El
Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo
VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del
Concilio Vaticano II para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de
la experiencia conciliar.
Etimológicamente
hablando la palabra “sínodo”, derivada de los términos griegos syn (que
significa “juntos”) y hodos (que significa “camino”), expresa la idea de
“caminar juntos”. Un Sínodo es un encuentro religioso o asamblea en la que unos
obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse
mutuamente información y compartir experiencias, con el objetivo común de
buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal. El
Sínodo puede ser definido, en términos generales, como una asamblea de obispos
que representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa en el
gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo.
Fue,
sin embargo, el Papa Pablo VI, siendo todavía Arzobispo de Milán, quien dio
fuerza a estas ideas. En el discurso conmemorativo con ocasión de la muerte del
Papa Juan XXIII, hacía referencia a una “continua colaboración del episcopado,
todavía no efectiva, que permanecería personal y unitiva, pero que tendría la
responsabilidad del gobierno de la Iglesia universal”.
Elegido
Papa, volvió al concepto de colaboración en el colegio episcopal —los obispos
en unión con el sucesor de S. Pedro en la responsabilidad del gobierno de la
Iglesia universal— en el discurso a la Curia Romana (21 de septiembre de 1963),
en la apertura de la segunda sesión del Concilio Vaticano II (29 de septiembre
de 1963) y en la clausura de la misma (4 de diciembre de 1963).
Finalmente,
al concluir el discurso inaugural de la última sesión del Concilio (14 de
septiembre de 1965), el mismo Papa Pablo VI hizo pública su intención de
instituir el Sínodo.
Aún
cuando el Sínodo de los Obispos es una institución de carácter permanente, sus
funciones y su concreta colaboración no tienen tal carácter. En otras palabras,
el Sínodo de los Obispos se reúne y actúa solo cuando el Santo Padre considera
necesario y oportuno consultar al episcopado, el cual durante un encuentro
sinodal expresa su opinión “sobre argumentos de gran importancia y gravedad”
(Pablo VI, Discurso a los Cardenales, 24 de junio de 1967). La finalidad de
cada asamblea sinodal es vivir una experiencia de colegialidad entre el
episcopado y el Santo Padre. A través de la aceptación del Santo Padre de las
sugerencias o conclusiones de una determinada asamblea, el episcopado ejerce
una actividad colegial que se aproxima pero que no coincide con aquella
manifestada en un concilio ecuménico. Esto es un resultado directo de varios factores:
de una presencia de Padres provenientes del entero episcopado, de la
convocación de parte del Santo Padre y de “la unidad del episcopado, el cual,
para ser uno, necesita una Cabeza del Colegio” (Juan Pablo II, Pastores gregis,
56), que es primero en el orden episcopal.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios