son muchas las adicciones que nos ofrece el mundo, sin embargo el hombre está en la capacidad de determinar lo que es bueno y es malo, Pablo dice a los Corintios: “Todo me está permitido, pero no todo me conviene, todo me está permitido, pero no me dejaré someter por nada” (1 Co 6,12). Toda adicción como dije es mala, y si queremos cumplir el mandamiento principal de “amar al prójimo” (Mt 22,39) debemos empezar entonces por amarnos nosotros mismos, y el cuerpo es parte fundamental. 
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