EL GRAN MILAGRO DE DIOS: "NUESTRO PRESENTE" (Jn 2,13-25)

miércoles, 4 de marzo de 2015

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JESÚS NO CONFIA EN UNA FE BASADA EN MILAGROS
El texto de Juan (2,13-25) tiene su concordancia con los sinópticos (Mt 21,12-17; Mc  11,15-19; Lc 19,45-48).  Juan coloca la visita de Jesús al inicio de su ministerio mientras los sinópticos al final.
Se inicia el texto con la llegada de Jesús a Jerusalén con motivo de acercarse la “Pascua de los Judíos”( πάσχα τῶν Ἰουδαίων gr. páscha ton loudaíon). Los Sinópticos no dicen «de los judíos», pero Juan está escribiendo tiempo después de la destrucción del templo y para lectores gentiles. Juan menciona las pascuas en el ministerio de Cristo (2,23; 6,4; 11,55 y puede haber una cuarta no explicita 5,1).Si no fuera por el relato de Juan no podríamos saber que el ministerio del Señor duró mucho más de un año.

En el recinto del templo encontró a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los que cambiaban dinero sentados. Jesús se hace un “látigo” (φραγέλλιον gr. fragéllion) de cuerdas  y los “expulsó” (ἐξέβαλεν gr. exébalen) a todos y volcó las mesas de los cambistas. Algo muy importante para destacar es que Jesús entra en el templo, que es aquí el “atrio de los gentiles,” en contraposición al resto del mismo, sin embargo, por la proximidad al “santuario,” los rabinos prohibían, más teórica que prácticamente, el utilizar su paso como un atajo o en forma menos decorosa. “No se ha de subir al templo con bastón o llevando sandalias o la bolsa, ni aun el polvo de los pies. No se debe pasar por el templo como por un atajo para ahorrar el camino”(Berakoth 9,5). Precisamente esto último es un detalle que también conservará Mc (v. 16). Pero, a pesar de estas ideales medidas preventivas de la santidad del templo, ésta no se respetaba, pues se llegaba a verdaderas profanaciones en el recinto sagrado, como lo confirma la escena de Cristo expulsando a los mercaderes.
En cuanto al detalle de la expulsión es necesario tomar en cuenta  los elementos de los cuatro evangelistas  y que se pueden reducir a los siguientes grupos:

a) “Echó a todos (los mercaderes) del templo” (Jn). Los sinópticos acusan este acto repetido o mantenido, dirigiéndose a un lugar y a otro, ordenando que desalojasen el templo (Mc-Lc); o como más gráficamente dice aún Mt, El mismo “expulsó” a todos los comerciantes. Con ellos fueron arrojados “las ovejas y los bueyes” (Jn). Pero también se dirá que fueron expulsados “todos los que vendían y compraban” (Mt-Mc). Debe de querer indicarse con ello que Cristo expulsó todo aquello que, de hecho, venía a ser causa de profanación.
Tanto Mt como Jn ponen que Cristo expulsó a “todos” del recinto del templo. Pero esto tiene un sentido de frase redonda, que ha de valorarse según la naturaleza de las cosas en estos casos.
b) A los “cambistas”, no sólo los expulsó del templo, sino que también “les derribó las mesas” (Mt-Mc-Jn) y les “desparramó el dinero” (Jn). Este resaltar Jn que “desparramó el dinero y volcó las mesas” indica bien cómo con su mano tiró las monedas que estaban sobre los pequeños mostradores, y cómo también, al pasar, les volcaba las mesitas de sus puestos.
c) Los evangelistas destacan también la conducta que tuvo con los vendedores de palomas. ¿Tiene esto un significado específico y distinto, de consideración con ellos? ¿Es que acaso vendían a precio justo su mercancía y no profanaban así el templo? En Jn se dice que les mandó que ellos mismos desalojasen el templo; Mt y Mc, en cambio, lo ponen en la misma línea de los cambistas, que derribó los “asientos de los vendedores de palomas” (Mt). Esta divergencia es una variante descriptiva. El sentido de esta escena no está tanto en los abusos comerciales a que se prestaba aquel comercio cuanto en el hecho mismo de haberse establecido aquí estas ventas. Por eso, se concibe muy bien el hecho histórico así, Jesús, en su obra de purificación del templo, no se limita a “desparramar el dinero” de las mesas de los cambistas y a “derribar” éstas, sino que parece lo más natural que fuese derribando mesas y monedas de cambistas, y “asientos — puestos — de vendedores de palomas.”
d) Marcos es el único que destaca otra prohibición que Jesús hacía, “no permitía que nadie llevase objetos por el templo” (Mc 11,16). En el Talmud se prohibía esto (Berakoth 9,5), pero no dejaba de ser una prohibición ideal. Cristo quiere imponer la realidad de la veneración a la casa de Dios.

