DE APARIENCIAS NO SE HEREDARÁ EL REINO DE LOS CIELOS (Mc 10,17-30)

miércoles, 7 de octubre de 2015

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El texto de Mc 10,17-30 tiene sus paralelos con Mt 19,16-30 y Lc 18,18-30. El pasaje trata sobre el “El joven rico”.
El joven llega corriendo donde se encuentra Jesús, se arrodilla  y lo llama “maestro bueno” (Maestro. Διδάσκαλε gr. didáskale), luego le pregunta qué debe hacer para “heredar la vida eterna” (ζωὴν αἰώνιον κληρονομήσω gr. zoén aionion kleronoméso). Jesús le dice que uno solo es bueno y es Dios.  
Jesús le dice al joven si “conoce” (οἶδας gr.oidas) los “mandamientos” (ἐντολὰς gr. entolás) y se los empieza a nombrar. El joven le contesta que todo eso lo ha cumplido desde la juventud. Jesús lo “mira detenidamente” (ἐμβλέψας gr. emblépsas del verbo emblépo. También mirar con atención) con “amor” (ἠγάπησεν gr. egápesen del verbo agapáo) y le dice  que una cosa le faltaba, debía vender cuanto tenia y dárselo a los pobres. Jesús le exige desprendimiento para que puedan seguirlo.
Ante la exigencia de Jesús, el joven rico muy afligido y triste se marchó porque tenía muchas “posesiones” (κτήματα gr. Ktémata).
Jesús luego mira a su alrededor y le dice a sus discípulos que es muy “difícil” (δυσκόλως gr. duskólos) que entren al Reino de Dios los que tienen riquezas. Jesús dice que será difícil pero no imposible. Para concluir Jesús les dice que “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios”.

ACTUALIZACIÓN
La clave para entender el pasaje se encuentra en la mirada de Jesús al joven, el texto dice literalmente que su mirada fue con mucha atención, con detenimiento, habría que saber ¿Por qué? dicha mirada.  El Joven era rico y tenía muchas posesiones por lo que su exterior debió haber reflejado ese estado, no era difícil saber entonces que aquel joven de acuerdo a su apariencia no compartía sus bienes, es por ello que Jesús le pide que vendiera lo que tenga y se lo de a los más pobres. Jesús sabia que este joven no quería desprenderse de sus posesiones, ese era su verdadero tesoro.

Muchas personas viven hoy día como este joven, en primer lugar de apariencias y en segundo lugar sin querer desprenderse de lo que tienen. La pobreza no existiría si cada persona comparte sus bienes, sus alegrías, sus logros  con el hermano. De apariencia se puede vivir en esta tierra pero en cielo no, allí esta todo lo bello, lo puro, estará toda persona que haya compartido su pan con el hambriento, el agua con aquellos que tienen sed.

Lo importante es cuidar el corazón para que no sea esclavo de las cosas triviales, “porque solo una cosa es necesaria” como le dijo Jesús a Marta. Que tu exterior sea el reflejo de la luz de Dios que ha inundado todo tu ser.


Los gobiernos viven muchas veces también de apariencias, viven pregonando la atención a los pobres pero se preocupan más por sus finanzas personales que por servirle al que más lo necesita. 
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