Las palabras de Jesús fueron claras: “Saquen eso de aquí y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado” (Jn 2,16). En los sinópticos se dice: “mi casa es casa de oración” solamente la traen los tres sinópticos, aunque en el relato de Jn, en las palabras con que Cristo se dirige a los mercaderes, todavía se ve una alusión a este pasaje de la Escritura. La cita está tomada de Isaías (56,7). En ella Isaías anuncia el mesianismo universal. Debiendo ser esto el templo, “casa de oración,” ellos la han convertido en una “cueva de ladrones.” La expresión está tomada del profeta Jeremías (7,11). En el profeta no tiene un sentido exclusivo y específico de gentes que roban, aunque en ella se incluye también esto (Jer 7,6.9), cuanto que es expresión genérica sinónima de maldad. Por eso, al ingresar en el templo cargados de maldad, lo transformaban en una cueva de maldad. Pero en boca de Cristo, en este momento, la expresión del profeta cobraba un realismo extraordinario, puesto que aquellos mercaderes debían de ser verdaderos usureros y explotadores del pueblo y de los peregrinos.

Los discípulos se “acordaron” (ἐμνήσθησαν gr. emnésthesan)  del texto del Salmo 69,10 “El celo por tu casa me devora” (ho zelos tou oíkou sou). Los judíos que se encontraban presentes le dijeron a Jesús “¿Qué señal nos presentas para actuar así?” (Jn 2,18). Jesús les responde: “Derriben este santuario y en tres días lo reconstruiré” (Jn 2,19). Los judíos” son en Jn, a causa de la hora de la composición de su evangelio, nombre colectivo por enemigos de Jesús, pero indicando aquí concretamente las autoridades y dirigentes responsables o altos funcionarios levíticos y encargados de la policía del templo (Mt 21,23; Mc 11,18; Lc 19,47; 20,2; Hch 4,1; 5,24-26). El verbo que utiliza Jn “reconstruir levantar” (ἐγερῶ gr. egero) se emplea indistintamente en el sentido material de levantar algo de sus ruinas, reconstruir un edificio (Eclo 49,15), o para hablar de la resurrección de un muerto (Mt 10,3; Jn 5,21; 1 Cor 15,42; Rom 4,24; Act 3,15; 4,10; 13,30). El templo en que sucede esta escena es el templo reconstruido por Herodes el Grande. Herodes comenzó a reconstruirlo el año 18 de su reinado, que era el 734-735 de Roma, o sea el 19-20 antes de Cristo. El “santuario” propiamente dicho (ναός gr. naós) se reconstruyó en año y medio, empleándose en su reconstrucción 1.000 sacerdotes, preparados especialmente para esta actividad, ya que sólo ellos podían entrar en el santuario. Los atrios se tardaron en construir, a causa de la nueva amplificación que se hizo en ellos, ocho años. La restauración fundamental del templo se tardó, por tanto, en realizarse nueve años y medio, habiéndose empleado en sus obras unos 18.000 operarios (Josefo, Antiq. Xv 14). Sin embargo, las obras de retoque y complemento se fueron haciendo sucesivamente. De hecho se terminó la totalidad del mismo pocos años antes de su misma destrucción, bajo el procurador Albinus (62-64 d. C.). De ahí que la expresión de los judíos en este pasaje evangélico, que se han empleado cuarenta y seis años en edificar este templo,” se refiera a que ellos lo consideraban terminado ya en lo esencial. También podría ser un aoristo con sentido de duración.

El santuario al cual se refería Jesús era su “cuerpo” (σώματος gr. sómatos. Sentido corporal completo). El anuncio de su resurrección, que es de la restauración definitiva del templo de su cuerpo, podía evocar lo que iba a significar este templo de Cristo en el nuevo culto. “El cuerpo de Cristo resucitado será el centro del culto en espíritu y verdad (Jn 4,21ss), el lugar de la presencia divina (Jn 1,14), el templo espiritual de donde brota el agua viva (Jn 7,37-39). Es uno de los grandes símbolos joanneos (cf. Ap 21,22). Ello se funda sobre una de las palabras más literalmente auténticas de Jesús (Mt 26,61). Cristo resucitado es el verdadero templo, pues en él vive la “plenitud de la divinidad corporalmente” (Col 2,9; cf. Col 1,19; cf. Jn 1,14) y como Mediador absoluto (1 Tim 2,5), es, a través de él, sacerdote y víctima  como, necesariamente, se rinde culto a Dios.
Los discípulos no habían entendido las palabras de Jesús, fue en la Resurrección cuando comprendieron (Jn 2,22).

Estando Jesús en Jerusalén por las fiestas de Pascua “muchos” (πολλοὶ gr. polloi) “creyeron” (ἐπίστευσαν gr. epísteusan) en él al ver las señales que hacía, sin embargo Jesús no confiaba en ellos porque los conocía a todos.  Los milagros les deslumbraban y les hablaban como “signos” del poder y dignidad mesiánica de Cristo, pero en ellos quedaba un fondo, una reserva frente a Cristo. Probablemente, más que defecto en la fe, era defecto en la entrega plena a Cristo. Acaso pensaban seguirlo, al modo de un discípulo a los célebres maestros Hillel o Shammaí; pero no pensaban entregarse plenamente a Él, con lo que importaba esto en el orden moral y religioso (Jn 3,16.18.21; 6,28.30).

El hecho histórico en la primera o última Pascua
Un tema de discusión entre los biblistas ha sido si el relato de Juan está acorde con los sinópticos, en Jn como dije, el relato se presenta al inicio del ministerio de Jesús, mientras que en los sinópticos al final.
Las razones a tener en cuenta para la primera Pascua son las siguientes:
·        Jn escribe de último, y puede tener la intención de rectificar ciertas cosas, colocándolas en su verdadero estilo.
·        Jn pudo colocar el relato en la primera o ultima Pascua, si lo hace en la primera, quiere decir que lo hace deliberadamente.
·        La indicación cronológica de Jn 2,20 de los 46 años de construcción del templo estaría de acuerdo con la primera Pascua del año 28 d.C,
Las razones para la última Pascua son:
·        Las palabras de Jesús sobre la destrucción y edificación del templo en tres dias (jn 2,19) fueron citadas en su proceso (Mt 26,21; Mc 14,58 cf. Mt 27,40).
·        La abierta alusión a su muerte (Jn 2,19.21-22) se entiende mejor en el tiempo en el que su muerte ya estaba decretada.
¿Qué decir entonces?
Las diferencias entre las dos Pascuas no son tales que no se pueda ver una unidad, el relato se debió haber producido en la última Pascua por lo antes descrito, por lo tanto aquí en Jn  nos vemos obligados a no seguir su orden.

ACTUALIZACIÓN
La fiesta de la Pascua duraba una semana, y Jesús la pasó en Jerusalén, allí debió haber hecho muchos milagros por lo que el evangelista dice que” muchos creyeron en él”, creyeron en Jesús por sus milagros más no por el mensaje que pregonaba. La fe de estos seguidores era basada en milagros, esa no es del gusto de Jesús, ya que es una adhesión momentánea, pasajera, suscitada por lo prodigioso de los hechos. Queremos ver milagros pero no vemos los que día a día Dios nos presenta, el único milagro que existe es nuestro presente, el futuro aun no ha llegado, cada día  Dios nos proporciona el momento de poder caminar, escuchar, ver, amar, correr, disfrutar en familia, el amanecer, el atardecer etc etc …..
El que dice ser cristiano debe creer en el mensaje de salvación y de vida eterna que Jesús nos proporciona, hoy vemos como en muchas iglesias se predica es un mensaje solamente de prosperidad, no se denuncia las injusticias, para muchos predicadores el dinero lo es prácticamente todo, el mismo Papa Francisco nos ha dicho que el “dinero es el excremento del diablo, nos hace idólatras, nos corrompe”. También se predica sobre una fe sin sustento, vemos como hay cristianos que no saben ni buscar una referencia en la Biblia, en las Parroquias se quiere hacer muchas actividades, y en  muchas ocasiones la formación bíblica no forma parte de ella, hoy día se habla de Animación Bíblica para la Pastoral de manera que la Biblia sea el centro de todos los programas, sin embargo parece que nos cuesta comprender que aquel que no conoce no puede amar verdaderamente.  

 VERSIONES DE LA BIBLIA PARA ESTUDIO DEL TEXTO BÍBLICO 
BIBLIA JERUSALEN 1998 
13. Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
15. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
16. y dijo a los que vendían palomas: "Quitad esto de aquí. No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado."
17. Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu casa me devorará.
18. Los judíos entonces replicaron diciéndole: "Qué signo nos muestras para obrar así?"
19. Jesús les respondió: "Destruid este santuario y en tres días lo levantaré."
20. Los judíos le contestaron: "Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?"
21. Pero él hablaba del santuario de su cuerpo.
22. Cuando fue levantado, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
23. Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver los signos que realizaba.
24. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos
25. y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.

NACAR Y COLUNGA  1944
13. Estaba próxima la Pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
14. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados;"
15. y, haciendo de cuerdas un azote, los arrojó a todos del templo, con las ovejas y los bueyes; derramó el dinero de los cambistas y derribó las mesas;"
16. y a los que vendían palomas les dijo: Quitad de aquí todo esto y no hagáis de la casa de mí Padre casa de contratación.
17. Se acordaron sus discípulos que está escrito: “El celo de tu casa me consume.”
18. Los judíos tomaron la palabra y le dijeron: ¿Qué señal das para obrar así?
19. Respondió Jesús y dijo: Destruid este templo y en tres días lo levantaré.
20. Replicaron los judíos: Cuarenta y seis años se han empleado en edificar este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días?
21. Pero El hablaba del templo de su cuerpo.
22. Cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.
23. Al tiempo en que estuvo en Jerusalén por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre viendo los milagros que hacía;"
24. pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos,
25. y no tenía necesidad de que nadie diese testimonio del hombre, pues El conocía lo que en el hombre había.

SHOKEL Y MATEOS 1975
13. Estaba cerca la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas instalados
15. y, haciendo como un azote de cuerdas, los echó a todos del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas,
16. ya los que vendían palomas les dijo: Quiten eso de ahí: no conviertan la casa de mi Padre en una casa de negocios.
17. Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: "La pasión por tu casa me consumirá"
18. Reaccionaron entonces los dirigentes judíos, diciéndole: ¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas?
19. Les replicó Jesús: Supriman este santuario y en tres días lo levantaré.
20. Repusieron los dirigentes: Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres días?
21. Pero él hablaba del santuario de su cuerpo.
22. Así, cuando resucitó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho esto y dieron fe a aquel texto de la Escritura y al dicho que había pronunciado Jesús.
23. Mientras estaba en Jerusalén durante las fiestas de Pascua, muchos prestaron adhesión a su figura, al presenciar las señales que él realizaba.
24. Pero él, Jesús, no se confiaba a ellos, porque él los conocía a todos
25. y porque no necesitaba que nadie hiciera declaraciones sobre el hombre, pues él conocía lo que el hombre llevaba dentro.

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